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La República Democrática del Congo, 20 años de hambre, enfermedad y violencia

  • Médicos Sin Fronteras denuncia que el país vive una emergencia constante
  • Se queja de que la misión de combate de la ONU entorpece a las ONG
  • El conflicto de la RDC es el más sangriento desde la Segunda Guerra Mundial

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La República Democrática del Congo, un conflicto que no cesa

Veinte años después, los mismos campos que dieron cobijo a los refugiados por el genocidio de Ruanda acogen a los desplazados por la violencia en la República Democrática del Congo, el conflicto más sangriento del mundo desde la Segunda Guerra Mundial con más de cinco millones de muertos. La cuarta parte de los desplazados del continente africano están aquí, el 9% de todos los desplazados en el mundo.

“El país se cayó hace dos décadas y no se ha vuelto a levantar. Existe un clima de guerra que no ha pasado nunca", explica Sergio Martín, responsable de Operaciones de Médicos Sin Fronteras en República Democrática del Congo.

La rendición en noviembre del M23, el principal movimiento guerrillero con el que Kinshasa se ha enfrentado en el último año y medio, no ha puesto fin al conflicto. En el este del país todavía operan más de 60 grupos armados, responsables de graves abusos contra la población civil.

En su informe La emergencia que no cesa: sufrir en silencio en República Democrática del Congo, MSF expone el riesgo médico-sanitario en el que viven miles de personas en esas provincias de Kivu Norte, Kivu Sur, Oriental y Katanga, donde se encuentra aproximadamente el 90% de los casi tres millones de desplazados internos, según datos de la ONU.

Pagar por ir al médico

“La principal preocupación son los desplazados invisibles, los que viven con sus familias de acogida o escondidos en los bosques. Puede haber hasta 40 o 50 personas viviendo la misma casa. Estos desplazados no se cuantifican y no reciben asistencia humanitaria”, subraya Sergio Martín.

MSF denuncia que muchas personas vulnerables en las provincias afectadas por los choques entre el ejército y los grupos armados no tienen acceso a la atención sanitaria por el “sistema de recuperación de costes” que impera en los centros públicos de salud y muchas ONG, aunque el sistema, en teoría, garantiza la gratuidad del servicio en caso de emergencia.

Se están muriendo porque no tienen dinero para ir al médico

Una mujer con un parto de riesgo tiene que pagar 35 euros por una cesárea y los tratamientos contra el cólera ascienden hasta los 18 euros por persona en un país en el que la mayoría de la población vive con menos de 1,5 euros al día.

“Hay muchas mujeres, víctimas de violaciones, que han tenido hijos y llevan más de cuatro meses en el hospital porque no han pagado sus facturas”, afirma Safari, enfermero en Goma, la ciudad más importante del este el país. “Muchas otras vienen al hospital muy tarde debido a que se quedaron en casa demasiado tiempo, incapaz de recaudar dinero para el tratamiento. Para cuando sus parientes deciden llevarlas al hospital, ya es demasiado tarde. Se están muriendo porque no tienen dinero”, añade.

Las violaciones, un "arma de guerra"

MSF trata a más supervivientes de violencia sexual en la RDC que en cualquier otro país del mundo (más de 4.000 casos en 2012) y ha registrado picos de violaciones masivas. “Hasta 120 en un día”, explica Sergio Martín. “Las violaciones fueron un arma de guerra en el pasado y siguen siéndolo en el presente”.

La malaria y la malnutrición es un cóctel mortal para los niños

Solo una de cada cuatro personas tiene un puesto de salud a menos de 5 kilómetros de su casa. Los congoleños mueren en los caminos por enfermedades prevenibles y curables como diarrea, infecciones respiratorias y cólera. “La malaria y la malnutrición es un cóctel mortal para los niños”, señala Isaac Alcalde, coordinador general de Médicos Sin Fronteras en República Democrática del Congo.

Alcalde ha admitido que no existen datos fiables sobre vacunación. “En una región donde el Ministerio de Salud dijo que había vacunado al 102% de la población nos encontramos con 7 casos de sarampión de un total de 3.000 personas. Es muchísimo”, indica.

Desvío de fondos de ayuda humanitaria

MSF expresa, además, su preocupación sobre la creciente concentración de fondos en las denominadas 'zonas liberadas', unas áreas estabilizadas en las que el Gobierno trata de reforzar su autoridad.

“La estrategia de estabilización de las fuerzas de la MONUSCO [misión de la ONU en la República Democrática del Congo] provoca que se abandonen zonas enteras que tienen una vulnerabilidad muchísimo más grande que otras que están supuestamente pacificadas. A nosotros nos preocupa que no se haga un uso imparcial e independiente de esta ayuda humanitaria”, subraya Isaac Alcalde.

El coordinador de MSF explica que el afán por desviar fondos a estas zonas parece responder a intereses políticos y está privando al resto del país, donde se concentra el 80% de la población necesitada de ayuda, de proyectos asistenciales.

Aviones de combate de día, y de ayuda de noche

Y a esta falta de recursos se suma la “confusión humanitaria” que ha causado la ONU desde que hace un año otorgara un mandato ofensivo a la MONUSCO, la fuerza de paz que tiene desplegada en el país. La Brigada de Intervención de Naciones Unidas es un nuevo “actor armado” que colabora con Ejército congoleño en la ofensiva contra los grupos milicianos.

“Los helicópteros y vehículos que la ONU utiliza en misión ofensiva son de color blanco, muy parecidos a los que utiliza para repartir ayuda humanitaria el propio personal de Naciones Unidas y las ONG.” advierte Sergio Martin. “Esto una gran confusión porque la población civil que no sabe si los coches que entran en su aldea transportan armas o mantas".

"Es difícil explicar a la población que no somos lo mismo", ha dicho Alcalde, que relata cómo han llegado a producirse ataques contra vehículos del MSF por error.

La RDC está inmersa aún en la inestabilidad y en un frágil proceso de paz tras la segunda guerra del Congo (1998-2003), en la que se vieron implicados varios países africanos, y la ONU tiene allí desplegada su misión más numerosa. El tratado de paz de 2003 puso fin a la sangrienta guerra civil pero no al sufrimiento de los cientos de miles de congoloñes que viven en el este del país.

Kivu Norte y Kivu Sur, en el este del Congo y fronterizas con Ruanda, son zonas ricas en minerales que han sido históricamente conflictivas, en especial desde 1994, con la huida de ruandeses acusados de genocidio a esa región. Esta riqueza en recursos naturales se ha convertido en una maldición que ha desangrado el país por las luchas de poder entre grupos rivales.

Veinte años después, nada ha cambiado en el segundo país más grande del continente africano. Tan solo los nombres de los grupos armados. La ayuda oficial al desarrollo no ha podido mitigar la violencia ni crear las infraestructuras necesarias para que el país se levante.

La población civil no debería sufrir las consecuencias de los conflictos armados. Si no denunciamos lo que ocurre, nos acabará pareciendo un escenario normal”, concluye MSF. Y la RDC seguirá viviendo una emergencia constante.