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Un millón de casos de coronavirus en España y diez claves

Tras siete meses conviviendo con la COVID-19, España es el primer país de la Unión Europea que alcanza el millón de contagios y el sexto del mundo. Ha superado esa barrera anticipando el actual repunte de la pandemia en Europa. Repasamos las claves que han caracterizado la evolución de la pandemia y que nos han llevado hasta aquí.

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España llega al millón de contagios confirmados de COVID-19
España llega al millón de contagios confirmados de COVID-19.

España ha superado el millón de contagios oficiales desde que estalló la pandemia de coronavirus, una cifra que procede de los casos de COVID-19 confirmados mediante una prueba PCR y, en las últimas semanas, por otras pruebas diagnósticas como los test de antígenos. Y el panorama, ya de por sí complicado, podría empeorar a medida que el frío abra la puerta a otras enfermedades respiratorias estacionales. Con al menos cinco comunidades con una transmisión de la enfermedad fuera de control y una decena por encima de la media nacional, cabalgamos una segunda ola que puede confundirse en breve con una tercera si se solapa con el crecimiento de contagios que vuelve a extenderse por Europa.

Vuelven los confinamientos -ahora perimetrales-, las restricciones son crecientes. La amenaza se ha trasladado de las residencias de ancianos a las residencias de estudiantes, de las playas a los colegios, y siempre ha estado en los domicilios y espacios cerrados donde no se guarda la distancia de seguridad ni se lleva mascarilla.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Qué cabe esperar? Son preguntas que nos hacemos día a día desde que la COVID-19 se convirtió en crisis global e hizo presa de nuestra existencia. Muchos hechos son ya conocidos, repetidos a diario en los medios de comunicación. Pero seguimos en medio de la pesadilla, conviene seguir atentos para despertar de ella.

Repasamos diez claves que han caracterizado la singladura española por las olas de la pandemia del coronavirus.

1. El millón de casos llegó mucho antes

España dejó atrás el estado de alarma el 21 de junio con 250.000 casos confirmados de coronavirus. En cuatro meses, se han sumado el triple. Si el primer medio millón de casos oficiales tardó 197 días en llegar, el segundo medio millón se ha precipitado en 43 días. Aún más, la tercera parte del total de casos acumulados se ha producido en los últimos 30 días.

Son cálculos oficiosos, en realidad. Desde julio, Sanidad no actualiza los datos durante el fin de semana, así que el caso 500.000 llegó en algún momento del primer fin de semana de septiembre. Pero, sobre todo, el millón de casos ha llegado en España mucho antes de esta fecha, ya que en la primera ola se diagnosticó solo a un 10 % de infectados y ahora la detección es muy superior, en torno al 70 %, al menos hasta finales de septiembre. En consecuencia, la curva real de los casos de coronavirus en España presentaría un perfil muy diferente al oficial.

Sea como sea, la actual ola se perfila muy superior a la primera en casos detectados y muy inferior en muertes. Se podría pensar que la situación es menos grave, pero lo cierto es que la letalidad de la COVID-19, teniendo en cuenta la estimación de casos, se habría mantenido constante en torno al 1 %.

2. España, a la cabeza en Europa en contagios

España nunca ha dejado de estar entre los países con mayores contagios y muertes, respecto a los países de la Unión Europea y también del resto del mundo. A pesar de que el coronavirus entró antes en Italia, la transmisión pronto fue más intensa aquí. La enfermedad azotó por encima de todo a personas mayores, residencias de ancianos y personal sanitario.

El verano desplazó el epicentro de la pandemia a los países de América, de Perú a Estados Unidos pasando por Brasil, pero la llegada del otoño ha traído a Europa una segunda ola, y España ha hecho de avanzadilla como lo fue Italia en primavera, si bien ahora el país transalpino suma menos de la mitad de casos.

Ahora, países como República Checa, Bélgica, Países Bajos, Francia y el Reino Unido crecen a un ritmo diario mayor que España y otros países, como Portugal o Italia, antes ejemplos de contención del virus, alcanzan récords diarios de casos confirmados.

