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Seminci de Valladolid

Benito Zambrano: "Me gustan las historias que me queman, me golpean e incluso me hacen llorar"

  • El director ha presentado en la Seminci su adaptación de Pan de limón con semillas de amapola
  • Hablamos con él, con la escritora Cristina campos, y con las protagonistas: Elia Galera y Eva Martín

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Fotograma de 'Pan de limón con semillas de amapola'
Fotograma de 'Pan de limón con semillas de amapola'

Benito Zambrano y su equipo han presentado en la Seminci de Valladolid la película Pan de limón con semillas de amapola, adaptación de la exitosa novela de Cristina Campos que narra la historia de dos hermanas que llevan 14 años sin verse y a las que reúne una misteriosa herencia: una panadería en Mallorca. Una película que cuanta con la participación de RTVE y que llegará a los cines el 12 de noviembre.

Benito, que hace dos años triunfó con la película Intemperie (2019), otra adaptación literaria, nos confiesa por qué quiso rodar esta historia: “Me gustan las historias que me queman, me golpean y que incluso, como en este caso, me hacen llorar. Eso es lo fundamental. Luego yo tengo que hacerla mía, robársela a la escritora o al escritor. En este caso Cristina. Porque si no, no la puedo masticar y digerir para construir esas imágenes visuales”.

“Creo que, además, la novela se adelantó a este momento de empoderamiento femenino que vivimos -continúa Zambrano-. Y tenía cosas, que a mí siempre me tocan, como la maternidad, la familia… y esa visión de la mujer de hoy, que en el fondo son los grandes temas. También hacía mucho tiempo que quería hacer una película que conectará nuestro país con África. Yo soy del sur de Sevilla y para mí África está más cerca que Barcelona. La tenemos apenas a 300 kilómetros”.

RTVE.es estrena un clip exclusivo de 'Pan de limón con semillas de amapola', de Benito Zambrano

Benito ha escrito el guion junto a la autora de la novela, Cristina Campos: “Para mí ha sido muy emocionante porque yo trabajo desde hace años como directora de casting y es un honor que un gran director como Benito adapte tu novela y que la produzca una productora tan importante como Filmax. Han sido dos años y pico de escritura, él en Madrid y yo en Barcelona. Muchas horas, muchas horas, de hablar y hablar…”

Muchos autores se quejan de que los directores de cine traicionan a sus novelas, pero no es el caso de Cristina: “Yo hubiera traicionado mucho más a la novela, pero Benito quería ser muy fiel a la historia. Yo se lo agradezco, pero me hubiera deshecho de varios personajes sin ningún problema. Creo que al trabajar en cine no tenía tanto apego a mi novela como otros escritores que no conocen este mundo. Hubo un personaje en el que estuvimos un tiempo trabajando, hasta que Benito me dijo: “no cabe”, y yo le dije: “pues fuera” (ríe).

Lo curioso es que Cristina escribió la novela porque sus guiones no llegaban a la gran pantalla: “Yo soy guionista frustrada -confiesa-. Llevaba, no sé, diez años escribiendo guiones que no salían. Hasta que tiré la toalla y escribí la novela en solitario. Pero, en cualquier caso, yo no concebía, no hubiera permitido, que película no llevará mi nombre. Tenía que participar en el guion como fuera”.

“Ella ya hizo su novela –añade Benito- y ahora había que encontrar la película que estaba dentro de esa novela. En ese sentido Cristina fue muy comprensiva, porque llega un momento en el que la novela tiene que desaparecer para que aparezca el guion, con su propia coherencia. Aunque el espíritu y los personajes vengan de la novela”.

Dos hermanas que heredan una panadería

La película cuenta la historia de Anna (Eva Martín) y Marina (Elia Galera) que fueron separadas en su adolescencia. Catorce años después se encuentran de nuevo, en Mallorca, para vender una panadería que han heredado de una misteriosa mujer a la que creen no conocer. Un apasionante relato sobre la amistad, la maternidad y los secretos de una receta de pan olvidada en la isla de Mallorca.

Cristina nos comenta cómo son Anna y Marina: “Son dos mujeres muy diferentes que están llegando a los 50 años y cada una tiene sus deseos que no han cumplido en la vida. Marina tiene 45 años y trabaja en Etiopía para Médicos Sin Fronteras. Laboralmente está realizada, tiene un compañero de vida maravilloso, pero le falta un hogar, que es lo que anhela”.

