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Análisis

Una buena noche para Mitt Romney

  • El republicano gana con claridad a Obama en el primer debate televisado
  • Romney estuvo agresivo, enérgico y expuso con claridad sus ideas
  • El presidente Obama, a la defensiva, parecía cansado y distraído

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Un exultante Romney gana el primer asalto a un presidente cansado y sin carisma

Una buena noche para Romney. Ese es quizás el mejor resumen del primer debate de las elecciones presidenciales de EE.UU.  El candidato republicano ha sacudido sus malos pronósticos en las encuestas con un estilo agresivo, un discurso claro y un estilo enérgico ante un Barack Obama y a la defensiva.

El 67 % de los espectadores de la cadena CNN considera a Mitt Romneyfrente al 25 % de  los encuestados que ha votado por Obama. Además, el 61 % aseguró que  el presidente estadounidense lo había hecho peor de lo esperado. Ningún presidente de EE.UU. había conseguido una victoria por más del 60% en un debate televisado desde Ronald Reagan en 1984. Otro sondeo realizado por la cadena CBS  revela que el 46 % cree que el republicano ganó el cara a cara, un 22 % da la victoria a Obama y un 34 % cree que el debate estuvo muy ajustado.

Obama habló cuatro minutos más que Romney pero fue lo que no dijo lo que decantó la victoria para su contricante. "Los silencios de Obama fueron más sonoros que sus palabras", asegura el analista de Reuters, Samuel P. Jacobs. Y es que la pregunta que se hacen la mayoría de los medios de comunicación estadounidenses es por qué el presidente no sacó en este debate algunos temas con los que podía haber hecho  daño a Romney como el vídeo en el que su rival menosprecia al "47 por  ciento" de los ciudadanos que nunca votarían por él porque, según  afirmó, son "dependientes del Gobierno".

El presidente tampoco habló del pasado del multimillonario Romney al frente de la empresa  Bain Capital, cuestionada por evasión fiscal, ni del rescate del sector del automóvil que aprobó en  2009 y al que el exgobernador se opuso.

Un debate frío sin golpes de K.O.

Para la cadena Fox News, el debate "careció de golpes de K.O., aunque estuvo lleno de codazos”. Faltaron emoción y momentos vibrantes. Se echaron de menos más salidas del guión oficial de ambos candidatos. Romney lo planteó como una guerra de desgaste y supo mejor cómo y dónde atacar. Siempre es más fácil arremeter contra quien está en el cargo.

La imagen presindenciable de Romney

Ante un Obama contenido, el republicano no tuvo miramientos y supo apuntar con inteligencia los puntos débiles de la gestión del presidente demócrata: el frágil crecimiento económico y el 8,1% de paro, una cifra escandalosa en EE.UU., donde el límite de lo saludable está en un 6 % de desempleo.

"Ahora, estoy preocupado porque estamos yendo hacia un camino que no lleva hacia el éxito. El presidente tiene la misma visión que tenía cuando se postuló al cargo hace cuatro años, de más gasto, más impuestos, más regulación, que no va a funcionar. Esta no es la respuesta correcta para América", ha asegurado.

Obama, cabizbajo y distraído

El moderador Jim Lehrer trató en vano de reenganchar a Obama con preguntas directas.   "¿Cree que hay una diferencia fundamental entre los dos en cómo véis la misión del Gobierno federal?". Pero el democráta echó balones fuera. "El Gobierno federal tiene la capacidad de crear oportunidades y crear marcos donde el pueblo estadounidense pueda tener éxito", respondió.

El equipo de Obama defiende que "el presidente no llevaba consigo una lista de ataques sino que quería explicar sus planes", pero no lo logró.  Su voz sonaba cansada y su gesto distraído frente a la claridad de ideas de Romney. El demócrata, cabizbajo, miraba sus notas cada vez que el republicano pasaba cartilla a su historial en la Casa  Blanca, como un estudiante que trata de rebuscar en sus apuntes respuestas a las preguntas del profesor.

El presidente, nervioso, se enzarzó con el moderador cuando trató de cortar su intervención  por exceder el tiempo asignado. "Me quedaban cinco segundos antes de que me interrumpiera", le dijo.

"Obama acabó haciendo minidiscursos directamente a la cámera,  más que implicarse y debatir. Parecía que no quería discutir con su oponente y perdió las pocas oportunidades que tuvo", señala el responsable de contenidos de EE.UU. de la BBC, Mark Mardell. Uno de los asesores de Obama, Jim Messina, reconoció que esas respuestas  interminables  “nunca van a ser nuestro punto fuerte”.

El demócrata solo recuperó algo de brio cuando trató de poner en evidencia la política fiscal de Romney que, ha afirmado, pretende aumentar los impuestos a la clase media. Es la única manera, ha asegurado, de que al republicano le cuadren las cuentas si pretende recortar  un billón de dólares en impuestos y a la vez reducir el déficit y  aumentar el gasto militar. También se distinguió de su rival al defender la reforma sanitaria y las leyes de supervisión de Walls Street.

Impacto en las encuestas

Aunque ha sido un debate frío, escaso de momentos memorables, la política norteamericana no sería lo que es sin esos golpes de efecto tan televisivos. Y en eso, Obama es un maestro.

"Hay una gran cantidad de temas que quiero tocar esta noche, pero la más importante es que hace 20 años que me convertí en el hombre más afortunado de la Tierra porque Michelle Obama aceptó casarse conmigo", dijo el presidente nada más empezar el cara a cara. "Así que, cariño, feliz aniversario, ahora, dentro de un año no lo celebraremos frente a 40 millones de personas", le prometió.

Pero hasta en eso Romney estuvo al quite. "Felicidades, presidente. Estoy seguro de que este es el lugar más romántico que haya podido imaginar, aquí conmigo", le feslició.

Falta por ver ahora si la victoria de Romney tiene impacto en unas encuestas de intención de voto que en las últimas semanas han sido ampliamente favorables a Obama. Si ni con el debate las perspectivas del republicano mejoran, entonces realmente tendrá pocas opciones de llegar a la Casa Blanca.

Al presidente le quedan, además, otros dos cara a cara -el 16 de octubre en Nueva York y el día 22 en Florida- para intentar recuperarse de su clara derrota en Denver. Pero el próximo asalto será para los segundos espadas. Un experimentado Joe Biden medirá sus fuerzas con la estrella emergente republicana Paul Ryan el próximo 11 de octubre en el único debate de vicepresidentes de la campaña.