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Cine

Jonás Trueba y la "poética" nominación a los César: "Es bonito porque 'La virgen de agosto' no tenía ningún apoyo"

  • La virgen de Agosto opta este viernes al premio César a mejor película extranjera
  • RTVE.es entrevista al director antes de la ceremonia

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'La Virgen de Agosto', de Jonás Trueba, nominada a los 'César' como mejor película extranjera

Quizá la mayor hazaña del cine español durante el anómalo año pandémico sea la nominación de La virgen de agosto, de Jonás Trueba (Madrid, 1981), como mejor película extranjera en los premios César de la Academia del cine francés. Una sorpresa hasta cierto punto: la película se estrenó en Francia durante el laxo verano de 2020, gustó al público y a la crítica, y medios prestigiosos como Cahiers du cinema, la seleccionaron en sus listas de lo mejor del año.

El hito provoca una disonancia con la recepción en España: estrenada un año antes, verano de 2019, no recibió malas críticas y es la película de Jonás Trueba con más taquilla, pero no recibió atención alguna en la temporada de premios, salvo una nominación al Premio Especial de los Feroz.

Sin embargo, este viernes, en una gala presencial en el Teatro Olympia de París, La virgen de agosto competirá con películas multipremiadas como 1917, de Sam Mendes; o favoritas al Oscar este año como Otra ronda, de Thomas Vinterberg; además de Aguas oscuras, de Todd Haynes y Corpus Christi, de Jan Komasa. Solo Pedro Almodóvar, Carlos Saura, Alejandro Amenábar y Pablo Berger habían logrado la nominación en 46 años del galardón, lo que da otra medida del hito.

Hay que remontar un verano más, al de 2018, para encontrarse a Jonás Trueba rodando La virgen de agosto, una obra que es una suerte de diario fílmico: quince jornadas de la vida de una treintañetra (Itsaso Arana, también coguionista junto a Trueba) divagando y deambulando durante la tranquila, asfixiante y particular canícula madrileña. Una cinta íntima, cuyo ritmo y cuidado, que bebe de referencias clásicas y contemporáneas, es paradójicamente revolucionario en tiempos de aceleración narrativa.

PREGUNTA.: ¿Hasta qué punto te sorprendió la nominación?

RESPUESTA.: Me quedé loco y la verdad que todavía lo estoy un poco. No nos sentíamos especialmente con posibilidades. Lo que ha pasado es bonito porque ha sido un proceso muy limpio. La sensación es que la película lo ha generado ella sola, sin ningún tipo de apoyo específico de nada ni de nadie. Eso es lo más increíble. La distribuidora francesa, que es la verdadera artífice, es muy pequeñita y nunca había conseguido una nominación. Fueron los primeros sorprendidos A la categoría optan todas las películas extranjeras que se han estrenado en Francia, que es el centro de la cartelera mundial. El resto de películas nominadas tienen mucho peso y alguna es una coproducción francesa. Nuestro caso es insólito y bonito. Siempre he sido escéptico con los premios porque se usan como vara de medir el cine y eso me preocupa como cineasta. Todo esto ha sido tan rocambolesco e inesperado que me hace mucha ilusión por el equipo y me lo tomo con gracia.

'La virgen de agosto'

P.: La película había sido muy bien valorada en Francia.

R.: Son muchos azares. La distribuidora dudó si estrenarla en verano, y menos mal que lo hizo, porque en otoño no hubiera podido. Todo es muy frágil y te das cuenta de lo cerca que estás de una gran alegría o un gran pesar. Es poético para una película pequeña. Y la primera sorpresa fue que gustó al público. También creo que, por el azar de las circunstancias, del coronavirus, la película se mira de otra manera, dice otras cosas.

P.: Si miras a las otras candidatas, es posible que una hora de rodaje de 1917 tenga el mismo presupuesto que tu película.

R.: Sí, y un minuto. Es bonito que haya esa diversidad. Son unos premios que tienen, como aquí los Goya, un cariz más industrial, pero supongo que querían apostar por algo diferente. No sé, es todo tan increíble.

"Por el azar de las circunstancias, del coronavirus, la película se mira de otra manera, dice otras cosas"

P.: ¿Has reflexionado por qué La virgen de Agosto ha tenido un reconocimiento mayor en Francia que en España?

R.: No lo vivo como un agravio comparativo porque nunca me he sentido minusvalorado en España, ni maltratado. Al contrario. Tengo la sensación de que a los cineastas se nos da demasiado espacio en los medios, casi me hace sentir culpable. Siempre he sentido que podía hacer aquí las películas que he querido, siendo consciente de que son películas pequeñas y que nos cuesta, como a todos, encontrar apoyos. Pero las hemos hecho y han tenido su público. Y de los premios casi te diría que prefiero no estar por el estrés de las galas y la competitividad, pero lo malo es que repercuten en las posibilidades para hacer otra película porque las televisiones o plataformas te hacen menos caso. Lo cual me parece terrible, pero si seguimos haciendo películas pequeñas y que podamos controlar, no nos afecta tanto.