“Anna tiene 49 años y es una mujer casada desde hace 25 años con un tipo al que no quiere -continúa la escritora-. Tiene su hogar, con una hija adolescente, pero anhela la libertad y volverse a enamorar. Al heredar la panadería, de una mujer que no conocen, y mientras van averiguando quién es esa mujer, iremos profundizando en su intimidad, en sus deseos, en sus anhelos, en sus conflictos…”

Me gustan mucho los personajes de Cristina porque son mujeres que crecen -añade Benito-. Las dos son mujeres que aman y que necesitan ser amadas. El amor forma parte importante de sus vidas. Algo muy bonito que estaba en la novela era que el suyo era un amor fraternal muy potente, desde pequeñas. Las desgracias y las malas decisiones las separaron, pero lo que las va a reunir otra vez es el inmenso amor que se tienen la una a la otra”.

“Son dos mujeres fuertes -continúa el realizador-, incluso la que al principio parece muy débil y que al final se convertirá en una mujer muy fuerte y muy sabia. Hay un viaje muy interesante de las dos, de búsqueda, de cambio, de reconocimiento… de crecimiento, al fin y al cabo. Me gusta que los personajes vivan grandes transformaciones porque es lo que el espectador se merece, que le contemos historias interesantes que le cambien su vida, aunque solo sea un milímetro”.

Tráiler 'Pan de limón con semillas de amapola', lo nuevo de Benito Zambrano

Dos estupendas protagonistas

Una de las cosas más potentes de la película son las interpretaciones de sus protagonistas: Eva Martín (Dolor y gloria; Merlí. Sapere Aude; Mar de plástico) y Elia Galera (El Cid; La caza: Tramuntana; Tú no eres especial). “Como directora de casting -asegura Cristina-, creo que uno de los mayores aciertos de Benito es el casting. Yo había pensado en un casting más convencional, pero Benito, desde el primer día, me dijo: “No, no voy a ir por ahí”. Quiero descubrir a actrices que no sean tan conocidas para el gran público. Y me alegro tanto de esa decisión, de verdad… No se lo he dicho nunca, pero se lo digo ahora”.

“Para mí el cine sigue siendo guion, historia y actores -interrumpe Benito-. Todo lo demás es hacerlo bonito. Pero si no tienes un buen guion y los actores adecuados vas mal. Vimos muchísimas actrices y todas eran maravillosas para los personajes, pero por muy bien que lo hicieran, solo Elia era Marina y solo Eva era Anna. Y ya me pasa como me pasa con todas las pelis, que ahora no puedo imaginarme a otras actrices que no sean ellas para los personajes”.

Completan el reparto Mariona Pagès (Días de Navidad; La vida sin Sara Amat), Marilú Marini (Los que aman odian; El eslabón podrido), Tommy Schlesser (On a magical night) Claudia Faci (Mientras haya luz) y Pere Arquillué (Félix; Sé quién eres).

Fotograma de 'Pan de limón con semillas de amapola'

Elia Galera y Eva Martín, el casting perfecto

Después de esas alabanzas del director vamos a ver cómo ven Elia y Eva a sus personajes. “Marina es una mujer fuerte e independiente -asegura Elia-, aunque con sus fortalezas y sus debilidades, como tenemos todos. Es una mujer que se ha hecho a sí misma, pero con un profundo desarraigo en su vida familiar y en su vida afectiva. Y ese desarraigo es lo que va a marcar todas las decisiones que tome en sus diferentes mundos afectivos. Tiene, como nos pasa a todos, pequeñas trabas en su pasado, que le impiden avanzar, que frenan determinadas decisiones en su vida. Y tendrá que ser valiente para afrontar los desafíos que la esperan”.

En cuanto a Anna, Eva Martín nos confiesa que: “Es una mujer bastante miedosa, en general, a la hora de enfrentarse los cambios en su vida. Se ha quedado en esa vida acomodada que le venía dada por familia y decidió casarse y tener una hija. Se ha quedado en la isla, no ha salido nunca de Mallorca y le da mucho miedo todo lo que cambie esa estructura establecida. Por eso le cuesta mucho enfrentarse a tomar decisiones, ir a por lo que realmente quiere. De hecho, tiene un matrimonio que ya desde hace tiempo no funciona. No será hasta el reencuentro con su hermana, y un toque que le da la vida, cuando ella rompa la baraja y empiece a desplegar las alas, digamos”.

