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25 Aniversario del Muro de Berlín

La nostalgia cruza el 'checkpoint' de la reunificación de Alemania

  • La reunificación ha sido un éxito económico pese a algunas diferencias
  • Ha costado 2 billones de euros y supuso un esfuerzo para ambas Alemanias
  • La nostalgia del Este sigue presente en parte de la población

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Veinticinco años después de la caída del muro, en Alemania hacen balance de lo que ha significado la reunificación

Cuando Irma Gideon y otros ciudadanos de la extinta República Democrática Alemana evocan los años del Muro son capaces de saborear los famosos pepinillos Spreewaldgurken, escuchar el claxon de los autos Trabant y oler el perfume de la crema de manos Florena.

La caída del Muro de Berlín enterró el dolor de la separación y la vergüenza de un país dividido, pero entre esos escombros quedaron sepultados también el sabor, el olor y el tacto de los buenos recuerdos. Esa añoranza de la cultura y el modo de vida de la Alemania Oriental lleva por nombre ostalgie, un neologismo que mezcla las palabras ost (Este) y nostalgia.

"Hay gente que se siente de segunda clase, de los perdedores", reconoce Irma al programa de TVE, En Portada (ver 'Berlín 14-14'). Esta funcionaria jubilada de la RDA confiesa, 25 años después de la caída del Muro, que fue feliz en la RDA. Sentada en la Alexanderplatz, lo que un día fue el corazón de la Alemania Oriental, afirma que "la unidad se ha completado económica, política y sobre el papel también socialmente... pero no en las personas".

La Unión de las dos Alemanias no fue una fusión entre iguales. Lo que en realidad ocurrió fue una absorción voluntaria de la Alemania del este por la del oeste, en la que prevalecieron las estructuras jurídico–políticas, sociales y económicas occidentales. El largo proceso de equiparación de las condiciones de vida entre ambas aún no ha terminado y está plagado de logros y decepciones.

Automóvil Trabant, típico de la Alemania del Este. REUTERS / Ina Fassbender

Mejor, pero no tanto

Un estudio del Instituto de Estudios Económicos de Berlín (DIW), con motivo de los 25 años de la caída del Muro y recogido por la agencia Efe, llega a la conclusión de que, desde el punto de vista económico, la reunificación ha sido un éxito, pese a que persistan diferencias porque la situación en el oeste sigue siendo claramente mejor.

Hay gente que se siente de segunda clase, de los perdedores

Actualmente el producto interior bruto (PIB) per cápita del Este es el 71 % respecto al del oeste, la productividad el 79 % y los ingresos disponibles el 83 %. En la riqueza es donde persisten diferencias más grandes. Cada alemán occidental tiene, de media, un patrimonio de 153.000 euros, mientras que los alemanes del Este disponen en promedio de 67.400 euros por ciudadano.

Lo verdaderamente problemático no ha sido el desarrollo sino las expectativas poco realistas de que el Este pronto se asemejaría a la República Federal alemana, señala el periodista Rodrigo Alzueta, que recuerda como ejemplo el discurso de Helmut Kohl, el 1 de julio de 1990, con motivo de la unión económica y monetaria entre la RFA y el RDA.

"Con el esfuerzo común pronto conseguiremos que Mecklenburgo-Pomerania, Sajonia-Anhalt, Brandeburgo, Sajonia y Turingia (las regiones del Este) sean paisajes florecientes en los que merece la pena vivir y trabajar", prometió entonces el canciller.

La vergüenza del paro

El resultado a corto plazo fue un despertar amargo para los ciudadanos del Este: cierre de empresas por la drástica pérdida de productividad e instituciones disueltas.

"Había gente muy altamente cualificada que hacía funciones ejecutivas en nuestra época. La gran mayoría estaba en el partido, en el SED. Inmediatamente fueron expulsados de sus puestos y sustituidos por occidentales”, lamenta Irma Gideon.

Entonces, los ciudadanos del este tuvieron que hacer frente a una realidad que hasta ahora desconocían: la vergüenza del paro. En 1991 el desempleo en el este era del 10,2 %. En 2005 se disparó hasta el 20,6 %, mientras que en el oeste la cifra se mantenía estable, en torno al 10-11%. El paro no bajo hasta bien entrado el nuevo milenio, en parte por los efectos de las reformas de la llamada Agenda 2010 que puso en marcha el gobierno de Gerhard Schroeder. Aún así, hoy, según los últimos datos de septiembre, la tasa está en el este (9,1%) es el doble que en el oeste (5,8 % ).

Las expectativas de equiparación entre ambas Alemanias no fueron realistas

"En todo caso, la situación inicial produjo una ola migratoria del este hacia el oeste y los que se iban eran precisamente los más jóvenes y los mejor preparados. Entre 1989 y 1997 el este de Alemania perdió con ello un millón de habitantes, aunque las migraciones internas se han reducido desde entonces y en 2013 hubo incluso un saldo neutral", apunta Zuleta.

Una reunificación de dos billones de euros

El problema del paro masivo se combatió con grandes transferencias financieras y prestaciones sociales. Según un estudio de la Universidad Libre de Berlín, la reunificación ha costado hasta el momento alrededor de 2 billones de euros, cifra que incluye esas transferencias, los diversos programas de incentivos económicos, los proyectos y traspasos para equilibrar el nivel de vida de todos los estados federados y las subvenciones europeas.

“La Alemania Occidental tuvo hacer grandes esfuerzos presupuestarios y llevar a cabo importantes reformas estructurales. La digestión de la unificación por parte de la RFA no fue fácil y supuso que Alemania incumpliera, por ejemplo, el marco de estabilidad y crecimiento de los criterios de Maastricht”, apunta a RTVE el investigador del Real Instituto Elcano, Ignacio Molina. Veinticinco años después, esas reformas que Alemania hizo acuciada por la unificación le ha permitido, con sus debilidades, capear mejor la crisis del euro.

Hoy, quien pasee por Berlín tiene que afanarse en encontrar la línea divisoria entre ambas Alemanias. Las fronteras son más sentimentales que económicas o politicas. Y esa nostalgia del este es el checkpoint que revisa que todos los alemanes puedan decir, orgullosos, Ich bin ein Berliner.