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El 'violador del ascensor' pide perdón por las cuatro agresiones sexuales que se le imputan: "Me considero culpable"

  • Pedro Luis Gallego, 'el violador del ascensor', se enfrenta a 90 años de cárcel por dos violaciones continuadas y dos tentativas
  • Condenado a 273 años por dos asesinatos y 18 violaciones, salió en 2013 al derogarse la 'doctrina Parot'. Reincidió en 2016

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El 'violador del ascensor' pide perdón por las cuatro agresiones sexuales

Pedro Luis Gallego, comocido como el "violador del ascensor" por más de 20 violaciones y dos asesinatos juzgados en los 90, se ha reconocido culpable de las dos violaciones consumadas y dos en grado de tentativa por las que se le juzga, cometidas en Madrid a finales de 2016 y principios de 2017.

El acusado ha declarado en la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Madrid durante una hora y ha reconocido los hechos por primera vez: "Me considero culpable", ha dicho al ser preguntado por el tribunal. También ha pedido perdón varias veces a todas sus víctimas.

Tras su confensión, el fiscal ha rebajado de 96 a 90 años la petición de cárcel, con 25 años de cumplimiento efectivo y que no se pueda beneficiar de permisos carcelarios y que, una vez que sea excarcelado, se aleje durante diez años de sus víctimas y de Madrid.

La declaración de una víctima

Una de las cuatro víctimas pudo revelar a los investigadores un 'croquis' detallado de la casa de Segovia donde sufrió las agresiones sexuales a pesar de ir con los ojos vendados desde que fue abordada en los alrededores del Hospital de La Paz hasta su liberación en el mismo lugar.

Este dato clave para la investigación policial que dio con el asesino en serie se ha desvelado en el juicio poco antes de quedar visto para sentencia. Las víctimas se han limitado a ratificar tras un biombo sus denuncias para evitar el duro relato de lo vivieron.

"Mi clienta no solo le reconoció en la rueda de reconocimiento. Cuando fue liberada del secuestro facilita un croquis porque es arquitecta y lo hizo a pesar de que tenía los ojos vendados", ha detallado.

Además, ha reprochado al acusado que les haya "fastidiado la vida". "Mi clienta sigue con tratamiento psicológico. Este desastre lo van a recordar siempre. Hay que valorar la gravedad de los hechos en su justa medida", ha dicho.

"Un impulso que no puedo controlar"

"Le hablo con el corazón en la mano, sabiendo que me voy a morir en la cárcel", ha dicho este jueves ante el tribunal con semblante sereno Pedro Luis Gallego, y ha añadido: "Estoy arrepentido de todo lo que he hecho e incluso de haber nacido".

"Yo me considero una víctima de mí mismo. Tengo un impulso que no puedo controlar", ha asegurado, explicando que tuvo que acudir a una psicóloga de pago para controlar sus impulsos al negarle la prisión acudir a los programas específicos para delincuentes sexuales, según ha declarado.

Fuentes de Instituciones Penitenciarias han aclarado que Gallego no ha solicitado terapias en estos dos años de prisión preventiva.

"Tengo una obsesión que no puedo controlar. Mi vida ha sido un fracaso y nunca he tenido armas para contrarrestar este impulso. Solicito que se me den programas de tratamiento, aunque quizá sea tarde porque moriré en prisión", ha recalcado y ha confesado que se intentó quitar la vida porque no tenía que haber nacido.

Reincidente en libertad

Gallego ya fue condenado en su momento a 273 años de cárcel por el asesinato de Leticia Lebrato, de 17 años, en Valladolid, y de Marta Obregón, de 19, en Burgos, además de otras dieciocho agresiones sexuales.

A pesar de ser un "violador en serie", fue excarcelado en noviembre de 2013 tras materializarse la derogación de la Doctrina Parot, que redujo el tiempo en prisión con carácter retroactivo, sobre sus actuaciones entre los años 70 y 90. Gallego no había sido vigilado por la Policía desde su excarcelamiento.

Cuatro agresiones en Madrid

Antes del juicio, la abogada de la asociación Clara Campoamor, Ángeles López, que representa a una de las víctimas, ha afirmado que esta causa ha estado "muy bien instruida" y es "sólida" ya que la Policía Nacional ha hecho un buen trabajo con pruebas de ADN, restos de fibras y huellas. "Lo lógico es que le condenen", ha agregado la letrada.

