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Especial 'Éxodo sirio' (II)

La ayuda humanitaria, un "parche" de dignidad en la herida de los refugiados en Zaatari

  • 83.000 sirios viven en los módulos o tiendas montados en suelo jordano
  • Es el segundo campo de refugiados más grande del mundo
  • La población vive desmoralizada tras cuatro años de guerra en su país
  • Las ONG preparan psicológicamente a la próxima generación de sirios

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Vida en el campo de refugiados sirios en Zaatari, Jordania
Vida en el campo de refugiados sirios en Zaatari, Jordania

La desesperanza y resignación se ha adueñado de muchos de los refugiados sirios que viven en Zaatari, en Jordania. Después del de Dadaab en Kenia, Zaatari es el segundo campo de refugiados más grande del mundo.

Desde que empezó la guerra en Siria unos 83.000 sirios se han ido asentando en este lugar lleno de polvo en medio del desierto. Algunos viven todavía en tiendas de campaña, aunque la mayoría lo hacen en módulos de aluminio de 15 metros cuadrados. Son como las casetas de obra que vemos en España. "Es nuestro cuarto invierno aquí, fuera de Siria, y seguimos viviendo en un trozo de chatarra. Las temperaturas bajo cero por la noche son insoportables y el calor del verano es infernal", explica Hasab rodeado de sus ocho hijos.

Es nuestro cuarto invierno aquí y seguimos viviendo en un trozo de chatarra

¿Qué es lo más duro de vivir aquí Hasab? " Lo peor es que no vemos el color verde. Ese color ha desaparecido de nuestras vidas. Nosotros en Siria abríamos la puerta y veíamos árboles y un jardín con flores. No te puedes imaginar lo que es abrir la puerta de este lugar y ver solo polvo, arena y alambradas con espinos. Es como vivir en un campo de concentración, en una pesadilla que no ha acabado. Hemos comprado un pájaro para oírle cantar y soñar que estamos en nuestro país. Él está en una jaula, encerrado como nosotros".

La labor de los cooperantes

A pesar de todo, gracias al trabajo de ACNUR, a los fondos de los donantes y a la labor de las más de 65 organizaciones humanitarias que siguen presentes aquí, se ha intentado hacer del campo de Zaatari un lugar seguro que cubra las necesidades básicas de todas las familias sirias refugiadas. Aquí no sólo se les proporciona agua, comida y asistencia médica. La frustación de los refugiados sirios es tan grande que se ha intentado ir mucho más allá.

Por eso cuando uno recorre este lugar encuentra un parque con columpios, toboganes clavados a la arena, una guardería, una escuela, y hasta con un espacio para adolescentes. Aquí organizaciones como Save The Children organizan talleres de fotografía, reciclaje, confección y manualidades. Son vías de escape para una población altamente desmoralizada y que no logra ver perspectivas en el horizonte.

Hemos creado lugares que simulen, aunque solo sea un poco, lo que tenían en Siria

"Sabemos que lo que hacemos es un parche en una herida mucho más profunda, y que curarla no depende exclusivamente de nosotros. Pero mientras estén aquí tenemos que dignificar sus vidas. Muchas de nuestras actividades están dirigidas, sobre todo, a muchos adolescentes que han sufrido esta guerra. Tienen muchos traumas, intentamos normalizar sus vidas. Por eso hemos creado lugares que simulen, aunque solo sea un poco, lo que tenían en Siria. Son espacios de encuentro pero también de trabajo psicosocial donde hablamos con ellos y con sus familias para intentar que se recuperen. Cuando les vemos sonreir, sabemos que, aunque lo que hacemos es solo un grano de arena en medio de este inmenso desierto, merece la pena el esfuerzo" dice Sohaid Shtait, uno de los coordinadores de Save The Chidren en Zaatari.

Sohaid Shtait, coordinador de Save the Children en el campo de refugiados de Zaatari. Fuente: Nuria Mejías

Sohaid es jordano y conoce este campo de refugiados como la palma de su mano. Recorremos con él los doce distritos que ya tiene Zaatari. Nos cuenta que las familias viven agrupadas según los lugares de donde proceden en Siria. La mayoría prefieren esta distribución para estar al lado de familiares y amigos. Es lo más que más aproxima a sus antiguas vidas en Siria. Hay distritos en donde ya no caben más personas y están masificados. Es sobre todo en los primeros distritos donde viven los refugiados que llevan más tiempo aquí. Fueron los primeros en llegar. De eso ya hace 4 años.

