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El origen racial, un factor oculto pero clave en la campaña electoral de EE.UU.

  • Republicanos y demócratas eluden manifestaciones directas sobre el asunto
  • Obama tiene problemas para convencer a los varones blancos
  • Las minorías apoyan al presidente pero podrían abstenerse

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Aunque la economía es sin duda el tema clave de la campaña de EE.UU. , en la que el primer presidente negro busca la reelección, el origen étnico del votante puede convertirse en un elemento accesorio importante.

El asunto del origen racial planea sobre la campaña y, ocasionalmente, deja caer alguna carga de profundidad. Por ejemplo, cuando el vicepresidente Joe Biden advirtió a los negros que los republicanos querían "ponerles cadenas en los pies". O cuando Mitt Romney comentó que si "hubiera nacido de padres mexicanos, tendría una mejor opción para ganar".

Los demócratas no pierden oportunidad de acusar a los republicanos de odiar a Barack Obama por el color de su piel. Así lo creen muchos votantes demócratas, como recogía el articulista del New York Times en Washington DC, Courtland Milloy, en una columna reciente.

Además, los partidarios de la reelección creen que las leyes de identificación de votantes están directamente dirigidas a amedrentar al electorado de minorías étnicas, hispanos sobre todo. Los republicanos lo niegan.

Aunque la preocupación de los estrategas políticos de uno y otro bando no se haga explícita, los cálculos electorales son inevitables, en una carrera planteada como una competición de marketing para captar hasta el último voto. A nadie se le escapa que, para ganar, Romney necesita una participación masiva de segmentos del electorado de raza blanca, sobre todo el masculino, para contrarrestar la popularidad de su rival entre los hispanos, los negros, las mujeres y los jóvenes.

Por el contrario, Obama tiene que mantener un apoyo mínimo entre los blancos (no menos del 40%, según CNN, que tiene en cuenta elecciones anteriores) y asegurarse de que los votantes de las minorías étnicas acuden masivamente a las urnas el 6 de noviembre.

La raza sí importa

El 71% de los electores potenciales en EE.UU. son blancos; el 12% negros; el 11% hispanos y el resto de origen asiático y otros, según un informe de la Institución Brookings, que elabora datos de la Oficina del Censo.

La desigual distribución de minorías por estados, además, puede ser decisiva en la victoria de uno u otro candidato, según muestra CNN en un curioso gráfico.

Con estos mimbres, es inevitable que la raza tenga alguna, o mejor dicho bastante, influencia. Hay principalmente dos factores a tener en cuenta. El primero es que, según muestran las encuestas, el origen étnico es muy marcado entre los votantes de uno u otro partido. Esta tendencia es cada vez más acentuada.

Un sondeo de Pew Research difundido en agosto mostraba que el Partido Republicano había ganado mucho terreno entre los votantes blancos respecto a 2008. El 52% de los blancos se identifica o se inclina hacia los republicanos, frente al 40% que se siente demócrata. La progresión es sostenida en el tiempo, así que no puede achacarse totalmente a Obama, aunque la distribución en 2008 era más homogénea, con un 46% de republicanos y un 44% de demócratas entre la población blanca.

Según el mismo informe, la ganancia principal para los de Romney se ha producido entre los hombres blancos de ingresos bajos y poca formación. Más definitorio aún, el 87% de los votantes del partido de Abraham Lincoln son blancos.

El electorado demócrata, por contra, es más diverso: 61% blancos, 21% afro-americanos, 10% hispanos y un 7% de otro origen.

A largo plazo, esta tendencia puede consolidar la posición del partido del asno, ya que la demografía juega a favor de las minorías, especialmente los hispanos. Pero puede perjudicarles en la votación del 6 de noviembre.

En segundo lugar, es algo aceptado que existe aún un "racismo implícito" en la mayoría de estadounidenses: prejuicios que se tienen, aunque no se sepa, y que actúan de manera inconsciente sobre los votantes. Y algunos de ellos son explotados para servir a determinados intereses políticos.

¿Quién cobra los subsidios?

