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El supertelescopio ALMA empieza su andadura

  • Estudia el universo a longitudes de onda milimétricas y submilimétricas
  • Funciona con 66 antenas sincronizadas que pueden apuntar a un mismo punto
  • ALMA permitirá descubrir enigmas del universo inalcanzables hasta ahora

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Una de las antenas de ALMA
Una de las antenas de ALMA

El radiotelescopio Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) se ha inaugurado desde sus instalaciones en el desierto de Atacama (Chile). Desde ahora es el mayor telescopio a nivel mundial que estudia el universo a longitudes de onda milimétricas y submilimétricas, en el límite entre la luz infrarroja y las ondas de radio más largas.

Se trata de un proyecto que comenzó a concretarse en 1995 -fue concebido en los años 80- , para cuya construcción se han asociado diversos países de Europa, Norteamérica y Asia del Este -que han invertido 1.400 millones de dólares, más de 1.000 millones de euros-, en cooperación con la República de Chile.

Este astronómico proyecto está instalado a 5.000 metros de altitud en el Llano de Chajnantor, situado en el desierto de Atacama, a unos 1.700 kilómetros al norte de Santiago, la capital de Chile.

ALMA se ha presentado en una ceremonia en la que han intervenido autoridades internacionales implicadas en el proyecto, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, e incluso con los ingenieros de vuelo que están  de misión en la Estación Espacial Internacional, Tom Marshburn y Chris  Hadfield, quienes han destacado que el supertelescopio abre una "nueva frontera para  conocer la evolución de la vida en el espacio".

¿Cómo funciona el supertelescopio?

ALMA depende de 66 antenas -57 de las cuales ya se han instalado- que están dotadas de grandes reflectores metálicos -no usan los espejos brillantes que caracterizan a los telescopios fabricados para captar la luz visible e infrarroja-. De estas antenas, 54 tienen 12 metros de diámetro y 12 tienen 7 metros, según recoge la web de ALMA.

Se habla de un único 'supertelescopio' porque los reflectores funcionan juntos, y lo convierten en el reflector más potente que se pueda construir, consiguiendo esta gran precisión. 

La parte más visible de cada antena es el reflector, cuya función es la misma que el espejo de un telescopio óptico, es decir, captar la radiación proveniente de objetos astronómicos distantes y dirigirla hacia un detector que mide los niveles de dicha radiación.

Para funcionar, las antenas y la electrónica de ALMA  tienen que estar "perfectamente sincronizadas" para conseguir una precisión de una millonésima de millonésima de segundo. 

El principal desafío técnico del supertelescopio es poder apuntar simultáneamente todas las antenas a una misma región del cielo, captar con cada antena la señal astronómica, convertirla a formato digital y transmitir la señal desde cada antena a un supercomputador (llamado correlacionador). 

En él se combinan las señales recibidas por las distintas antenas para crear los ‘datos’ a partir de los cuales se podrá efectuar un análisis científico sobre las propiedades de la fuente de dicha señal.

En 2003 se instaló la primera antena de ALMA y en octubre de 2009 se iniciaron sus primeras operaciones científicas formales con un tercio de su capacidad operativa.

Ciencia inédita con ALMA

ALMA da acceso a los científicos para descubrir enigmas del universo inalcanzables hasta ahora, como la formación de estrellas y de planetas. En octubre del pasado año un grupo de investigación que estudiaba la nebulosa Orión detectó gracias a las antenas de ALMA máseres de agua con altos niveles de energía en regiones de formación estelar.

Más recientemente, en enero de 2013, un equipo internacional de astrónomos pudo captar por primera vez una etapa clave en el proceso de formación de planetas gigantes. Descubrieron que a través del disco de material que rodea a una estrella joven fluyen grandes corrientes de gas. Fueron las primeras observaciones directas de estas corrientes, y al parecer se originaban por planetas gigantes que succionan el gas a medida que crecen.

La instalación internacional también permite detectar planetas extrasolares -planetas que dan vueltas alrededor de otras estrellas- una tarea "particularmente difícil", según los científicos . Esto permite contestar preguntas acerca de sistemas planetarios, como su origen, evolución, y su frecuencia en el universo.

Otro tipo de estudio que permite ALMA es el de los objetos muy fríos en el espacio, como las densas nubes de polvo cósmico y gas donde se forman estrellas y planetas, así como objetos muy fríos en el universo primitivo. Por otra parte, los científicos pueden determinar el radio y la rotación de estrellas e identificar la composición química del polvo que es emitido de estrellas supergigantes rojas (una estrella que es 10 a 1.000 veces el diámetro de nuestro Sol, como Betelgeuse).

Contribución española a ALMA

Una parte de las estructuras de las antenas de ALMA tiene procedencia española. La compañía de bienes de equipo asturiana Asturfeito suministró al proyecto internacional con 25 estructuras de acero -que constituyen las bases de las antenas-, de un peso aproximado de 60 toneladas, una altura de 8 metros de alto y una anchura de 4, según ha informado FICYT a RTVE.es.

Los técnicos de la compañía montaron y probaron todos los componentes, incluyendo los sistemas eléctricos, hidráulicos y la instrumentación de control. Según ha revelado el director de operaciones de la firma, José Carlos González: “Hicimos una simulación completa del funcionamiento de las antenas para obtener la aceptación de los equipos”. 

La compañía asturiana tuvo que afrontar un gran reto tecnológico, cumplir las estrictas tolerancias de fabricación. González ha explicado que un componente de 4 metros de diámetro debía tener una planitud tal que no hubiera más de 35 micras de diferencia entre todas sus partes. "Si tenemos en cuenta que un pelo humano tiene un grosor de 50 micras, eso puede dar una idea de los niveles de precisión que tuvimos que conseguir en grandes piezas”, ha sentenciado.