Mercado en medio de la arena

Así en este tiempo Zaatari se ha convertido casi en una ciudad, la quinta más grande de Jordania. Decenas de puestecillos y tiendas van emergiendo en medio de la arena donde se puede comprar prácticamente de todo. Bicicletas, teléfonos, televisores, ropa. Es la única zona comercial con la que cuenta este campo, a la que lo propios sirios han bautizado, paradójicamente como la avenida de Los Campos Eliseos.

Antes pensaban que los medios de comunicación les ayudarían a detener esta guerra, pero cuatro años después han pérdido la esperanza

Es en el único lugar de Zaatari donde se respira cierta hostilidad hacia los periodistas por eso no se recomienda sacar fotos ni grabar imágenes sin permiso. "La gran mayoría de estos pequeños comercios han sido creados por la población más joven. Se han vuelto más agresivos porque están cansados de las cámaras y los flashes. Antes pensaban que, quizás los medios de comunicación les ayudarían a detener esta guerra, pero cuatro años después han perdido la esperanza en todo. Es mejor dejarles tranquilos y evitar cualquier situación conflictiva", dice Sohaid.

Sorprenden los pocos incidentes que se registran en Zaatari, un lugar donde el futuro está detenido.

Fadi tiene 30 años y su mujer Asma'a, 21 años. Ambos eran maestros en Siria. "Nos preguntas sobre el futuro fuera de mi país. Muy poco te puedo decir sobre él, porque nosotros ya no tenemos futuro. El único futuro que nos importa es el de nuestras dos hijas pequeñas".

¿Toda una vida en el campo?

Maya, tiene dos años. Llegó a este campo de refugiados solo con 20 días de vida. Sus primeros pasos, sus primeras palabras, todo lo que sabe de la vida lo ha aprendido aquí, atrapada en Zaatari.

Ser niño en un campamento de refugiados

Sus padres y su hermana Tamara, que tiene 5 años, son de Dara, una ciudad a 25 kilométros de la frontera con Jordania. "Llevamos dos años aquí. Muchos de nuestros familiares siguen en Siria. Acabamos de recibir una noticia terrible. Mi tío estaba en la cárcel y ha sido ejecutado. Por eso me ves tan triste. Se ha derramado mucha sangre en esta guerra. No es suficiente ya?", se pregunta Asma'a.

La guerra en Siria parece interminable, y el coste de la reconstrucción del país es todavía incalculable. Por eso aquí algunos dicen que los refugiados sirios tendrán que quedarse en Jordania para siempre. Zaatari podría dejar de ser un campo de refugiados para convertirse oficialmente en una ciudad jordana, donde los sirios necesitarían papeles y permisos para trabajar. Pero a día de hoy siguen en tierra de nadie y su futuro sigue siendo muy incierto.

Su actitud va a influir mucho a sus hijos, la generación que algún día logrará volver a un país en paz

"Es muy duro tener que decirles a todas estas personas: ésta es tu realidad y la tienes que aceptar. Pero es un trabajo que tenemos que ir haciendo poco a poco. Nuestros primeros años aquí han estado centrados en hacer ver a la población que estaban seguros, que no corrían peligro, puesto que venían traumatizados. Muchos han sido testigos de la muerte de sus seres queridos. Ahora nuestro trabajo con ellos ha entrado en una nueva fase. Es el momento de ayudarles a asumir donde están, de hacerles ver que permanecerán aquí mucho más tiempo del que creen. No pueden caer en el desánimo. Su actitud va a influir mucho a sus hijos y ellos, los más pequeños, son la única esperanza para Siria, la generación que algún día logrará volver a un país en paz", añade Sohaid Shtait.

Devolverles la esperanza a los refugiados sirios será una tarea muy difícil. Durante cuatro años, el campo de Zaatari no ha sido un lugar para soñar.

@nuriamejias_tve