3. Los datos, en cuestión permanente

La información epidemiológica es fundamental para gestionar una crisis sanitaria. Sin embargo, en España, los datos, procedentes de las comunidades autónomas y difundidos por el Ministerio de Sanidad, han estado en cuestión casi todo el tiempo.

Se toman decisiones políticas en base a parámetros la mayoría de los cuales no conocemos; todos deberían ser públicos para permitir su vigilanciaAntonio Delgado, periodista especializado en datos

Antonio Delgado, periodista del medio especializado en datos Datadista, enumera a RTVE.es los principales defectos de la información de la pandemia en España: retrasos en las notificaciones de contagios, hospitalizaciones y fallecimientos por un sistema sanitario desbordado en todos sus niveles; series de datos rotas al cambiar los protocolos de registro, y el pecado original, la ausencia de "una publicación y actualización de toda la información que manejan las administraciones en un formato abierto y reutilizable" que facilitara el seguimiento tanto a los medios como a epidemiólogos e investigadores.

A su juicio, ahora mismo hace falta conocer más datos por municipios, en un momento en el que las medidas restrictivas empiezan a aplicarse, en palabras del ministro de Sanidad, de forma "quirúrgica". "Deberían ser públicos para permitir una fiscalización", señala.

La transparencia de los datos es una asignatura pendiente no solo para rendir cuentas a los ciudadanos, sino también para evitar enfrentamientos entre responsables políticos, como los vividos entre la Comunidad de Madrid y el Ejecutivo central, tanto en la fase de desescalada como cuando se han discutido las restricciones sobre la región.

4. Desescalada prematura

En siete meses de pandemia, el coronavirus no ha dado más que dos semanas de tregua, las comprendidas entre el fin de la desescalada el 22 de junio y la primera semana de julio, a partir de la que volvieron a ascender los contagios. Pese a los esfuerzos asumidos durante el confinamiento domiciliario, una desescalada precipitada, acelerada por la urgencia económica de llegar a la campaña turística de verano, nos hizo volver a las andadas antes que nadie.

Nos equivocamos al decir que 'hemos vencido al virus'; era lo que queríamos escuchar porque queríamos irnos de vacacionesJosé Jonay Ojeda, portavoz de SESPAS

De nuevo, un problema de información. El Gobierno publicó un panel de indicadores para guiar la desescalada tras el confinamiento, con parámetros epidemiológicos, sociales, económicos y de movilidad, aunque no se mostró ni sus valores ni en qué medida se iban alcanzando, con lo que la sensación en la práctica fue que el proceso de decisión no seguía estos criterios.

De tal modo, con la ansiedad de llegar rápido a la meta, algunas comunidades vivieron la desescalada como una carrera con recompensas -apertura paulatina de la actividad económica y recuperación de la 'normalidad'- y castigos -si el Gobierno no permitía el paso a la siguiente fase-.

Pasar una desescalada demasiado rápida -48 días, en nuestro caso- no ha sido un problema exclusivo de España, pero ha sido prácticamente el único país que ha tenido lo que la epidemióloga Margarita del Val denomina una "oleada de verano". Y ha traído una dolorosa lección: el levantamiento de las restricciones debe manejarse con gran cuidado y continua vigilancia y debe salvaguardarse armando al sistema sanitario de recursos para la detección temprana, seguimiento y control de brotes y logrando la implicación de la sociedad.

5. Polarización política y ausencia de pactos

La pandemia perjudica seriamente la salud democrática. Los ciudadanos estamos siendo golpeados por una enfermedad desbordada que no concede descanso, mientras la temperatura del enfrentamiento político sube sin control. La OMS ha llegado a advertir a España de que en la gestión de una crisis como esta no pueden tener cabida los enfrentamientos políticos, pero la incapacidad para alcanzar acuerdos ha ido agudizándose con el paso de los meses.

