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Sentencia de los ERE

Así funcionó el "sistema fraudulento" de los ERE durante una década en Andalucía

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Así funcionó el "sistema fraudulento" de los ERE durante una década en Andalucía

Entre los años 2000 y 2011, la Junta de Andalucía, gobernada por el PSOE, puso y mantuvo en funcionamiento un "sistema fraudulento" de subvenciones ajeno a los debidos controles fiscales y por el que fueron concedidos arbitrariamente 680 millones de euros. La Audiencia de Sevilla condenó por ello, en noviembre de 2019, a los expresidentes andaluces José Antonio Griñán a seis años de prisión y 15 de inhabilitación y a Manuel Chaves a nueve de inhabilitación, entre otros responsables de este entramado. Ahora, más de año y medio después, el Tribunal Supremo ha confirmado todas las condenas, por lo que Griñán deberá entrar en prisión.

[Sentencia completa del caso de los ERE en pdf: parte 1 | parte 2]

La sentencia de los ERE consideró probada la existencia de un sistema por el que las subvenciones sociolaborales para empresas en crisis salieron de su cauce legal hacia otro que eludía los controles fiscales correspondientes y por el que se lucraron múltiples empresas, en ocasiones vinculadas a un mismo propietario y que en ocasiones "carecían de actividad ni empleados". Una realidad opuesta a las casi 200 compañías que, por ausencia de convocatoria y publicidad del proceso de concesión de las ayudas, se vieron "privadas del derecho a acceder a las ayudas" que les hubieran permitido mantener su actividad empresarial, evitando cierres. De entre las más de 1.800 páginas de sentencia, la Audiencia de Sevilla resume la trama fraudulenta de la siguiente manera.

El origen: dos modificaciones presupuestarias para eludir controles

Entre 1999 y la primera parte del año 2000 las subvenciones laborales para casos como los ERE funcionaban de forma legal a través de las partidas del programa presupuestario 22E, aunque la Consejería de Empleo “utilizaba ordinariamente lo que debiera ser extraordinario”, es decir, la figura de la subvención excepcional. Un hecho que en ocasiones sufría retrasos debido a los informes desfavorables del Gabinete Jurídico y por los reparos del Interventor Delgado.

"La necesidad política de dar una respuesta inmediata a los grandes conflictos sociolaborales llevó a los responsables de la Junta de Andalucía a establecer un sistema ágil, si bien tal agilidad se consiguió eliminando los mecanismos de control legalmente", reza el fallo.

El fraude se gestó en el año 2000, cuando el Consejo de Gobierno de la Junta, presidido por el socialista Manuel Chaves, aprobó dos modificaciones presupuestarias tramitadas por la Consejería de Hacienda, que presidía Magdalena Álvarez y se mantuvieron con José Antonio Griñán al sucederla en el cargo.

La primera modificación fue una Transferencia de Financiación por la que las partidas de las subvenciones pasaron de la Consejería de Empleo a ser gestionadas por el Instituto de Fomento de Andalucía (IFA) -posteriormente IDEA-. Y con la segunda modificación presupuestaria, se redujeron los fondos del programa presupuestario 22E -de la Consejería-, e incrementaron de forma “legalmente inapropiada” la partida 440.01 de “transferencia al IFA en materia de Relaciones Laborales”.

El tribunal considera que la “única conclusión razonable” para dichas modificaciones -que se incluyeron en el presupuesto de 2002 y se mantuvieron hasta el año 2009- fue evitar la tramitación de los expedientes de concesión de subvenciones, “con los requisitos legalmente establecidos para su otorgamiento, así como la fiscalización previa por parte de la Intervención”.

Además, en julio de 2001 el Consejero de Empleo, José Antonio Viera Chacón, y el presidente del Instituto, Antonio Fernández García -también entonces viceconsejero de Empleo- firmaron un convenio por el que el Instituto recibe “una misión concreta: pagar el importe de la ayuda que le ordenara el Director General de Trabajo”, que entonces era el también condenado Francisco Javier Guerrero, responsable de gestionar las subvenciones excepcionales dentro del programa 22E -y luego 31L-. Todo ello, pese a que el Director General de Trabajo “carecía de competencia legal para la concesión de subvenciones”.