Jonás Trueba (director y coguionista) e Itsaso Arana (protagonista y coguionista) de 'La virgen de agosto'.

Jonás Trueba (director y coguionista) e Itsaso Arana (protagonista y coguionista) de 'La virgen de agosto'. EFE/EPA

P.: ¿Piensas que parte del éxito en Francia se explica por lo que tu cine tiene de francés? Me refiero a la naturalidad, lo confesional. Y a las influencias que también has reconocido del cine francés.

R.: En Francia hay una mayor cultura del cine. Hay más espectadores y cuidado con el cine en general. Respecto a lo que dices, es verdad que siempre me acusan de afrancesado -que nunca han estado bien vistos en España- así que me generó casi una preocupación (risas). En realidad, me siento un cineasta español y me gusta serlo. Es verdad lo que dices, pero creo que lo que más ha gustado de la película es lo que sienten de española. Lo que ven no es lo que tiene de francés, sino que resuena algo más latino, español, vivo: la sensación de redescubrir Madrid como una ciudad cinematográfica de pronto. A los franceses les gusta Madrid y la ven reflejada con cariño. Les gusta porque es muy madrileña y muy española. A veces me he encontrado que en Francia tienen una idea del cine español muy reducida: Almodóvar, Albert Serra, Oliver Laxe. Y les sorprendía porque era una mirad desde otro lugar de un cineasta español.

"A los franceses les gusta no por lo que tiene de francés, sino por lo que tiene de español y de Madrid"

P.: Almodóvar dice que cuando Francia te adopta, lo hace de un modo absoluto. Y Francia es el gran financiador del cine independiente en el mundo. ¿Has notado ya ese interés para futuros proyectos?

R.: Sí, bastante. Eso ha sido muy bonito. Antes de que la película se estrenase nos escribieron ya productores y exhibidores. Notas un interés por todo lo que has hecho y lo que vas a hacer. La reconquista se proyectó en el Pompidou. Hay interés, pero tampoco me hago ilusiones, me he criado en una familia de cineastas y sé cómo fluctúa todo. Ahora estamos con otros proyectos y por ejemplo tengo uno muy loco que necesita coproducción con Francia y ojalá se pueda hacer.

Pero es lo que decía antes: el éxito llama al éxito y me duele que sea así. Todos hemos entrado en ese vicio. Antes no me favorecía y ahora sí. Soy alguien que ha hecho películas suficientemente posibilistas como para no depender de la financiación. Es como lo que le ha pasado a Pilar Palomero, alguien que ha peleado mucho y ha sufrido muchos noes y, ahora, por ese azar de la vida, se le va poner todo de cara

P.: Como cineasta preocupado por la evolución de arte, ¿estás de acuerdo en que, como decía recientemente Scorsese, las plataformas suponen un riesgo de homogeneización y una pérdida de diversidad?

R.: Scorsese es una referencia ineludible, pero es curioso como en él ves todas las contradicciones: es alguien muy preocupado por la restauración y patrimonio fílmico, algo que le agradecemos todos los cinéfilos, y, al mismo tiempo, hace El irlandés con la excusa de que si no nadie se la iba a pagar. Soy más de pensar: si tan contrario eres a lo que supone Netflix, no hagas esa película, haz otra. Hay un doble juego en el que estamos todos los cineastas, porque no veo tantos posicionamientos en defender el cine como lo hemos conocido. Evidentemente no tenemos que ser inmovilistas: el cine siempre ha estado en crisis y transformación constante. Las salas me parecen parte de su esencia y creo que en las plataformas se pierde compromiso del espectador.

Jonás Trueba e Itsaso Arana, en el Festival de Karlovy Vary, donde 'La virgen de agosto' obtuvo una mención especial del jurado.

Jonás Trueba e Itsaso Arana, en el Festival de Karlovy Vary, donde 'La virgen de agosto' obtuvo una mención especial del jurado. EFE

Las plataformas exigen por un lado una homogeneización de la imagen y de cómo se cuenta. Circula una carta de Netflix en la que exige parámetros estéticos y técnicos. Ni los grandes estudios en los años 30, ni en la guerra entra la Metro y la Paramount, había esas exigencias. Y los estudios también querían crear sus marcas.Y ese cine de poesía, entendido como el cine que va más allá de la trama, del argumento y de lo adictivo, queda fuera. El cine no tiene que generar adicciones, sino sensaciones, reflexiones, cuestionamientos. Muchas series y películas buenas son virtuosas en generar adicción y conversación social. Se habla mucho de consumir y de contenidos y eso no me interesa.

Hay que aceptar y asumir que el mundo ha cambiado y el cine se ha desplazado del lugar central que tenía en la cultura del entretenimiento. Mi tarea es hacer películas que puedan seguir disfrutándose en salas y generen sensaciones distintas al contenido de las plataformas. Pero tengo amigos que piensan que el cine tiene que beber de todas las fuentes. Hay muchos niveles y todos son interesantes, no solo lo que yo pienso.