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'Lobos de Arga' - Juan Martínez Moreno: "Escocia y Bélgica (Pedos de whisky y cerveza)"

  • La película ha sido premiada en varios Festivales
  • Protagonizada por Gorka Otxoa y Carlos Areces, se estrena el 13 de julio

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El siguiente festival al que acude la peli (y yo con ella, que he decidido no perderme ni uno, cosa que luego no podré llevar a cabo) es Dead By Dawn, en Edimburgo. La directora es Adele Hartley, una escocesa más maja que un billete de lotería premiado, y con la que caerán un par de pedos cojonudos.

A este ya voy sólo, los festivales también están notando la crisis, y para poder mantenerse tienen que rebajar sus presupuestos, con lo que el número de invitados es muy limitado. Eché de menos a mis compañeros, obviamente.

Edimburgo es una pasada, de verdad. Ya sé que siempre digo lo mismo, pero es que esta ciudad es la pera, una de las más bonitas que he visto en mi vida. Aparentemente está lloviendo todo el tiempo, pero tuve suerte y pillé buen tiempo, con lo que patearla fue un gustazo. Lo más alucinante que tiene no es la fortaleza, que ya mola un huevo. No, es un pedazo de cementerio del siglo 17 que está en pleno centro de la ciudad, y que además está embrujado, o eso comentan por allí.

El festival es pequeñito, pero está hecho por y para fans del género de terror. Por ejemplo, la proyección fue una de las mejores que hemos tenido, a nivel de calidad.  Entre otras cosas, tuve la oportunidad de volver a ver “Deliverance” en pantalla grande, cosa que estuvo muy bien.

Y durante la proyección de la peli descubrí una cosa que luego se me confirmó en los festivales USA (de los que ya os hablaré más adelante): normalmente la peli gusta, pero al público de habla inglesa le flipa en colores. Ríen, chillan, aplauden, y luego te tratan con una reverencia como si fueras el puto Von Triers. Valoran mogollón la comedia, por ejemplo, le dan la misma importancia que al cine social, o al drama, o a los documentales de la migración de la perdiz extremeña. Y eso mola.

El coloquio posterior fue muy cachondo, mediado por Adele, la directora, con mucho sentido del humor. Pero lo más fuerte fue que, a la pregunta de si la película se iba a estrenar en el Reino Unido, respondí que había sido comprada por una distribuidora que la iba a sacar directamente en dvd. Y, de repente, animado por los cuatro gin tonics que me había tomado antes con Adele (para calmar los nervios, por supuesto, y ella no quiso dejarme beber solo, eso es de muy mala educación en Escocia) se me ocurrió pedirle al público que, si les había molado la peli, que mandaran un mail a la distribuidora pidiendo que la estrenaran en salas.

Os juro por Dios que a la semana siguiente nos llamó la distribuidora para decir que, debido a unos mails entusiastas que había mandado el público del festival, habían decidido estrenar la película en salas.

¡¡¿¿Molan o no molan los escoceses??!!

Y además, nos dieron otra vez el Premio del Público, por cierto, súper cachondo,  una sierra mecánica pequeñita ¡¡Vamos que si molan!!

De Escocia a Bélgica

Y de ahí a Bruselas, al Festival de Cine Fantástico de Bruselas o, como le llaman ellos, el BIFFF.

De Bruselas no puedo deciros mucho ya que no la patee nada. Eso sí, el tráfico un desastre, como Madrid.

El festival tiene su sede en una especie de antigua enorme fábrica rehabilitada, en una sala de unos cinco mil metros cuadrados, donde está todo. Tres bares, un estudio de radio, dos restaurantes, exposiciones, stands de cómics y memorabilia…

Y lo mejor de todo, una sala de proyección con 1.200 butacas y un pantallón de 25 metros de largo.

Llego el mismo día de la proyección, tres horas antes. Me llevan directamente a este sitio, donde me hacen un par de entrevistas. Mientras tanto veo como se van formando unas colas de la leche para entrar en la sala. Deduzco que son para otra película, por supuesto. Hasta que viene el director del festival a saludarme y me dice que no, que esas colas son para Lobos de Arga. Casi me cago del susto. Pero no son sólo para nuestra peli, no. Esta panda de freaks belgas fanáticos del fantástico llenan todas y cada una de las proyecciones del festival,  ya sea a las 11 de la mañana o a las 2 de la madrugada.

Además, me avisa el director con coña, prepárate, es un público muy especial. Intento que me explique algo más, pero se niega con una sonrisa enigmática y un “ya verás”.  Mira que me joden esas cosas… De todas formas,  pienso para mi mismo con una sonrisa de suficiencia,  yo he sobrevivido al público de la Semana de Cine De Terror de Donosti. Así que estos hijos de Tintín a mi no me impresionan nada.