Gastos ficticios, desfases presupuestarios y descontrol

Las transferencias de financiación, explica la sentencia, están justificadas únicamente para "compensar las pérdidas de una entidad empresarial pública" -que en este caso sería la Consejería de Empleo-. Por eso, la Audiencia de Sevilla deduce que “era aritméticamente necesario hacer figurar en el IFA-IDEA gastos ficticios -que nunca se iban a producir- que originaran pérdidas, logrando así el necesario equilibrio presupuestario de esa”.

Además, el nuevo sistema permitió que los fondos se otorgaran directamente a las empresas -en lugar de a los trabajadores- con “la ausencia de control alguno” sobre la pertenencia a dichas empresas de las personas beneficiarias de las ayudas públicas. De hecho, el sistema orquestado "permitió la inclusión de beneficiarios que nunca habían pertenecido a las empresas ayudadas por la Consejería de Empleo".

El ex interventor general de la Junta, Manuel Gómez Martínez, advirtió hasta en quince informes de las irregularidades, pero no tomó medidas -ha resultado absuelto en el caso-. Con todo ello, el Interventor del IFA “quedó limitado a la verificación de la recepción de los fondos procedentes de la Consejería de Empleo y a su aplicación a los destinatarios”. No había, por tanto, control sobre los procedimientos de concesión de subvenciones, ya que esta actividad era competencia de la Consejería de Empleo.

Otra consecuencia de las transferencias de financiación y del aumento de las partidas en el IFA-IDEA es que se produjeron los desfases presupuestarios, es decir, que “de manera reiterada que se pagaron por la entidad subvenciones del programa 31L en cuantía superior al crédito que la Consejería de Empleo utilizaba para su concesión”. Por ello, la Consejería de Empleo comenzó a utilizar el sistema de “pagos cruzados” por el que en la misma partida incluía pagos de objetos diferentes.

Por todo ello, la Audiencia considera que “la Consejería de Empleo disponía de los fondos públicos del programa 22E/31L, sin sujeción a procedimiento alguno, sin control de la Intervención, sin exigir la más mínima acreditación de una situación que legitime la percepción de la supuesta ayuda, sin necesidad de justificar el empleo o uso del dinero que se recibía. En definitiva, permitía el enriquecimiento de empresas, a través del ahorro de gastos, y de terceros, ajeno a cualquier interés social o público debidamente acreditado”.

Concluye explicando que la trama, “desde el punto de vista presupuestario”, finaliza “con la elaboración del anteproyecto de ley de presupuestos para el ejercicio 2010”, cuando se abandona el uso de la partida presupuestaria de transferencias de financiación al IFA-IDEA.

Griñán y otros siete altos cargos de la Junta, a prisión

Más allá de Griñán, también deberán en prisión otros siete ex altos cargos, todos ellos condenados a entre seis y siete años. Son el exconsejero de empleo Antonio Fernández, quien recibió la mayor condena -siete años y 11 meses-, su antecesor e histórico del PSOE andaluz José Antonio Viera, la viceconsejera con Griñán Carmen Martínez Aguayo, el exconsejero de Obras Públicas y Transporte y de Innovación, Ciencia y Empresa Francisco Vallejo, el viceconsejero de Empleo Agustín Barberá, el viceconsejero de Innovación, Ciencia y Empresa Jesús María Rodríguez, el director general de la Agencia IDEA Miguel Ángel Serrano.

Para otros acusados, además de Chaves, se confirman penas de inhabilitación de nueve años por delitos continuados de prevaricación. Es el caso de la antecesora de Griñán en la Consejería de Economía y Hacienda Magdalena Álvarez, que también fue ministra de Fomento y vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Otros condenados son Gaspar Zarrías, consejero de la Presidencia de la Junta de la etapa de Manuel Chaves, el exviceconsejero de Economía y Hacienda y expresidente de Renfe José Salgueiro, el ex director general de Presupuestos en la Junta Antonio Vicente Lozano y Jacinto Cañete, ex director general de la Agencia IDEA.