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Trump ordenará el traslado a Jerusalén de la embajada de Estados Unidos en Israel

  • EE.UU., único país del mundo que reconocerá Jerusalén como capital israelí
  • El presidente estadounidense ha comunicado su decisión al palestino, Abás
  • También ha hablado con los líderes de Jordania, Arabia Saudí, Egipto e Israel
  • Los palestinos avisan de las "peligrosas consecuencias" para la región y el mundo

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El presidente de EE.UU., Donald Trump, posa ante las banderas de su país y las de Israel
EE.UU. se convierte en el único país del mundo que reconoce a Jerusalén como capital de Israel.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunciará este miércoles su reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y ordenará trasladar allí la embajada, que ahora está en Tel Aviv, según han adelantado altos funcionarios de su Gobierno, que pidieron el anonimato. Esta decisión puede incendiar aún más una de las regiones más inestables del mundo, ya que los palestinos reivindican la triple Ciudad Santa como capital de su futuro Estado.

Según han explicado las fuentes de la Casa Blanca, Trump "reconoce que las fronteras específicas de la soberanía israelí en Jerusalén estarán sujetas a negociaciones de estatus final" con los palestinos, y seguirá apoyando el "statu quo en el Monte del Templo" o Explanada de las Mezquitas, situado en la parte palestina de la ciudad.

Estados Unidos se convertirá así en el único país del mundo que reconoce como capital de Israel a Jerusalén, donde ningún Estado tiene su embajada debido a que, tras la anexión israelí de la parte oriental de la ciudad en 1980, la ONU llamó a la comunidad internacional a retirar sus legaciones de la Ciudad Santa.

Aunque Israel considera a Jerusalén su capital, la soberanía del país sobre Jerusalén Este no está reconocida por gran parte de la comunidad internacional, y los palestinos quieren establecer allí la capital de su futuro Estado.

Este anuncio ha provocado ya las primeras protestas en las calles palestinas, donde grupos de personas han quemado carteles con la imagen del presidente estadounidense.

Un grupo de palestinos quema unos carteles con la imagen de Donald Trump

Un grupo de palestinos quema unos carteles con la imagen de Donald Trump, en una plaza de la ciudad cisjordana de Belén, después de que el presidente de EE.UU. anunciase que trasladará a Jerusalén la embajada de su país en Israel. AFP PHOTO / Musa AL SHAER

Un traslado que llevará "3 ó 4 años"

En un discurso a las 13:00 horas del miércoles (19 h. en horario español peninsular), Trump ordenará al Departamento de Estado que "comience un proceso" para trasladar a Jerusalén la embajada estadounidense en Israel, pero ese proceso llevará "años", han explicado las fuentes estadounidenses.

"Hay alrededor de 1.000 personas trabajando en la Embajada en Tel Aviv, y no tenemos una instalación que pueda acogerlos en Jerusalén. Llevará tiempo encontrar un lugar, asegurarnos de que es seguro, diseñar una nueva embajada y construirla", ha agregado.

"Hoy en día, no puede construirse ninguna embajada estadounidense en ningún lugar del mundo en menos de 3 ó 4 años. Ése será el caso también" en Jerusalén, ha puntualizado otro alto funcionario.

La Casa Blanca justifica su decisión en "un reconocimiento de una realidad, tanto histórica -Jerusalén ha sido la capital del Estado judío desde la antigüedad- como moderna, porque ha sido la sede del Gobierno israelí desde la fundación moderna de ese Estado en 1948", según han indicado las fuentes citadas.

"El presidente cree que este es el momento adecuado y el paso adecuado que dar, especialmente con respecto a sus esperanzas de que se pueda alcanzar un acuerdo de paz", han añadido.

La Administración Trump no cree que el anuncio pueda perjudicar las perspectivas de un proceso de paz en la región, a pesar de que los palestinos han advertido de las "peligrosas consecuencias" que tendría esa medida en el futuro de sus estancadas negociaciones con Israel.

"La localización física de la embajada estadounidense no es un impedimento para la paz", han asegurado los funcionarios.

"Esto es un cambio a una política de ambigüedad [sobre dónde debe estar la embajada estadounidense en Israel] que no ha funcionado durante los últimos 22 años", han agregado.

Uno de los escollos principales para la paz

La soberanía sobre Jerusalén es uno de los grandes escollos para la paz entre israelíes y palestinos: aunque Israel considera a Jerusalén su capital y mantiene el control efectivo sobre la urbe, la mayoría de la comunidad internacional no reconoce que tenga soberanía sobre Jerusalén Este y, por ese motivo, mantiene su aparato diplomático en Tel Aviv y sus suburbios.

Estados Unidos, por su parte, mantiene una postura peculiar, ya que una ley aprobada en el Congreso en noviembre de 1995, la Jerusalen Embassy Act, estipula que la representación diplomática de Washington en Israel debe ubicarse en Jerusalén, lo que implica reconocer de facto a esta ciudad como la capital israelí.

