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La cuenca del Ebro se elevó hasta los 750 metros hace más de siete millones de años

  • Entonces el agua se evaporaba y no desembocaba en el mar
  • La actual cuenca ha erosionado más de 30.000 km² del antiguo sedimento
  • Conocer su formación puede ayudar a prevenir inundaciones y desplazamientos

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Roca calcárea del Cabezo de Castildetierra, en las Bardenas Reales (Navarra)
Roca calcárea del Cabezo de Castildetierra, en las Bardenas Reales (Navarra), donde se distinguen los efectos de la erosión. Las rocas calizas se formaron en el sistema de lagos que ocupaban la cuenca / LARRION Y PIMOULIER

Entre 7,5 y 12 millones de años atrás, la cuenca del río Ebro, al noreste de la Península Ibérica, comenzó a acumular sedimento que la hizo elevarse entre 500 y 750 metros por encima del nivel del mar, según las conclusiones de los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que han sido publicadas en el último número de la revista Geology.

Desde entonces, se ha erosionado de media un milímetro cada década en su descenso hacia el Mediterráneo y ha ido elevándose hasta 630 metros en el centro.

Para llegar a estas conclusiones, los científicos han empleado técnicas de modelado numérico que han calculado los movimientos verticales de la litosfera terrestre en respuesta a la erosión que se produjo en la cuenca.

“La idea era reconstruir la elevación de ese altiplanodel Ebro, restituyendo a su lugar original los sedimentos que hay acumulados en el delta actual. Hemos podido acotar cuantitativamente la elevación pasada de la cuenca, así como la edad en la que pasó de ser un altiplano a lo que conocemos en la actualidad”, aclara el investigador del CSIC Daniel García-Castellanos, que trabaja en el Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera.

El agua se evaporaba y no se vertía al mar

Hace entre 37 y 7,5 millones de años, la cuenca carecía de desaguadero, es decir, era un sistema denominado endorreico, en el que el agua de lluvia que se recogía no se vertía al mar, sino que acababa evaporándose. Tras este largo periodo, la cuenca fue acumulando sedimento hasta alcanzar una elevación de entre 500 y 750 metros.

Finalmente, la cuenca fue, o bien “capturada” por la erosión de un río mediterráneo, o bien rebosada por el propio relleno del sedimento, formándose el actual río Ebro. “El río, que se convirtió en el nuevo desaguadero, erosionó rápidamente la cuenca a lo largo de su descenso al Mediterráneo, lo que dio lugar a la formación del delta del Ebro”, destaca García-Castellanos.

La erosión de la cuenca supuso una “descarga” y un levantamiento de la litosfera terrestre, que descansa sobre el magma fluido de la astenosfera terrestre como si se tratara de un iceberg en el océano.

Actualmente, el sedimento preservado más elevado se encuentra en la zona central, en la Sierra de Alcubierre, a 840 metros sobre el nivel del mar

La actual cuenca ha erosionado y transportado al delta más de 30.000 kilómetros cuadrados del antiguo relleno de sedimento que tenía. “Actualmente, el sedimento preservado más elevado se encuentra en la zona central, en la Sierra de Alcubierre, a 20 kilómetros de Zaragoza y a 840 metros sobre el nivel del mar”, precisa el investigador del CSIC.

Según los investigadores, entender la evolución del relieve y la erosión es clave para la evaluación de riesgos de inundación de tierra. En el caso de la cuenca del Ebro, el trabajo ayuda a entender el contexto geológico en el que se formó el delta y las amenazas a las que se enfrenta.

“Desde la implantación de la agricultura hace pocos miles de años, las tasas de erosión en la cuenca y el aporte de sedimento al delta del Ebro es al menos un orden de magnitud (diez veces) más alta. Hoy, pese a que la pérdida de suelo continúa, esos sedimentos quedan atrapados en los embalses, y el delta podría acabar acusándolo”, afirma el investigador del CSIC.