Cuando los gobiernos difieren, la gente muereMike Ryan, director ejecutivo de la OMS

El coronavirus ha puesto en el foco el funcionamiento del Estado de las autonomías y cómo se relacionan 17 presidentes y modelos de gestión entre sí y con la administración central, en una situación de emergencia nacional. Se han destapado ineficiencias y descoordinación en la gestión sanitaria y en la educación, a la hora de organizar el curso escolar.

Y se han producido también acusaciones entre comunidades, culpándose entre ellas de los contagios -en especial la acuñada "madrileñofobia"- y agravios comparativos, también con la Comunidad de Madrid como protagonista. La crítica al liderazgo del Gobierno ha sido permanente y ha culminado en la presentación de una moción de censura por parte de Vox, que recrudecerá los reproches políticos.

El sociólogo Luis Miller, vicedirector del Instituto de Políticas y Bienes Públicos (CSIC), señala que "los españoles estamos más divididos por ideología e identidad que por las políticas públicas concretas", como las relacionadas con el Estado del bienestar, según concluye en un informe publicado recientemente.

Miller muestra con datos algo que ya se sabía, que los partidos políticos han exacerbado sus diferencias ideológicas y se han cerrado en bloques antagónicos incapaces de acuerdos transversales. "Los partidos españoles se encuentran cada vez más lejos en su posición ideológica y territorial y los sentimientos de los votantes de un partido hacia el resto están entre los más negativos del mundo", recoge en su informe.

6. El impacto psicológico y social: no salimos más fuertes

El confinamiento prolongado acaba produciendo fatiga mental.

El confinamiento prolongado acaba produciendo fatiga mental. ISTOCK

Los españoles nos sometimos a "uno de los confinamientos más duros de Europa", como ha subrayado el Gobierno en varias ocasiones, orgulloso del comportamiento de los ciudadanos en una situación insólita y sobrevenida en apenas 48 horas. El confinamiento fue tan intenso que se pensó que sería un esfuerzo definitivo y que la llamada 'nueva normalidad' podría ser pronto como la de siempre. Pero la pandemia puede durar al menos otro año.

El resultado es un salto de los aplausos en los balcones y la solidaridad entre vecinos a la desconfianza hacia el otro. Del carpe diem al habeas corpus. De la esperanza de que "saldremos más fuertes", como decía el lema gubernamental, al agotamiento mental de vivir en el mito de Sísifo, una sucesión sin final a la vista de confinamientos, restricciones y reanudación de la actividad.

En España esta fatiga puede ser más aguda, porque no ha habido un descanso con la COVID-19, que trajo de vuelta los confinamientos ya en julio. Y sin que medie nueva orden oficial, más de un 30 % de los españoles viven en un confinamiento virtual: un (27,4 %) afirma que "permanece prácticamente en aislamiento, saliendo de casa sólo para adquirir alimentos y para ir a consultas médicas" y otro 4,6 % dice que "no sale de casa para nada que no resulte imprescindible y le traen los suministros y medicinas", según el CIS.

Del acatamiento de las normas se puede pasar en una situación prolongada a la desidia, la incomprensión y la frustración, acaso al rechazo de las normas. O la misantropía, porque en la conciencia de los ciudadanos ha calado la idea de que el principal responsable de los contagios es el comportamiento individual de los demás, lo que hace más proclive a la población a demandar medidas restrictivas y a convertirse en una sociedad vigilante que busca infractores y culpables.

7. Vacuna y después, ¿qué?

Vacuna coronavirus: La OMS reconoce 198 proyectos que ya han encontrado un candidato a vacuna.

Vacuna coronavirus: La OMS reconoce 198 proyectos que ya han encontrado un candidato a vacuna y se encuentran en fase experimental. ISTOCK

Esperamos la vacuna contra el coronavirus como el bálsamo de Fierabrás, que pondrá punto y final a la pandemia. Más cuando los últimos estudios apuntan a la nula eficacia de los fármacos más utilizados contra la COVID, salvo el antiinflamatorio dexametasona, que sí reduciría la mortalidad en pacientes graves, según los expertos.

