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Coronavirus

La paradoja de la incidencia de la COVID en los niños: disparada, pero bajo control

  • La tasa de contagios de los menores de 12 años es la mayor en casi todas las comunidades autónomas, salvo País Vasco
  • Sin embargo, es al mismo tiempo uno de los grupos de población más vigilados, por los protocolos educativos de control

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Una mujer acompaña a una niña al colegio en el CEIP Padre Poveda de Madrid (Archivo).
Una mujer acompaña a una niña al colegio en el CEIP Padre Poveda de Madrid.

La incidencia del coronavirus en los niños continúa disparada. El último informe de Sanidad sitúa a los menores de 12 años por encima de los 5.400 contagios por cada 100.000 habitantes, y la tasa no ha dejado de crecer desde el inicio de la sexta ola hasta precisamente esta última jornada de enero. A las vacaciones de Navidad y la vuelta al cole, con menos restricciones que antes de dejar las aulas, se ha sumado la alta transmisibilidad de ómicron, que ha elevado la media nacional hasta las cotas más altas de toda la pandemia.

Con la incidencia como única referencia y en este escenario, la situación de los niños parece extremadamente grave. Ahora bien, rara vez sus contagios terminan en un caso grave o en muerte. Y los expertos señalan que estamos ante uno de los grupos de población más vigilados: solo cuatro de cada diez de sus pruebas han resultado positivas en la última semana.

Si a todo esto le sumamos el buen ritmo de la vacunación pediátrica, cuya primera dosis ha alcanzado a la mitad de los niños de 5 a 11 años en un mes, cabe esperar que la situación empiece a moderarse en las próximas semanas.

1. La escalada más grande de la sexta ola

Desde el pasado 14 de octubre, fecha en la que el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) fija el inicio de la sexta ola de la pandemia en nuestro país, poco más de medio millón de niños se ha contagiado de COVID-19. Son más de la mitad de todos los casos contabilizados en esta franja desde el inicio de la pandemia, y aunque la horquilla del ISCIII solamente llega a los que tienen 10 años, sirven para ilustrar cómo les ha afectado esta ola.

Los más pequeños fueron los primeros en notar que algo pasaba hace un par de meses. Su incidencia, que es la que más ha escalado en ese tiempo (de 56 a 5.461 casos por cada 100.000 habitantes), comenzó a subir con un claro reflejo en los contagios de las edades que corresponderían con sus padres. Sin embargo, mientras la de los grupos más mayores ya se ha estabilizado o empieza a bajar, la suya no ha parado de crecer y es la más alta en todas las comunidades autónomas, salvo el País Vasco, además de Ceuta y Melilla.

Los contagios en los menores de 11 años se disparan dos semanas después de la vuelta a clase

2. Con la positividad más baja de todos los grupos

A pesar de que todos los datos anteriores muestran a los niños como los grandes perjudicados de esta ola, expertos como Quique Bassat insisten en que hay que poner estos datos en contexto y compararlos con la tasa de positividad. "En los niños, estamos testando más que en el resto de edades", explica el pediatra y epidemiólogo de IS Global a DatosRTVE.

Mientras la incidencia de los niños supera a la de cualquier otro grupo de edad, su positividad se ha mantenido casi siempre por debajo de la de los grupos de 20 a 59 años. Sí ha superado la de los mayores de 60, pero nunca ha rebasado el 41 % para los menores de 10 años. Asimismo, la del siguiente grupo que contempla el Ministerio de Sanidad, del que forman parte los niños de 11 años, presenta una tendencia decreciente desde hace 14 días.

Todo esto, teniendo en cuenta que "es evidente que estamos más relajados", añade Bassat. Con el objetivo de garantizar la presencialidad en las aulas tras las Navidades, la Comisión de Salud Pública redujo de uno a al menos cinco el número de contagios simultáneos que deben darse para que un grupo haga cuarentena, aunque algunas comunidades lo han reducido a tres. También puede indicarse el aislamiento de toda una clase cuando haya un 20 % de alumnos infectados en la última semana.

"Le hemos puesto las cosas más fáciles al virus con estas normativas menos restrictivas", concede Bassat, que cree que las autoridades han asumido una mayor transmisión del virus entre los niños para garantizar "un equilibrio muy frágil" entre la vida familiar y la laboral. "Por un lado, estás permitiendo que el virus siga circulando muy fácilmente y que por eso los niños sigan siendo los que se están contagiando más; pero, por otro, le has devuelto una cierta normalidad a los padres, que si no tendrían a los niños confinados".

3. Y con menos casos graves que en otras edades

Solo en 1 % de los casos detectados en menores de diez años desde octubre ha desarrollado una enfermedad grave o ha fallecido. Un porcentaje que está en la línea de lo registrado por el ISCIII en el resto de la pandemia y lejos del de otros grupos; sobre todo a partir de los 60 años. El 17 % de los mayores de 90 años o el 13 % de los octogenarios que se han contagiado en los últimos meses han acabado en el hospital, en la UCI o han fallecido.

"Los niños siguen teniendo una enfermedad muy benigna cuando se infectan y, de hecho, la mitad son completamente asintomáticos", destaca Quique Bassat. Apenas 59 de los poco menos de 2.000 menores de 10 años que han desarrollado una enfermedad grave en este tiempo han pasado por la UCI, y únicamente ha habido que lamentar tres muertes, según la última estadística disponible.

4. A la espera del efecto de la vacunación

Aparte de ser menos grave y de acumular pocos positivos respecto al resto de grupos, la vacuna sigue siendo la gran esperanza para hacer que la incidencia baje. La inoculación de la primera dosis avanza a buen ritmo, el 55 % de los niños de entre 5 y 11 años ya la han recibido, pero no será hasta la segunda semana de febrero cuando empiece a notarse su efecto.

Siguiendo el consejo de los expertos, Sanidad separó la primera y la segunda dosis pediátrica ocho semanas. El epidemiólogo Quique Bassat cree que la decisión está justificada, pero considera que la contrapartida es que estamos teniendo la sensación de que las vacunas no están protegiendo a los niños.

"Es lógico, porque solo llevan la primera dosis y únicamente están vacunados la mitad de ellos", reflexiona, que recuerda que las vacunas necesitan por lo menos la pauta completa de dos dosis para tener un mínimo de protección. "Y más contra una variante tan infecciosa", añade.

Ahora bien, las primeras inoculaciones de las segundas dosis comenzarán a inyectarse dentro de dos semanas y Bassat espera que ese momento coincida con el descenso de los casos a nivel comunitario. Si las cuentas cuadran, afirma, la vacunación comenzará a hacer efecto y coincidirá además con la bajada de la detección de casos en las escuelas.