“Creo -añade Eva- que Anna es una persona que realmente tiene muy buen corazón, muy buenas intenciones, pero tiene muchos miedos que la traban. Su capacidad de dar amor y de cuidar de su entorno es enorme. Entonces, cuando llega el encuentro entre las dos hermanas hay un intercambio muy bonito, porque Ana se nutre de la fortaleza de Marina que tanto admira, y de la independencia, y a la vez se le calienta el corazón, que es lo que Marina necesita”.

“Pienso que en las familias, desde pequeños, establecemos roles que se siguen repitiendo toda la vida, hasta cuando somos adultos -continúa Eva-. Marina es cuidadora y cuida de todos menos de ella misma. Y esto es algo que para mí es muy importante; porque las mujeres adoptamos ese rol de cuidar a todos los demás y acabamos por no cuidarnos a nosotras. Y la vida pasa factura”.

Benito Zambrano rueda 'Pan de limón con semillas de amapola', la adaptación de la novela de Cristina Campos

“A Marina le falta que le digan que la quieren”

Según Elia, a esa mujer fuerte, que es Marina, le falta algo fundamental: “A Marina le falta que le digan, que le recuerden, que la quieren; que se lo expresen. Le ha faltado eso desde su infancia, sentir que pertenece a algo, porque es un sentimiento que ha perdido. Por eso es una cooperante viajando por el mundo de un lado para otro”.

“Y cuando se reencuentra con Anna -continúa- redescubre a su familia y resurge en ella ese sentimiento de querer ser madre. Marina es una ginecóloga cooperante y se pasa la vida ayudando a otras mujeres a ser madres, pero tiene un gran miedo a la maternidad. No voy a decir por qué. Y a l reencontrarse con su hermana, que es una gran madre, recupera esa ilusión”.

Pero, como decíamos, Anna tiene otras carencias importantes: “Anna no se ha atrevido a vivir la vida que ella hubiera querido vivir. Ha dependido siempre de otros y hacia el final de la película le dice a su hija: "No dependas de otros y sé la mujer que quieras ser". El de Ana es un bombón de personaje, en el sentido de que el reencuentro con su hermana, y un suceso inesperado, harán que brote de ella una fortaleza inaudita, incluso para ella misma. Y a partir de ahí adoptará una posición muchísimo más madura, más potente y más serena”.

Pero lo mejor de la película es que, a pesar de tratar sobre mujeres que crecen y se fortalecen, está llena de ternura. “Yo siempre he dicho que la mayor de nuestras fortalezas es aceptar nuestras vulnerabilidades -asegura Elia-. Gracias a eso Marina puede acompañar ciertos viajes que ocurren en la película. Además, en este momento,el tema de la ternura es algo muy necesario, porque estamos todos en un momento muy convulso. Ya no por el virus en sí, sino por todo lo que esto está significando para todos. De repente las vidas se están dando unos vuelcos tremendos”.

“Estamos en un momento -continúa- en el que las personas necesitamos intercambiar amor, escucharnos y nutrirnos mutuamente, que es lo que nos salva. Porque en este momento en que pierdes el trabajo, la pareja, todos necesitamos a alguien. Y eso nace de lo femenino, en hombres y mujeres, es la fuerza de lo femenino en el sentido de la escucha, lo que recibe al otro para poder nutrir y transformar. De eso nos hace falta mucho en el mundo entero”

“Cuando hablamos de lo femenino es inclusivo -añade Eva-. En el hombre la feminidad es inclusiva, al igual que, en la mujer, lo es la masculinidad. Hablamos de valores como la ternura, la vulnerabilidad, que no son exclusivos de la mujer. Por eso os pido que, hombres y mujeres vayáis a ver juntos esta película”.

“Hay una cosa que yo creo que es incontestable -interrumpe Elia-. O sea, las mujeres creamos red desde que somos niñas. Hablamos mucho, intercambiamos mucho… y esto sostiene la vida hasta que somos ancianas. En esta película, al ver a esta tribu, no solo la relación entre estas dos hermanas sino también la de otras mujeres que se convierten en familia en los momentos difíciles, que están ahí para ayudarse… Esa es la clave y la chicha de la vida: el poder tener un lugar donde celebrar y un lugar donde puedes llorar también. Y dejar atrás arquetipos tan antiguos como ese de que los hombres no lloran. Que podamos estar ahí todos un poco, como más de verdad, y con menos pudor a abrirnos a lo que nos pasa y a los demás”.

Cartel de 'Pan de limón con semillas de amapola'. Filmax