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Barack Obama, ante el reto de su propia leyenda

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Jornada maratoniana para Obama

Barack Obama ha llegado al final de la campaña a New Hampshire con la voz ronca, gesto cansado y con más canas de las que lució aquel 8 de enero de 2008, cuando pronunció el inolvidable discurso del Yes we can, el mejor de su carrera política.

Entonces, aquel joven senador de Illinois, pese a perder las primarias demócratas en ese estado frente a Hillary Clinton, tuvo la capacidad de emocionar e inspirar a millones de personas, voluntarios y donantes para que se unieran a su movimiento de “esperanza” y “cambio”. De esa derrota nació el primer presidente negro de la historia de EE.UU. 

Hoy la batalla es otra. Hace cuatro años, pidió que le dejaran hacer historia. Ahora, que le dejen terminar de escribirla. "Hemos llegado demasiado lejos para dar marcha atrás. Hemos llegado demasiado lejos para dejar que nuestros corazones desfallezcan”, ha afirmado en New Hampshire, uno de los estados clave que decidirán las reñidas elecciones presidenciales el próximo 6 de noviembre.

“Vamos a ganar esta elección. Vamos a terminar lo que empezamos", ha asegurado ante 14.000 simpatizantes.

Expectativas truncadas

Y lo que empezó hace cuatro años es un proyecto frustrado por la peor recesión en 80 años que amenaza seriamente su relección. Obama se enfrenta ante el espejo de su propia gestión, el mismo en el que se miró en el primer debate electoral, cuando un exultante Mitt Romney sacó lo peor de sus cuatro años en la Casa Blanca. 

El presidente no ha cumplido con las enormes expectativas que desató en 2008. Iba a ser el presidente regenerador de América y del mundo, pero se ha tenido que conformar con resolver problemas más mundanos: el paro, la sanidad, la burbuja inmobiliaria, las guerras de Irak y Afganistán. 

La recesión y un Congreso dominado por los republicanos no se lo han puesto fácil. La "paliza" en las legislativas de 2010 fue un síntoma de que al presidente se le acababa el tiempo. Y ese desgaste se hizo patente al inicio de la campaña cuando un Obama nervioso y apagado trataba, a la defensiva, de esconder las sombras de su mandato. 

  • Paro: el presidente heredó una tasa de paro del 7,8% y la deja una décima por  encima, el 7,9% aunque en estos cuatro años ha creado 5,5 millones de  puestos de trabajo y en los últimos meses se ha acelerado la creación de  empleo. Durante 43 meses, el desempleo se mantuvo por encima del 8%.  Desde la II Guerra Mundial, solo Ronald Reagan fue reelegido con la tasa  de paro por encima del 6%.
  • Reforma migratoria: fue una de las promesas que le valió la conquista del voto hispano en 2008, pero la pospuso demasiado, tanto que, tras las legislativas de 2010, la mayoría republicana en la Cámara de Representantes solo le permitió aprobar una norma descafeinada que no resuelve la situación de los 11 millones de indocumentados. Durante la campaña, Obama ha reconocido que su mayor fallo es no haber aprobado la reforma migratoria y ha pedido un apoyo contundente en las urnas para que los republicanos entiendan que tienen que colaborar.

Promesas cumplidas

Pero no todo han sido fracasos. Obama también ha logrado un importante historial de reformas sociales, una tímida recuperación económica y un EE.UU. mejor valorado en el exterior. A continuación, una muestra.

  • Reforma sanitaria: es la joya de la administración Obama. La reforma amplía la cobertura sanitaria a más de 30 millones de estadounidenses que no contaban con un seguro médico y añade coberturas adicionales. Permite a los jóvenes menores de 26 años mantenerse en los planes de seguros médicos de sus padres y protege 18 millones de niños con condiciones de salud preexistentes contra las actuales denegaciones de cobertura de las compañías aseguradoras.
  • Reforma de Wall Street: Con la mayor reforma financiera en los últimos 70 años, Obama puso coto a las causas que provocaron el caos de 2008 y arrastraron a la economía en la recesión. La nueva legislación, que no fue tan ambiciosa como el presidente pretendía, regula por primera vez  los mercados de derivados, concede mayores poderes de supervisión al Gobierno, introduce protecciones para el consumidor y limita la posibilidad de que los bancos hagan apuestas arriesgadas con sus fondos.
  • Rescate del sector del automóvil: Ha sido un arma arrojadiza durante la campaña. Obama ha acusado a Romney de oponerse la rescate del sector del automóvil en 2009. Hoy, las tres grandes compañías –General Motors, Chrysler y Ford– operan con beneficios y esta industria ha creado 55.000 puestos de trabajo desde junio del año pasado. El Gobierno demócrata invirtió más de 80.000 de dólares en el rescate de Detroit y la incógnita ahora es si estados como Michigan y Ohio le devolverán la ayuda en las urnas.
  • El fin de la guerra de Irak y la retirada de Afganistán: La primera promesa se materializó en diciembre de 2012, cuando Obama recibió a los últimos soldados procedentes de Irak tras casi nueve años de conflicto que ha acabado con la vida de 4.500 soldados estadounidenses y al menos 60.000 iraquíes. Afganistán, sin embargo, ha sido un tema a evitar durante la campaña. Es el conflicto más largo que libra EE.UU. y hay prisa por salir. Por el momento, se ha ido cumpliendo el calendario de retirada que debe finalizar en 2014.
  • La muerte de Bin Laden: La operación que acabó con el terrorista más buscada del mundo y el enemigo número 1 de EE.UU. ha sido el gran "éxito" de seguridad nacional de Obama. El asesinato de Bin Laden impulsó la popularidad de Obama y, para muchos estadounidenses significó el cierroe del capítulo mas traumático de la historia reciente de EE.UU.

En esta hoja de servicios también hay que añadir algunas buenas, aunque breves, notas económicas: el crecimiento del PIB al 2% en el tercer trimestre y la mejoría del mercado de la vivienda. Este es el balance de su primera legislatura. Ahora los estadounidenses deben decidir si le dan una segunda oportunidad.