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Los forenses concluyen que sólo una pelota de goma pudo provocar que Ester Quintana perdiera un ojo

  • Creen "improbable" que las lesiones las produjera un proyectil de precisión
  • Esa era la principal hipótesis de la defensa de los acusados

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Ester Quintana perdió el ojo tras la actuación policial durante la huelga general del 14 de noviembre de 2012
Ester Quintana perdió el ojo tras la actuación policial durante la huelga general del 14 de noviembre de 2012

Los forenses que examinaron las heridas de Ester Quintana han concluido este lunes que la manifestante recibió el impacto de una pelota de goma en el ojo y consideran "improbable" la tesis de la defensa de que pudo resultar lesionada por un proyectil de precisión.

Los peritos a los que el juez instructor encargó analizar las heridas de Quintana, así como los médicos que le trataron las lesiones oculares, han declarado este lunes en el juicio que se celebra en la Audiencia de Barcelona contra un subinspector y un escopetero de los Mossos acusados de reventar el ojo a la manifestante en la huelga general de 14 de noviembre de 2012.

Los forenses, con más de treinta años de ejercicio, han sido contundentes al concluir que, según su larga experiencia clínica y el análisis de la literatura médica internacional, Quintana perdió el ojo por el disparo de una bala de goma, dado que la manifestante no sólo tenía reventado el glóbulo ocular sino fracturada toda la órbita ósea que lo envuelve.

Por el contrario, los expertos han apuntado que las lesiones de Quintana "no pueden explicarse" como producidas por un proyectil de precisión -de material viscolástico y que lleva unida una base de plástico-, lo que socava la tesis de la defensa de que la manifestante pudo resultar herida por ese tipo de munición.

Uno de los oftalmólogos que trató a Quintana ha añadido que es "improbable" que su lesión ocular fuera causada por un objeto de un diámetro inferior al de una pelota de goma, de unos 50 milímetros mientras que el proyectil de precisión tiene 40, además de una "consistencia" muy distinta.

La gestión política agravó las consecuencias, según un perito

La gestión política del caso Quintana y su continua exposición pública ha dificultado su capacidad de recuperación y amenazan con convertir en "crónicas" las secuelas psíquicas de la manifestante, según ha concluido este lunes uno de los psiquiatras que la examinó.

El psiquiatra ha afirmado que, pese a la mejora que la víctima ha experimentado en su estrés postraumático tras varios años de tratamiento psicológico desde que perdió el ojo, existen distintos factores que están "cronificando" sus secuelas psíquicas, entre las que destacan su "escepticismo" y el deterioro de su capacidad para confiar "en el mundo y en el ser humano".

Para el perito, transcurridos cuatro años desde los hechos, las posibilidades de recuperación de Quintana en ese sentido son escasas, dado que ha sido víctima de un "entorno complejo", en el que ha sufrido una "exposición pública" permanente en un asunto además "politizado".

Según el psiquiatra, el hecho de escuchar en los medios "afirmaciones inciertas de los estamentos políticos" y personas que ponían en duda su versión ha generado en Quintana "un escepticismo crónico" del que difícilmente podrá resarcirse, pese a que la mujer ha hecho esfuerzos por acudir a manifestaciones superando el trauma que su vivencia le causó.

En cuanto revive los hechos o algo se lo recuerda, ha añadido el perito, Quintana vuelve a sufrir las pesadillas que le atormentaron el sueño durante los meses posteriores a resultar herida, en los que tuvo que recuperarse de una severa depresión.

El médico ha afirmado que el 14 de noviembre de 2012 provocó además un "cambio identitario" en Ester Quintana, que "ya no es la persona que era", se siente mucho menos segura de sí misma y tiene una percepción de la realidad "dañada y cronificada" y de concepción del mundo como "algo injusto".

Entre las secuelas en autonomía y psicomotricidad que arrastra la manifestante, el médico ha señalado su incapacidad de conducir, ir en bicicleta o hacer viajes, además de dificultades para subir escalones o alturas, lo que la relega a permanecer en "entornos conocidos".