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Crisis política en Brasil

Dilma Rousseff, la 'gerentona' brasileña se queda sin bastón de mando

  • La dama de hierro de la izquierda brasileña es apartada temporalmente del poder
  • No ha podido mantener la hegemonía del Partido de los Trabajadores
  • Su falta de diálogo y la recesión económica han mermado su liderazgo

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La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, en la cuerda floja.
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, en la cuerda floja.

Dilma Rousseff dice adiós al poder, al menos de momento. La "gerentona" brasileña estará apartada de su cargohasta que un juicio político dicte sentencia sobre su papel en las presuntas irregularidades fiscales de su gobierno durante 2014 y 2015.

La presidenta brasileña fue reelegida en 2014 en las elecciones más ajustadas y polarizadas en la historia de Brasil. La hegemonía del Partido de los Trabajadores parecía asegurado. La formación de Luiz Inácio Lula da Silva soñaba con 16 años al frente del país sudamericano, pero ha tenido que despertarse de un plumazo.

Primera mujer al frente del país más grande de Latinoamérica

Natural del tradicional estado de Minas Gerais, dos veces divorciada y abuela gracias a su única hija, Rousseff, de 68 años, es descendiente de un inmigrante búlgaro y de una profesora brasileña. En su juventud apoyó a grupos armados clandestinos que se oponían al régimen militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985 y a los 19 años fue torturada durante semanas en los tres años que pasó presa por el delito de "subversión".

Cuando dejó atrás esta fase de su vida, la "dama de hierro" brasileña, apodo por el que muchos la conocen debido a su fuerte carácter y a su fama de autoritaria, estudió economía y ocupó varios cargos técnicos en el gobierno regional en el estado meridional de Río Grande do Sul, donde inició carrera política y trabajó hasta que Lula la reclutó para su Gabinete en 2003.

En aquel entonces era una desconocida para la mayoría del electorado brasileño e incluso hubo voces dentro del PT que cuestionaron la decisión del carismático Lula. Poco pareció importarle al expresidente, quien la convirtió en su mano derecha y después la impuso como candidata del partido en las presidenciales de 2010. Un año después se convirtió en la primera mujer que gobierna en el país más grande de Latinoamérica.

Errores: falta de diálogo y los datos económicos

Su fuerte personalidad, que en ocasiones raya con la dureza, es algo que la estigmatiza como una persona carente de carisma, una faceta muy desarrollada de la personalidad de Lula. Este perfil autoritario la ha dejado aislada en la Presidencia. La pérdida de apoyo político de Rousseff se refleja ahora en el Congreso, donde exaliados y hasta recientes ministros de su gobierno apoyan el proceso para suspenderla y juzgarla.

Esa escasa simpatía no le ha impedido, sin embargo, convencer en dos ocasiones a más de la mitad de los 142,8 millones de votantes brasileños. De hecho, durante estas agitadas semanas, miles de partidarios de la 'gerentona' han salido a la calle para protestar contra el impeachment (juicio politico).

La economía ha sido su otro gran enemigo. Desde que inició su segundo mandato en enero de 2015, cerca de 1,8 millones de puestos de trabajo se perdieron en Brasil, motivo por el cual la tasa de desempleo subió hasta 10,9% en el primer trimestre de este año, según datos oficiales. Asimismo, se estima que en 2016 la recesión brasileña puede ser tan profunda como el año pasado (3,8%), que sumada a una inflación en torno a 10%, destruya los avances sociales que Brasil tuvo en tiempos recientes.

A pesar que la presidenta Rousseff sostiene que estos problemas responden a factores fuera de su control, como la caída en los precios de las materias primas, la desaceleración de China o una sequía en su país, expertos piensan que la mandatario no escuchó a los avisos de que el modelo de crecimiento basado en el consumo familiar se había agotado en Brasil.

Aciertos: avances sociales

Esta economista de 66 años se sitúa en el lado izquierdo del espectro político y destaca por su compromiso con las medidas de redistribución de la renta que sacaron de la pobreza a 30 millones de personas durante el gobierno de Lula, algo que le ha proporcionado el apoyo de las clases populares.

El gobierno de Rousseff ha ayudado a destapar el escándalo de Petrobras, promulgando en agosto de 2013 la “ley anticorrupción”, aunque luego aprobó cambios que algunos vieron como retrocesos. De hecho, la Fiscalía ha pedido autorización a la justicia para investigar a la presidenta por obstrucción a la justicia.

Durante su gobierno también se ha instalado una comisión para investigar los abusos del régimen militar en Brasil (1964-1985), que fue entregado en diciembre de 2014. En él se detallaron los métodos de tortura empleados por agentes del régimen, como aplicar choques eléctricos o cucarachas en los cuerpos de prisioneros, entre los que estuvo la propia mandataria en los años 70 durante su etapa guerrillera.

Otro de los logros de su primera legislatura fue la ley contra la desigualdad social. Se pidió reservas la mitad de los cupos de ingreso en universidades federales a estudiantes de liceos públicos negros, mulatos, indígenas y pobres, permitiendo que más de 150.000 negros ingresaran en la universidad.

En cuanto a su política exterior, la líder del PT apostó por reforzar la posición brasileña en el grupo de los países emergentes o BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), así como a promover un acercamiento entre los países del Mercosur y los de la Alianza del Pacífico.

Su relación con los Estados Unidos parece estancada tras el escándalo de espionaje en el que denunció que sus comunicaciones y correos electrónicos habían sido interceptados por los servicios de inteligencia norteamericanos.