Por eso, se sigue con atención la carrera por la vacuna y las 30 millones de dosis que llegarían a España de la que es la candidata más prometedora, de la farmacéutica AstraZeneca. Ahora se nos dice que las primeras vacunas podrían llegar en la primavera de 2021.

Necesitamos la vacuna para someter al virus porque contener la trasmisión limitando los contactos sociales no es sostenible a largo plazo. "No parece realista pensar que dominaremos la pandemia manteniendo restricciones por tiempo indefinido, hasta alcanzar una inmunidad natural de la que tampoco sabemos con certeza si será duradera", afirma a RTVE.es la bióloga Isabel Sola, jefa del laboratorio del Coronavirus CNB-CSIC .

La primera noticia de que uno de los candidatos a vacuna ha completado con éxito la fase III de ensayos clínicos, demostrando que es eficaz y segura, no será todavía el final, sino el principio del finalIsabel Sola, bióloga del CNB-CSIC

Sin embargo, el porcentaje de españoles que no se vacunarían inmediatamente contra la COVID-19 cuando se tenga la vacuna asciende al 43'8%, por el 40,2 % que sí lo haría, una resistencia que habrá que combatir con mensajes claros sobre la seguridad de esta solución.

"Sabemos que las vacunas son la forma más efectiva de combatir las infecciones. Las vacunas han conseguido erradicar virus que han devastado la humanidad durante siglos, como la viruela y la poliomielitis. La vacunación masiva frente a enfermedades infecciosas en las últimas décadas es precisamente la que nos ha permitido vivir con la normalidad que hemos conocido hasta ahora", argumenta Sola.

Y aunque la vacuna llegue pronto a España, lo que pase después dependerá de cómo le vaya al resto de países, advierte José Jonay Ojeda, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS). "Cuando tengamos una vacuna efectiva en la mayor parte de la población, no tendrá el mismo impacto en todos los países. Tener vacuna no significa que recuperaremos la movilidad. No será rápido volver a viajar por el mundo como antes".

8. ¿Sanidad o economía?

La incertidumbre de vivir en ERTE desde marzo

Cada medida para doblegar la curva de la pandemia ha reducido también la de la economía. El confinamiento domiciliario trajo consigo no solo el teletrabajo, sino también los teletrabajoERTE, en especial pequeñas y medianas, las más frágiles del tejido productivo y también las más abundantes en el país. En la balanza de los decisores políticos ha estado continuamente el cálculo de los efectos sanitarios y económicos de las restricciones.

Un dilema falso -porque no hay una sin la otra- , pero también presente en la cabeza de los ciudadanos, que ven con tanto temor la crisis sanitaria como sus consecuencias económicas, como muestra el último barómetro del CIS, según el cual la preocupación por el paro baja a su mínimo histórico, y la preocupación por los problemas económicos está al mismo nivel o por encima de lo relacionado con el peligro sanitario de la COVID-19.

En España este debate ha tenido como paradigma el de qué hacer con la hostelería. Por una buena razón, por encima de los tópicos: es el país con más bares y restaurantes por persona de todo el mundo, uno por cada 175 habitantes, sumando en total 277.539 establecimientos, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). El sector emplea a 1,7 millones de personas y recauda el 4,7 % del PIB.

9. La pobreza: retorno y salida

La pandemia agudiza la pobreza en España

En España también han resurgido las "colas del hambre" y cada vez son más las personas que aguardan en ellas alimentos para comer. La crisis del coronavirus ha recrudecido la desigualdad social y ha disparado los índices de pobreza. Los bancos de alimentos atienden a más de 1,5 millones de personas; muchos desempleados, otros pensionistas, algunos sin derecho a paro por la ausencia de contrato.

Y la principal medida puesta en marcha por el Gobierno para ayudar a las familias sin recursos, el ingreso mínimo vital, no llegará a todo el mundo. Del millón de solicitudes presentadas, 180.000 han sido denegadas, y el Gobierno asume que llegará a 300.000 familias menos de lo previsto cuando lo aprobó.