Trump, ante el Muro de las Lamentaciones

Sin embargo, durante las últimas dos décadas se ha ido encadenando una cláusula de la ley que exime al Gobierno estadounidense de aplicarla en función "de los intereses nacionales", de forma que todos los presidentes que han pasado por la Casa Blanca desde finales de los años 90 han renovado esa cláusula cada seis meses. De este modo, Estados Unidos mantiene, como la mayoría del resto de potencias mundiales, su embajada en Tel Aviv.

El propio Trump, que durante la campaña electoral que le llevó a la Casa Blanca había prometido el traslado de la embajada, renovó la cláusula en junio con el argumento de "maximizar las oportunidades de negociar con éxito un acuerdo entre Israel y los palestinos", lo que provocó una considerable decepción en el Gobierno israelí.

Ahora, dado el tiempo que llevará trasladar la embajada a Jerusalén, Trump firmará este miércoles una orden que le permite postergar durante otros seis meses la aplicación de esa ley 1995, que hasta ahora ningún presidente estadounidense ha implementado.

Los palestinos avisan de que traerá "una violencia horrible"

Antes de dar a conocer ese paso, Trump ha telefoneado en primer lugar al presidente palestino, Mahmud Abás, para informarle "de su intención de trasladar la embajada de Estados Unidos" a Jerusalén, según un comunicado hecho público por la Autoridad Nacional Palestina, que indica que Abás le ha advertido de las "peligrosas consecuencias de una decisión así sobre el proceso de paz, la seguridad y la estabilidad en la región y en el mundo".

Este mismo martes, el asesor presidencial palestino Nabil Shaath ya había subrayado de que un traslado de la embajada estadounidense traería "una violencia horrible" a la región, aunque la nota de la Autoridad Palestina es más comedida: "El presidente [Abás] reafirma nuestra firme posición de que no hay ningún Estado palestino sin Jerusalén Oriental como su capital, de acuerdo con las resoluciones de legitimidad internacional y a la iniciativa de paz árabe", reza el texto.

Y Hamás, la organización radical palestina que controla la Franja de Gaza y que ya había avisado de posibles represalias, ha denunciado que la decisión de Trump "vulnera todas las líneas rojas".

Tras la conversación con Trump, Abás se ha embarcado en una ronda diplomática de urgencia para intentar frenar la medida: según ha explicado su portavoz, Nabil Abu Rudaina, el líder palestino se ha puesto en contacto con el papa Francisco; el presidente ruso, Vladímir Putin; el presidente francés, Emmanuel Macron, y la casa real de Jordania para solicitarles su respaldo en este asunto.

Contactos de Trump con líderes de la región

Trump, mientras tanto, ha llamado al rey Abdalá de Jordania para avanzarle su "intención de seguir adelante con su proyecto de trasladar la embajada estadounidense", según explica un comunicado de la casa real del país árabe, que tiene a su cargo la custodia de los lugares sagrados musulmanes de Jerusalén.

Según la agencia de noticias estatal, Petra, el monarca ha avisado a Trump durante su conversación del "peligro de tomar cualquier decisión fuera del marco de una solución global que garantice el establecimiento de un Estado palestino con Jerusalén Este como capital" y ha señalado que la decisión "tendrá reflejos peligrosos sobre la seguridad y la estabilidad de Oriente Medio".

En la misma línea se han manifestado el presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, y el rey de Arabia Saudí, Salman bin Abdelaziz, que también han recibido la llamada de Trump. Así, Al Sisi ha prevenido contra "la adopción de medidas que puedan perjudicar las oprtunidades de paz en Oriente Medio" y "complicar" la situación en la región, mientras que Riad ha tachado de "injustificada" la decisión y ha advertido de "la cólera de los musulmanes".

El último contacto diplomático de Trump ha sido con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, aunque el Gobierno de Israel no se ha pronunciado al respecto.

Estados Unidos refuerza sus medidas de seguridad

El estallido de manifestaciones e incluso revueltas violentas en Oriente Medio y en todo el mundo árabe y musulmán es una de las consecuencias probables de la controvertida decisión que parece haber adoptado Trump, hasta el punto de que, según medios israelíes recogidos por Efe, Estados Unidos ha puesto en alerta a sus embajadas en la región.

En cualquier caso, el Departamento de Estado ha prohibido al personal estadounidense todo desplazamiento de índole personal en la Ciudad Vieja de Jerusalén y en Cisjordania. Así, los movimientos autorizados se limitarán a los desplazamientos oficiales "esenciales", que deberán tener medidas suplementarias de seguridad.

También la comunidad internacional observa con alarma la iniciativa, hasta el punto que el presidente francés, Emmanuel Macron, llamó este lunes a Trump para expresarle su "preocupación" por el posible reconocimiento de Jerusalén como capital israelí, mientras la alta representante de la Unión Europea para la Política Exterior, Federica Mogherini, apostaba este martes por encontrar una solución "negociada" para esa ciudad.

En el ámbito musulmán, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha amenazado con la ruptura de las relaciones diplomáticas con Israel si Washington reconoce a Jerusalén como su capital.