Llega el momento de presentar la peli: hay un cómico belga que hace las veces de maestro de ceremonias. Me presenta y salgo al escenario, delante de 1200 berracos que chillan en belga cosas que gracias a Dios no puedo entender. Intento hablar, pero no dejan de chillar. Les pego un  berrido, medio cabreado y a punto de largarme y, sorprendentemente, se parten el culo de la risa y deciden escucharme. Así que aprovecho para decir cuatro tonterías y me piro. Pero no, no es tan fácil,. Me detienen sus chillidos de nuevo: no entiendo que coño quieren. El presentador me lo explica: quieren que cante. Es una costumbre, un ritual, todos los directores tienen que cantar algo. Me cago en… Con lo que me gustan a mi los karaokes, pero así, sin haberlo pensado... Canto dos estrofas del Fight For Your Rights de los Beastie Boys y salgo de najas.

Y empieza la proyección. Y Gorka abre una puerta en la pantalla y los 1.200 hacen “ñññññññññññññññiiiiiiiiiiiccccccccccccc”, o como cojones se escriba la onomatopeya de una puerta abriéndose. Y cada vez que alguien hace algo, los 1200 hacen un ruido, o dicen algo. Y sale el primer plano de la luna llena y se ponen todos a aullar. Y me levanto, ya convencido de que a los belgas no les gusta la peli ni una mierda, y el director del festival me coge del brazo y me vuelve a sentar, partiéndose el pecho. Y me explica que eso es lo normal, el público lleva viniendo años, y han desarrollado un lenguaje, una especie de código de comunicación con la películas. Por ejemplo, salen unas tetas y todos gritan “boing, boing”. Una chica entra en un sitio donde no debe entrar y todos chillan “si, si, entra, entra”, cosas así. Pero eso no quiere decir que no les guste la peli, me tranquiliza.

Y ya me lo empiezo a pasar mejor, y hasta me suelto un poco y hago yo también un par de ruidos.

En fin, que se rieron, lo pasaron bien, y hicieron un montón de ruidos raros.

Conociendo a William Friedkin

Por allí estaba Mick Garris, un director que ha adaptado tres novelas de Stephen King para la tele, y empezó en los ochenta: trabajó en Aullidos, fue director de Critters 2,  curró en Amblin con Steven Spielberg, entre otras muchas cosas. Bueno, pues el tío se me acercó y me dio las gracias por la peli. Le había recordado mogollón a aquella época cuando él empezaba y los maquillajes y los efectos eran todos reales. Me estuvo contando cosas de aquella época,  y fue un gustazo y un honor. Un tipo encantador.

Pero lo mejor fue al día siguiente: William Friedkin era otro invitado del festival. Sí, tíos, el director de, entre otras, French Connection y El Exorcista, película gracias a la cual estuve durmiendo con la luz del pasillo encendida durante dos años, después de verla con doce años. Daba una rueda de prensa: allí me presenté, y tuve el placer de escucharle hablar durante dos horas y media: del Hollywood de los 70, de sus películas, de su fama como tío súper borde en los rodajes (que reconoce sin ningún pudor, aunque luego es un encanto),  de todo lo que quisiéramos saber, en fin.

Anécdota genial: le pregunté por su interés por los actores españoles con los que había trabajado, Fernando Rey y Paco Rabal, y si ese interés venía de su admiración por las películas de Buñuel. Efectivamente, me contestó, le gustaba mucho Buñuel. Pero lo que yo no sabía  es que, cuando preparaba French Connection, acababa de ver Viridiana, y le dijo al jefe de casting que para el malo quería a ese actor español de Viridiana, refiriéndose a Paco Rabal. Cual sería su sorpresa cuando fue a buscarle al aeropuerto y se encontró con Fernando Rey. El tío del casting había metido la pata. Una vez se le pasó el cabreo se hizo colega de Fernando Rey y decidió que lo hiciera él. Y se quitó la espinita de trabajar con Paco Rabal cuando hizo Carga Maldita.

Lo dicho, un privilegio escuchar a un maestro como Friedkin. Y no, no me atreví a contarle lo de dormir con la luz del pasillo encendida por su culpa. No me dejaba en muy buen lugar. Bastante gilipollas soy contándooslo a vosotros. Por  cierto, por la noche presentaba su última peli, Killer Joe, buenísima, y el tío se cantó “Anything Goes “ enterita, con dos cojones.

Coño, y se me olvidaba: la gente del festival, todos maravillosos, me regalaron una litografía numerada de Hugo Pratt, que mola un huevo, y que ahora mismo ha caído en las zarpas de Carlos Areces.

Después de esto la peli fue al Festival de Cine Fantástico de Amsterdam, o AIFFF, o algo así. Pero como a este no me invitaron, los muy cutres, tuve que grabarles una presentación en video y ya está. O sea, que de este no os cuento nada.