Durante su campaña en 1976,el republicano Ronald Reagan utilizó una expresión que ha pasado a formar parte del argot político estadounidense. Reagan, que más tarde, como presidente (1981-89), redujo los impuestos y las ayudas sociales, describió a una welfare queen, una "reina del bienestar" figurada, que vivía fraudulentamente de los subsidios públicos.

Esta mujer, según Reagan, vivía en la parte sur de Chicago, una zona de mayoría negra.

El ejemplo pretendía ilustrar el argumento de los neoliberales que culpaban a los sistemas de ayudas de despilfarro y corrupción. Pero a la vez intentaba descaradamente apelar al votante blanco, al asociar subsidios, fraude y raza.

Esta asociación de conceptos perdura hoy día y los republicanos la están usando en la campaña, aunque con alusiones más sutiles, según ha analizado Thomas B. Edsall en el New York Times.

Los spot anti-Obama se encargan de remachar que el presidente ha flexibilizado las condiciones para tener derecho a las ayudas públicas. Otro anuncio de la campaña republicana acusa al presidente de derivar fondos de Medicare (la atención médica a los jubilados) para dedicarlos al Obamacare (el sistema de aseguramiento obligatorio para quienes no tienen cobertura médica).

La afirmación es verdad a medias, según los comprobadores de datos, que no dan abasto para contrastar las alegaciones de ambos candidatos en esta campaña. Pero no importa. Lo que importa es que la proporción de usuarios blancos en el primer programa es del 77%, mientras que en el segundo es del 46%.

Bajo esta luz cobra todo su sentido la afirmación de Romney, en el famoso vídeo del 47%, de que una amplia proporción de votantes de Obama nunca votarían por él porque viven del Estado.

Detrás de esta arriesgada estrategia hay una previsión de los asesores de Romney: para convertirse en presidente, su candidato debe forjar una asociación entre los votantes de clase alta, que comparten su ideología neoliberal y anti-Estado, y los electores de clase trabajadora y raza blanca, sobre todo hombres, que como ya se ha visto han ido girando hacia la derecha en los últimos años, coincidiendo con la crisis.

"En la medida en que Romney consiga revivir sentimientos contrarios al sistema de ayudas (...) puede ser capaz de incrementar la motivación de voto entre los electores blancos, cuyo entusiasmo por Romney se ha reducido por el aluvión de anuncios de Obama criticando a Bain Capital (una de las empresas de Romney) por despedir a trabajadores", escribe Edsall.

Dicho de otra forma: la campaña de Romney intenta remover los prejuicios asociados a la pertenencia racial para contrarrestar la imagen negativa del aspirante como un representante de las clases más altas, cuya riqueza no ha menguado con la crisis.

El voto negro e hispano no está garantizado

Por su parte, Obama cuida su perfil de comandante en jefe que está por encima de las barreras raciales, y al mismo tiempo intenta que acudan a las urnas las minorías, los jóvenes y las mujeres.

Todos estos sectores le son favorables, según los sondeos, pero eso no significa que tenga asegurado su voto. La esperanza de cambio y la ilusión de tener el primer presidente negro se han esfumado tras cuatro años de lenta recuperación económica.

En un aviso de lo que puede ocurrir, fue un ciudadano negro el que interpeló a Obama en el segundo debate entre los candidatos presidenciales, para pedirle cuentas por las promesas incumplidas. "Los compromisos que hice los he mantenido, y los que no he podido cumplir no ha sido por no intentarlo", alegó Obama.

El desempleo entre los afro-americanos casi duplicó, en septiembre de 2012, al de los blancos (13.4% frente al 7%, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales). Algunos políticos negros "tradicionales" piden programas federales específicos para eliminar esta diferencia, recuerda la profesora de Ciencia Política Andra Gillespie, entrevistada por France 24H.

Este desencanto puede traducirse en una mayor abstención que amenazaría la reelección, como explica la corresponsal de RNE en Washington, Dori Toribio, en relación con el electorado hispano.

Para animar a la participación, Obama fue el primer presidente de la historia en votar por adelantado. Lo hizo junto al centro comunitario Martin Luther King, cerca de donde vivió durante su juventud y trabajó como abogado, precisamente en el sur de la ciudad de Chicago.