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Crece la tensión fronteriza con Rusia tras el derribo de un avión militar ucraniano

  • La OTAN advierte de que Rusia vuelve a desplegar tropas en la frontera
  • Kiev anuncia un cambio de táctica en la ofensiva para "reforzar las fronteras"

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Una vecina junto a un oficial ucraniano durante una patrulla este lunes en la localidad de Semenovka, cerca de Slaviansk.
Una vecina junto a un oficial ucraniano durante una patrulla este lunes en la localidad de Semenovka, cerca de Slaviansk.

El derribo de un avión de transporte militar ucraniano ha disparado de nuevo la tensión fronteriza entre Ucrania y Rusia, mientras Kiev ha anunciado un cambio de táctica para consumar la reconquista de los territorios rebeldes.

Un An-26 ha sido abatido este lunes a la altura de la localidad de Izvárino, en la frontera con Rusia. Aunque varias horas después las autoridades no han aclarado el suceso, según varios testigos sus ocho ocupantes han saltado en paracaídas antes de que se estrellara el aparato. Varios han sido apresados por la guerrilla, según las agencias rusas.

El ministro de Defensa de Ucrania, Valeri Gueletéi, ha informado de que, dado que el aparato volaba a una altura de 6,5 kilómetros, no pudo ser derribado con el armamento a disposición de los insurgentes prorrusos.

"Es decir, el avión fue abatido por otro armamento más potente que fue disparado, probablemente, desde territorio de la Federación Rusa", ha dicho el general durante una reunión con el presidente ucraniano, Petró Poroshenko.

Graves acusaciones a Moscú

El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Andréi Lisenko, ha sugerido que la aeronave ha podido ser derribada por un misil X-24 lanzado por un caza que despegó del aeródromo ruso de Millerovo o por un sistema con cohetes antiaéreos Pantsir.

Este extremo ha sido negado por los insurgentes ucranianos, que aseguran que cuentan en su arsenal con armamento sofisticado para abatir cualquier aparato de la Fuerza Aérea de Ucrania.

Se trata del segundo derribo de un avión de transporte ucraniano por los separatistas prorrusos, ya que hace ahora justamente un mes 49 soldados murieron tras ser abatido el Il-76 en el que viajaban en el aeropuerto de la ciudad de Lugansk.

Poroshenko ha denunciado que "en los últimos tres días contra las Fuerzas Armadas de Ucrania se ha utilizado un nuevo sistema ruso de lanzamiento de misiles". Y ha afirmado que "oficiales rusos dirigen acciones militares contra las fuerzas ucranianas".

Kiev acusa desde hace semanas a Moscú de permitir la libre circulación a través de la frontera de milicianos rebeldes equipados con armamento pesado, entre los que figurarían numerosos mercenarios rusos.

Misión de la OSCE en la frontera

En un intento de rebatir las acusaciones ucranianas, Rusia ha invitado a diez observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) a inspeccionar dos puntos fronterizos en Donetsk y Gukovo.

El "gesto de buena voluntad", como lo ha definido la Cancillería rusa, tiene por objetivo lograr el cese de las hostilidades en las regiones rebeldes de Lugansk y Donetsk, epicentro de la sublevación prorrusa desde principios de abril.

Por su parte, un oficial de la Alianza Atlántica (OTAN) ha informado de nuevos movimientos militares rusos. En junio, Rusia había retirado a la mayor parte de los 40.000 soldados que había desplegado junto a la frontera con Ucrania, y había dejado solo unos 1.000 pero “ahora hay entre 10.000 y 12.000", ha declarado esta fuente bajo anonimato a la agencia Reuters.

En el plano político, el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, y el secretario general de la OSCE, Didier Burkhalter, han pedido un alto el fuego sin condiciones durante una conversación telefónica, según Moscú.

El 1 de julio expiró el alto el fuego declarado de manera unilateral diez días antes por Poroshenko, que acusó a los rebeldes de incumplir el plan de paz anunciado tras su investidura a principios de junio.

Cambio en la ofensiva

Desde entonces, los combates se han recrudecido y las fuerzas gubernamentales han logrado algunos de sus mayores éxitos al reconquistar varios bastiones insurgentes, como Slaviansk y Kramatorsk, ambos en la región de Donetsk.

A la hora de declarar un nuevo alto el fuego, Poroshenko exige a los rebeldes el cese mutuo de las hostilidades, la liberación de los rehenes y el restablecimiento del control sobre la frontera ruso-ucraniana.

Además, Poroshenko ha anunciado un cambio de táctica en la ofensiva gubernamental, al ordenar una reducción del campo de acción de la operación antiterrorista con el fin de "reforzar la defensa de las fronteras y hacer todo lo posible para proteger a la población civil".

Por otra parte, al menos nueve civiles han muerto en un barrio de Donetsk, en el este de Ucrania, por fuego de artillería que las autoridades regionales leales a Kiev han atribuido a los separatistas prorrusos que actúan en esta ciudad de casi un millón de habitantes.