Enlaces accesibilidad
Coronavirus | Andalucía

Objetivo: dejar atrás la droga en mitad de un duro aislamiento

Por
Objetivo: dejar atrás las drogas en mitad de un duro aislamiento

El aislamiento puede provocar tristeza, angustia, irritación... Algo que sufrían muchos de los que ahora viven en la Comunidad Terapéutica Poveda, un centro de rehabilitación en Mairena del Alcor, Sevilla. En él están ahora doblemente confinadas una veintena de personas que trabajan cada día para que su adicción a las drogas forme parte del pasado cuanto antes.

“Muchos de ellos sufren una patología dual ya que a los problemas de adicción se les suman problemas de salud mental como depresiones, problemas de ansiedad, obsesiones, histeria”, nos cuenta Antonio Morales, psicólogo y presidente de la Asociación Poveda. Lo encontramos en una sesión grupal con algunos de estos internos. Hoy les pide que intenten describir lo que sienten. Impotencia o nerviosismo son algunas de las sensaciones que confiesan, en corro, los ocho participantes, cada uno con sus mascarillas para protegerse de posibles contagios de COVID-19.

Aquí llevo mejor el confinamiento que en mi casa

Una de ellas, María, nos asegura: “Venía de mi casa que no salía ni de día ni de noche. Yo no tenía ni ganas de vivir ni ganas de comer”. El desencadenante, nos cuenta, de su adicción a las drogas fue “un duelo patológico a causa de la muerte de mi madre”. Asegura que estaba por los suelos y que, cuando inició aquí su recuperación, estaba enferma con una fuerte depresión por eso, nos confiesa, “aquí llevo mejor que en mi propia casa el confinamiento ya que estoy rodeada de psicólogos, asistentes sociales y un montón de profesionales que me ayudan muchísimo”

Más aislados ahora a causa del estado de alarma

Las medidas para frenar el coronavirus les impiden ver a sus familias o pasar unos días en casa durante el tratamiento, aumentando así, nos dicen, su sensación de aislamiento. “Algunos de ellos están sufriendo cambios emocionales, de tristeza, de ansiedad, de irritabilidad o angustia, también trastornos de sueño”, detalla Antonio Morales.

A Zeus, de 27 años, su relación con las drogas derivó en problemas de agresividad con su familia, sus compañeros de trabajo y sus amigos. “Estaba cada vez más aislado, quería estar siempre solo para poder consumir. Desde los 14 años huía de casa de mis padres y sólo quería fumar porros y esnifar cocaína”, nos cuenta.

Solo pienso en el aquí y el ahora y descubro que me siento bastante bien

Tres meses lleva en este centro y reconoce que va a mejor, que ahora es más paciente y controla mejor su agresividad. “Intento no pensar en el futuro. Solo pienso en el aquí y el ahora y descubro que me siento bastante bien. Yo pensaba que de la droga no se podía salir y, al contrario. Ahora tengo más fuerzas y más ganas”. Asegura que lo que más echa de menos ahora es poder ver a sus padres. “No saber cuándo podré volver a verlos me da mucha ansiedad”, reconoce. Ahora, el contacto con sus familiares es telefónico.

Tanto Zeus como María coinciden en que quieren permanecer en este vagón el tiempo necesario para alejarse de una realidad que les consumía; una realidad en la que las palabras futuro y esperanza cada día aparecía más desdibujadas.