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El segundo verano en pandemia de los socorristas: poca previsión, discusiones entre bañistas y difícil control

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Un socorrista vigila una piscina
Un socorrista vigila una piscina

Los socorristas afrontan su segundo agosto en pandemia. El coronavirus ha ampliado las responsabilidades de estos profesionales, quienes, aparte de controlar lo que ocurre en el agua, ahora deben vigilar también lo que ocurre fuera.

Según Gonzalo Botta, coordinador de servicio de la playa de Mijas, el personal tiene que realizar "una labor más social" desde que empezó la pandemia, además de las labores de salvamento. "Tenemos que intervenir más porque la gente no se da cuenta: viene a la playa, se acerca más a otras personas, ya no tiene la obligatoriedad de ponerse la mascarilla…", señala. El cumplimiento o no de las medidas, como la distancia de seguridad, origina discusiones entre los asistentes, quienes en muchas ocasiones acuden a los socorristas para quejarse.

En las piscinas, el problema se da dentro del agua. Algunos de los socorristas contactados por RTVE.es afirman que los adultos respetan las medidas, pero cuestión aparte son los niños, quienes se juntan con sus amigos y no guardan la distancia.

"Son diferentes grupos de convivencia, que en teoría no podrían juntarse, pero es muy difícil de controlar", afirma Luis (nombre falso), socorrista en una piscina municipal andaluza. Sonia (nombre falso) indica que, en el caso de las residenciales, como en la que ella trabaja, "si no se juntan en la piscina se van a juntar luego en sus casas".

El socorrista lo máximo que puede hacer es informar a la autoridad competente para que se persone

Los socorristas, no obstante, no pueden obligar a nadie a cumplir las medidas de seguridad implantadas como forma de prevención ante la COVID-19, sino solo señalar la infracción cometida.

"Al final el socorrista lo máximo que puede hacer es informar a la autoridad competente para que se persone en ese lugar", apunta Francisco Cano, director de Prevención y Seguridad de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS).

"El año pasado se cumplió bastante bien la normativa tanto de distanciamiento como de mascarilla y entendemos que este verano se pueden dar otras situaciones un poco más complejas por la laxitud de las medidas en el espacio público", alerta el experto.

Sin mascarilla en el agua

El verano pasado, la RFESS ya publicó una guía para el desempeño del socorrismo en pandemia. Aunque "no hay un paraguas legislativo que aglutine a todos los socorristas", como explica Cano, les consta que este documento ha sido aplicado de forma directa o bien "lo han utilizado como herramienta para el seguimiento de sus protocolos".

"Toda víctima es infecto-contagiosa hasta que se demuestre lo contrario, con lo cual la mayor arma del socorrista es la prevención", avisa este documento. Pese a la rotundidad de la frase, Cano explica que "priorizamos lógicamente la seguridad y el salvaguardar a esa persona que la posible situación de contagio".

Dos socorristas recorren una playa

Los rescates en el agua se realizan sin mascarilla GETTY IMAGES / ISTOCK / ALENAPAULUS

Los socorristas se lanzan al agua sin mascarilla. Ese salvamento implica un riesgo, ya que la persona accidentada tampoco lleva mascarilla. Además, hay que tener en cuenta que, como indica el portavoz de la RFESS, "no deja de ser una exhalación y una respiración de una persona que está realizando una actividad física importante y de otra persona que, por la situación que está pasando, también su respiración es acelerada".

Por eso, se procura que no haya una exposición directa a esas ventilaciones. De ser posible, en el caso de que la víctima esté consciente, el acercamiento se produce teniendo en cuenta la dirección del viento y se usan materiales auxiliares para mantener la distancia interpersonal.

Según el documento, ante un paro cardíaco no se realiza el boca a boca, algo vigente desde hace varios años, sino solo compresiones torácicas o acompañadas del uso de un balón resucitador, un instrumento que no tienen en todas las piscinas.

La falta de previsión, un riesgo

"Ha habido poca previsión por parte de las distintas administraciones para asegurarse servicios que en un principio entendemos que en verano son esenciales, como los de salvamento y socorrismo", critica Francisco Cano.

Pese al estrecho contacto que pueden tener con las víctimas, además de no dar prioridad a estos profesionales en la vacunación, desde la RFESS no tienen constancia de que exista ningún protocolo de detección de casos de coronavirus que se anticipe a la aparición de síntomas.

Ha habido playas donde en un momento determinado no ha podido ofrecerse el servicio de socorrismo

Esa falta de previsión ha desembocado en una situación de riesgo para los bañistas. Según Cano, "ha habido playas donde en un momento determinado no ha podido ofrecerse el servicio de socorrismo porque tenían a todos sus trabajadores si no contagiados, sí en cuarentena por haber estado en contacto con compañeros suyos".

Que no haya socorristas no significa que la playa quede cerrada. Por ejemplo, si el personal de socorrismo comienza su turno a las diez de la mañana, cualquiera puede acceder antes. El riesgo, no obstante, aumenta: "Si esa situación se da a lo largo de todo el día, la probabilidad o posibilidad de que suceda algún incidente y no haya nadie cerca es mayor".

No es el caso de Mijas, en Málaga. El coordinador de servicio de la playa, Gonzalo Botta, asegura que, en caso de confinamiento por positivo o contacto estrecho, cubren la baja con otro socorrista, con lo que siempre se ofrece asistencia.

Por otra parte, los socorristas del municipio cuentan con la ayuda de controladores de aforo, unos empleados que, a pie de playa, informan sobre las medidas relativas al coronavirus. También se utilizan tres drones con los que calcular a tiempo real el aforo de las playas, algo que permite a los socorristas separar a los bañistas o llevarlos a playas colindantes.

Sin la mascarilla FFP2 recomendada

Aunque la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS) recoge en sus recomendaciones la obligatoriedad tanto de la mascarilla FFP2 como de protección ocular en primeros auxilios, no todos los socorristas cuentan con este material.

El equipamiento adicional del que dispone Luis en la piscina municipal en la que trabaja se limita a una mascarilla quirúrgica. "No tenemos nada que a nosotros nos proteja, no tenemos gafas ni mascarillas FFP2", crítica.

Pablo (nombre falso), también socorrista en una piscina municipal de una localidad de Andalucía, nota una separación correcta entre toallas, pero una distancia insuficiente en la piscina. Avisa a aquellas familias que se encuentran cerca entre sí: "Me miran un poco mal, pero lo respetan".

Les dices 'échate gel', 'dúchate'... Pasan de ti

Aunque cree que las medidas son suficientes, Sonia afirma que a los vecinos de la urbanización en la que trabaja les cuesta seguirlas, "sobre todo los adolescentes". "Les dices 'échate gel', 'dúchate'... Pasan de ti", lamenta en su primer año como socorrista.

En la urbanización catalana donde trabaja Daniel (nombre falso) hay una amplia presencia de extranjeros. "Los extranjeros captan muy bien y siempre cumplen las normativas. El problema es un poco con el español", señala, a quien le cuesta "la distancia, el aforo…".

No hay unanimidad entre los socorristas consultados por RTVE.es en cuanto a la seguridad de las piscinas. Luis se muestra tajante y cree que "para nada son seguras". Este profesional reclama un refuerzo en el personal que trabaja en la piscina, con la contratación de un vigilante de seguridad que asumiese la función de asegurar el cumplimiento de las medidas relativas al coronavirus.