La primera acción delictiva que la Fiscalía imputa ahora al acusado se produjo el 16 de diciembre de 2016 sobre las 23.35 horas. Fue entonces cuando abordó "repentinamente" en una calle situada en la zona norte de Madrid con una pistola intimidatoria a una joven de 17 años de edad. Varios viandantes impidieron que se llevara a la joven y la chica solo resultó herida leve en su rodilla.

Secuestro y agresiones continuadas

Dos meses después, el 19 de febrero de 2017, Pedro Luis Gallego Fernández acudió sobre las 00.00 horas a otra calle también situada en la zona norte de Madrid donde tras encañonar a una joven con una pistola le llevó hasta su coche, "la tapó con un gorro los ojos, la ató las manos por la espalda con bridas y la tumbó en el suelo de los asientos traseros del vehículo".

A continuación la llevó hasta un domicilio situado en Segovia "donde maniatada e impedida de toda visión tuvo que soportar del procesado que la agrediera sexualmente en cinco ocasiones". Sobre las 14:30 horas del día siguiente dejó a la víctima en una calle de Madrid "previo lavado del cuerpo para evitar dejar vestigios".

La víctima, a la que le sustrajo su teléfono móvil, auriculares así como 50 euros, perdió el curso que estaba estudiando ya que estuvo sometida a tratamiento psicológico por estos hechos.

Otra víctima logró huir

El tercer hecho delictivo se refiere a unos hechos ocurridos sobre las 01:40 horas del 2 de abril de 2017 cuando abordó en plena calle a otra joven a la que exigió a la fuerza que se introdujera en el coche, "llegando a empujones a meterla dentro del vehículo". La víctima logró huir del lugar.

La última acción delictiva ocurrió sobre las 22.45 horas del 14 de abril de 2017 también en una calle de Madrid cuando el procesado abordó a otra mujer a la que tras colocarle una pistola en la cabeza la introdujo "a empujones" en un coche.

"Tras darle leves golpes, la puso una brida y luego una cinta de pegar de pintor en las manos y tras taparle los ojos la sentó en el asiento del copiloto llevándola hasta la gasolinera", donde la obligó a mantener relación sexual completa".

A continuación el acusado llevó a la mujer hasta Segovia donde durante más de seis horas la estuvo forzando sexualmente. Al amanecer la limpió y la llevó nuevamente a Madrid abandonándola en la calle.

Modus operandi

La línea de investigación partió del vehículo de marca Toyota Auris que captó las cámaras de un punto de tráfico situado en el distrito Fuencarral-El Pardo. Comenzaron a rastrear entre un total de 75.000 coches que les dio tráfico de ese modelo en Madrid. A partir de las matrículas, se fueron descartando opciones.

Estos datos se añadieron a un teléfono fijo del dueño de uno de los Toyotas detectados en la calle Herrera Oria con la Masó a nombre de un tal Eliseo, cuñado de Pedro Luis Gallego. Tras aparecer el nombre del acusado, comprobaron la cantidad de antecedentes por agresiones sexuales que tenía la persona identificada.

En el registro de su coche y de su vivienda, los investigadores hallaron bridas y las gafas de sol que describían las víctimas. Tras el análisis de su móvil, se observan los desplazamientos de Segovia a Madrid en los cuatro días de los hechos juzgados. Tras los hechos, las víctimas tenían restos de AND en diferentes partes de su cuerpo.

El acusado, que permanece en prisión desde el 16 de junio de 2017, se enfrenta a una petición que el fiscal ha rebajado de 96 a 90 años de cárcel. El pasado julio, se intentó suicidar en su celda en el centro penitenciario de Herrera de la Mancha (Ciudad Real).

La acusación ve sustancialmente los mismos delitos que la Fiscalía, aunque pide quince años por el delito de secuestro en lugar de los once que solicita el Ministerio Público.

El juicio se ha resuelto durante la mañana de este jueves ya que el acusado se declaró culpable al inicio, tras lo que las acusaciones particulares renunciaron a la práctica de las pruebas en la sala y solo declararon las cuatro víctimas -a puerta cerrada y con biombo para no ver al agresor- y la instructora del caso de Policía Nacional.

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