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La Fiscalía francesa afirma que el atentado de Lyon tiene "la marca del Estado Islámico"

  • Señala que el asesino confeso envió fotos del cadáver a un yihadista en Siria
  • El conocido le dijo que el EI podría distribuirlas para captar a más radicales
  • Yassin Salhi, que decapitó a su jefe, se enfrenta a cargos de terrorismo

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El presunto sospechoso del ataque en Lyon es escoltado durante la investigación.
El presunto sospechoso del ataque en Lyon es escoltado durante la investigación. REUTERS/Emmanuel Foudrot

Yasin Salhi, el autor confeso del atentado del pasado viernes en el este de Francia, actuó según métodos que "corresponden exactamente" a los del grupo terrorista Estado Islámico (EI) para obtener la "máxima repercusión", según ha indicado este viernes el fiscal de París François Molins.

"La decapitación es un modo operativo habitual de esta organización terrorista", ha asegurado Molins en rueda de prensa, y se ha mostrado convencido del móvil islamista del ataque de Salhi, que decapitó a su jefe para, posteriormente, tratar de volar una planta química en Saint-Quentin-Fallavier, a pocos kilómetros de Lyon.

El fiscal no ha dado ninguna credibilidad a las alegaciones del detenido, quien, después de negarse a declarar durante 24 horas, rechazó toda motivación terrorista y confesó que había cometido el asesinato tras una discusión que mantuvo días antes con su jefe.

Contacto con un yihadista en Siria

Sin embargo, tras decapitarle, el sospechoso se fotografío junto a la cabeza y la rodeó de banderolas con inscripciones musulmanas, antes de colgarla en una de las verjas de la planta contra la que intentó atentar y donde trabajaban en ese momento 75 personas.

"Tras orquestar esta macabra puesta en escena, lo primero que hizo fue enviar la foto a un número localizado en Siria que corresponde a un individuo francés miembro del Estado Islámico con quien estaba en contacto regular", ha relatado el fiscal. El amigo del asesino confeso le aseguró que el Estado Islámico podría distribuir las imágenes como parte de su macabra campaña de propaganda para traer a jóvenes radicalizados en Occidente.

Molins ha calificado a tentativa de volar la empresa como un "gesto criminal premeditado" que "recuerda a una operación mártir" y ha señalado que resta por determinar si Salhi cortó la cabeza de su jefe cuando ya estaba muerto.

Vigilado por sus lazos salafistas

El fiscal también ha confirmado que el sospechoso, de 35 años y padre de tres hijos, residió durante 2009 y junto a su familia en Siria, donde frecuentó una escuela coránica con el pretexto de aprender árabe, dos años antes de que estallara la guerra civil en ese país. Antes, había sido vigilado por su cercanía con medios salafistas.

Previamente, y desde 2002, Salhi había viajado en repetidas ocasiones a países árabes,  aunque Molins no quiso ampliar los datos puesto que los investigadores siguen sin encontrar su pasaporte y el detenido "alega amnesia" para no proporcionar más detalles.