Enlaces accesibilidad

Francisco, un nombre rupturista para un papa sencillo y evangélico

  • Bergoglio estrena nombre en la historia del Vaticano como reflejo de su novedad
  • Rompe con la tradición de nombrarse como otros papas
  • Sus referentes, san Francisco de Asís y el también jesuita san Francisco Javier

Por
Bergoglio, durante una misa en Buenos Aires.
Bergoglio, durante una misa en Buenos Aires.

El primer papa latinoamericano y jesuita tenía que escoger también un nombre rompedor: Francisco, en homenaje al 'santo pobre', San Francisco de Asís, y al 'santo misionero', el destacado miembro de la Compañía de Jesús, San Francisco Javier.

Esta referencia deja un doble mensaje: el interés por la labor de misión y evangelización en pleno siglo XXI, cuando la Iglesia Católica necesita ir más allá de sus orígenes europeos, y la apuesta por la pobreza y la austeridad en un momento de crisis de la curia por escándalos como los abusos y el caso Vatileaks.

"Los cardenales me fueron a buscar al fin del mundo", sentenciaba Jorge María Bergoglio convertido ya en el papa Francisco en el balcón de la Basílica de San Pedro, en referencia a la lejanía geográfica de su diócesis, Buenos Airesque se encuentra a más de 11.000 kilómetros de distancia.

Haciendo el trayecto opuesto que San Francisco Javier, el navarro que en pleno siglo XVII recorrió el mundo como embajador de la fe católica, desde Mozambique a la India y de allí a China y Japón, el papa Francisco llega a Roma con los ojos puestos en el continente con mayor número de creyentes, América, que ha sido desplazado históricamente del Obispado de Roma y que está infrarrepresentado en el Colegio Cardenalicio.

Lo opuesto a Ratzinger

La elección de nombre de Bergoglio se presenta como opuesta a la de Joseph Ratzinger, que se inclinó por ser Benedicto XVI en homenaje a San Benedicto de Nursia, cuya vida evoca las raíces cristianas de Europa, y del papa Benedicto XV, que impulsó precisamente la reconciliación a nivel europeo tras la I Guerra Mundial.

La sombra del nombre de Benedicto se proyectó sobre el papado de Ratzinger, caracterizado por la lucha contra el relativismo en Europa, origen del cristianismo, y que se ha visto también en sus viajes, centrados en buena medida en países vecinos como Alemania, Reino Unido o España.

El calendario del papa Francisco le invita precisamente en la dirección opuesta: su primera gran cita será en Brasil en la Jornada Mundial de la Juventud de 2014, en el país con más católicos del mundo y corazón creyente de Latinoamérica.

Pero Bergoglio también ha sido rupturista al llamarse Francisco porque acaba con la tradición no escrita de los anteriores pontífices de denominarse como sus predecesores.

Ratzinger se llamó como un papa del siglo XX; Karol Wojtyla fue Juan Pablo II para recordar a su predecesor, Juan Pablo I, que a su vez fusionó los nombres de los dos anteriores  papas, Juan XXIII y Pablo VI, para simbolizar que su pontificado será  una compendio de sus dos estilos diferentes de pontificado.

Excepción hecha de Juan Pablo I, desde Romano I un obispo de Roma no estrenaba nombres. Fue en el siglo IX, cuando la tradición de que el obispo de Roma cambiase su nombre apenas estaba implantada.

El primer papa que lo hizo fue Juan II en 533, aunque lo hizo para evitar su nombre pagano de Mercurio.  Se hizo más común a partir del 955, cuando un papa apenas mayor de edad y con otro nombre pagano, Octavio, decidió llamarse Juan XII.

La sombra de un nombre

Desde entonces, cada nombre de papa ha estado relacionado con una forma de ver el catolicismo, de forma que nombres como Pío, León o Juan han quedado identificados como referencia a la eventual herencia conservadora o progresista del elegido.

De hecho, si el elegido hubiese sido el italiano Angelo Scola muchos pensaban que su nombre sería Pío XIII, en referencia al polémico Pío XII, cuyo sesgo conservador y doctrinal podría adaptarse al del arzobispo de Milán.

En cambio, si hubiese ganado el que se perfilaba como su rival, Odilo Scherer, se apuntaba a otro nombre, León XIV recordando al hombre que renovó la Iglesia Católica a finales del siglo XIX con su doctrina social.

Sin embargo, la opción de que en un Vaticano en la encrucijada el nuevo papa estrenase nombre empezó a ganar adeptos durante las congregaciones, cuando incluso el arzobispo de Boston, Sean O'Malley, dijo que si fuese elegido se llamaría precisamente Francisco, en homenaje a la vida austera de San Francisco de Asís.

Bergoglio le ha cogido la palabra -tras ganarse probablemente su voto- y ha escogio a este reformador del siglo XIII como referencia. Su frase más famosa ("predicad el evangelio y, si es necesario, usad palabras") resonaba en el silencio de la plaza de San Pedro mientras la multitud sorprendida rezaba a petición del nuevo pontífice.