¿Qué letra tendrá la recuperación? Nos han hablado de la V, la L, la U, la W, la Z y ahora, la K. La K, afirman los expertos, es una salida de la crisis asimétrica, en la que determinados países, sectores económicos y mercados salen mucho mejor de la crisis que otros. Esta ensalada alfabética ilustra que el horizonte económico a largo plazo es difícil de pronosticar. "Mientras no haya una salida clara a la pandemia, en términos de confianza y también de movilidad, habrá sectores que padezcan más que otros", ha vaticinado en TVE José Miguel Maté, consejero delegado de la sociedad gestora Tressis.

De momento, la única certeza es que cuando acabe la emergencia sanitaria, la social va a persistir más años y que una generación de españoles va a encadenar dos décadas consecutivas de crisis.

10. Exceso de muertes (que no queremos ver)

Entre los países más habitados, España siempre ha sido de los que más muertes con coronavirus han sufrido en relación a su población. Con más de 34.300 muertos, es el sexto, con 72 fallecimientos por cada 100.000 habitantes, en Europa solo por detrás de Bélgica (91), en un ránking que encabeza Perú y en el que siete de los diez primeros países son americanos. El balance partir de los registros civiles elevaría la mortalidad aún más, entre los 48.000 fallecidos solo entre los meses de marzo y junio, según los datos de Eurostat, y los más de 54.800 entre enero y septiembre que estima el Intituto Nacional de Estadística (INE).

La muerte ha invadido nuestra vida, pero, abrumados por las estadísticas, nos ha costado ver las biografías detrás de las cifras de fallecidos. Las imágenes de ataúdes eran casi un tabú, y se ha reclamado el interés público de ver la crudeza de la situación dentro de los hospitales, ser testigos de que la gente, mayor y joven, moría. Ver para creer.

Dentro de la UCI del Hospital 12 de Octubre: "Hablamos de rebrote, pero esto nunca se ha ido"

Vicente Esplugues fue uno de los cinco sacerdotes elegidos para rezar un responso diario en la morgue montada en el Palacio de Hielo de Madrid, donde aguardaban los féretros de los fallecidos con COVID-19 para ser incinerados. Él no piensa que se necesite una ración de apóstol Tomás: '¿Porque me has visto has creído?'.

"De alguna manera todos hemos tenido gente cercana afectada por la COVID, no me hubiera hecho falta ir al Palacio de Hielo para darme cuenta de la gravedad", afirma a RTVE.es. Otra cosa es que, pese a todo, "no hay empatía, pasamos del dolor ajeno y vamos a la nuestra".

En nuestro paraíso artificial, un bichito nos recuerda que somos muy vulnerables y que todo lo que tenemos en el programa se puede ver modificado y no depende de nosotrosVicente Esplugues, sacerdote

Sí lamenta que el individualismo esté tan arraigado que "una pandemia no modifica nuestro comportamiento" -como en la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón: 'No se convencerán aunque resucite un muerto', apostilla-. A su juicio, de la pandemia hay que "aprender otra manera de vivir", no la del "necio que se evade" sino la del "sabio que acoge la realidad" y se transforma.

¿Un mundo mejor?

Vivimos en medio de una pesadilla, pero incluso en los peores momentos hemos avistado la posibilidad de un mundo mejor al final de la odisea. Despojados de nuestras libertades cotidianas, cautivos entre cuatro paredes, colgamos arcoíris de las ventanas y creímos de verdad que "todo saldrá bien".

Obligados a frenar y paralizados como nunca antes, aspiramos para el futuro a una transformación individual y colectiva. Imaginamos proyectos para reconfigurar los espacios públicos, ciudades amigables para la movilidad sin aglomeraciones; nos planteamos una nueva mirada a la civilización más allá de las ciudades, recuperar la España vaciada, que se nos hacía desprovista de servicios para soportar una pandemia y ahora se nos aparece como una tierra de oportunidades que colonizar.

Ampliar una digitalización bien entendida para un mundo mejor conectado. Dotar a la sanidad local y global de los recursos para estar preparados de verdad para la próxima pandemia. Una oportunidad para ser, de verdad, mejores.