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Acosadas, explotadas y víctimas de agresiones: la realidad de las refugiadas en Europa

  • Así lo denuncia Amnistía Internacional tras investigar decenas de casos
  • Mujeres y niñas cuentan las agresiones sufridas durante todo la travesía
  • También son agredidas dentro del territorio europeo sin protección de gobiernos

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Una mujer siria sujeta a su bebé nada más llegar al centro de registro de la isla griega de Samos.
Una mujer siria sujeta a su bebé nada más llegar al centro de registro de la isla griega de Samos.

Las mujeres y las niñas refugiadas que huyen de Siria e Irak sufren violencia, agresiones, explotación y acoso sexual en todas las etapas de su viaje también dentro del territorio europeo, sin que gobiernos y organismos de ayuda humanitaria les proporcionen siquiera garantías básicas de protección. Así lo ha denunciado este lunes Amnistía Internacional tras llevar a cabo una investigación sobre la situación de este grupo.

Esta organización de derechos humanos entrevistó el pasado diciembre en el norte de Europa a 40 mujeres y niñas refugiadas que habían ido de Turquía a Grecia para después cruzar los Balcanes. Todas ellas dijeron haberse sentido amenazadas e inseguras durante el viaje.

Además, muchas denunciaron que, en casi todos los países por los que habían pasado, los traficantes, el personal de seguridad u otros refugiados las habían sometido a malos tratos físicos y explotación económica, las habían manoseado o las habían presionado para que tuvieran relaciones sexuales con ellos.

Medidas de protección

"Tras vivir los horrores de la guerra en Irak y Siria, estas mujeres lo han arriesgado todo con tal de conseguir seguridad para ellas y para sus hijos. Pero desde el mismo momento en que comienzan su viaje vuelven a verse expuestas a sufrir violencia y explotación, sin recibir apenas apoyo o protección", ha afirmado Tirana Hassan, directora del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional.

Es una vergüenza que sigan en peligro en suelo europeo

Amnistía apunta que las mujeres y las niñas que viajan solas y las que lo hacen sólo acompañadas por sus hijos se habían sentido especialmente amenazadas en las zonas de tránsito y los campamentos de Hungría, Croacia y Grecia, donde se habían visto obligadas a dormir junto a cientos de hombres refugiados. Algunas habían salido de las zonas designadas para pernoctar a la intemperie en la playa porque allí se sentían más seguras.

Las mujeres y niñas también denunciaron que varios campamentos estaban muy sucios, había escasez de comida y las embarazadas recibían poca o ninguna ayuda, en tanto que los aseos solían ser muy precarios y que se sentían inseguras, pues en ocasiones las instalaciones sanitarias no estaban separadas por sexos. Por ejemplo, al menos dos mujeres habían sido espiadas por los hombres del centro cuando iban a los baños. Además, algunas habían sufrido la violencia directa de otros refugiados y de la policía, especialmente al aumentar las tensiones en condiciones de hacinamiento e intervenir las fuerzas de seguridad. Algunas habían adoptado medidas extremas, como no comer ni beber para evitar ir al servicio, donde se sentían inseguras.

Una mujer refugiada cruza en mitad de la nieve la frontera entre Macedonia y Serbia.

Una mujer refugiada cruza en mitad de la nieve la frontera entre Macedonia y Serbia. DIMITAR DILKOFF

"Si esta crisis humanitaria se desarrollara en cualquier otro lugar del mundo, esperaríamos que se tomaran de inmediato medidas prácticas para proteger a los grupos que corren más peligro de sufrir abusos, como las mujeres que viajan solas y las familias monoparentales cuya cabeza de familia es una mujer. Como mínimo, estas medidas incluirían aseos bien iluminados y separados para hombres y mujeres, así como zonas separadas y seguras para dormir. Estas mujeres y sus hijos han huido de algunas de las zonas más peligrosas del mundo, y es una vergüenza que sigan en peligro en suelo europeo", ha apuntado Hassan.

Falta de comida y atención médica

Esta representante de AI señala que los gobiernos y quienes proporcionan servicios a los refugiados "deben intensificar sus esfuerzos" y tomar medidas para "garantizar que se localiza a las refugiadas, especialmente a las que corren más peligro, y se ponen en marcha procesos y servicios especiales para garantizar la protección de sus derechos básicos y su seguridad".

Además, los investigadores de Amnistía Internacional entrevistaron a siete mujeres embarazadas que hablaron de la falta de comida y de atención médica básica, y también denunciaron que habían sufrido empujones y aplastamientos en las fronteras y los puntos de tránsito del viaje.

Ropa a cambio de estar a solas con un guardia de seguridad

Una mujer siria, que estaba embarazada y amamantaba a su hija menor cuando realizó el viaje con su marido, aseguró que en los campamentos de Grecia no lograba dormir sabiendo que estaba rodeada de hombres y que había pasado varios días sin comer.

Una docena de las mujeres entrevistadas dijeron que en los campamentos de tránsito europeos las habían tocado, acariciado o mirado lascivamente. Una mujer iraquí de 22 años recalcó que, cuando estaba en Alemania, un guardia de seguridad uniformado le había ofrecido ropa a cambio de "estar a solas" con él.

"Nadie debería tener que hacer estos viajes"

"Para empezar, nadie debería tener que hacer estos peligrosos viajes. La mejor forma de evitar los abusos y la explotación a manos de los traficantes de personas es que los gobiernos europeos permitan que las rutas sean seguras y legales desde el comienzo. Es completamente inaceptable que la travesía por Europa exponga a quienes no tienen elección a más humillaciones, incertidumbres e inseguridades", subraya Hassan.

Por otro lado, Amnistía Internacional ha indicado que los traficantes de personas eligen a las mujeres que viajan solas sabiendo que son más vulnerables e intentan coaccionarlas para que tengan relaciones sexuales con ellos cuando no tienen recursos económicos para pagar su viaje.

Al menos tres mujeres dijeron que los traficantes y quienes colaboran con ellos las acosaron a ellas o a otras refugiadas, y les ofrecieron reducciones de precio en el viaje o en los tiempos de espera para embarcar y cruzar el Mediterráneo a cambio de sexo.

Todas comentaron a Amnistía Internacional que durante el viaje por Europa estaban constantemente asustadas. Varias aseguraron que los agentes de seguridad de Grecia, Hungría y Eslovenia las habían golpeado o insultado.

Un tercio de las personas que han llegado por mar a Europa es el último año son mujeres y niñas, según la Alto Comisionado de la ONU para los refugiados (ACNUR).