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Saleh, el 'padre' del que reniegan los yemeníes

  • El presidente yemení ha estado más de tres décadas en el poder
  • Su mandato, el más largo superado solo por el exlíder libio, Gadafi
  • Ha sido el único presidente que ha tenido el Yemen reunificado

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Fotografía de archivo del presidente yemení, con fecha de febrero de 2011
Fotografía de archivo del presidente yemení, con fecha de febrero de 2011

Cuando Abdulá Saleh ascendió a la presidencia lo hizo en un país muy diferente al que ahora ha provocado su renuncia al poder. Era 1978 y Yemen estaba dividido en dos. Más tarde, aunque con sus diferencias aún latentes, el país se convirtió en uno y Saleh en su presidente desde el año 1990.

Ahora, 33 años después, la población yemení ha sido capaz de superar sus diferencias para alcanzar su objetivo: el final de Saleh, cuyo mandato solo supera en el tiempo el exlíder libio Muanmar Gadafi.

Como ha ocurrido con otros líderes -recordemos a los presidentes de TúnezEgipto y Libia- de nada han servido sus reformas o promesas como la de abandonar el poder en el año 2013, asegurando que su hijo no sería su sucesor.

Este miércoles día 23 de noviembre de 2011, Yemen abre y cierra a la vez un capítulo de su historia que queda materializado con la firma de su hasta ahora presidente en Riad de la iniciativa del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) que estipula el traspaso pacífico del poder para poner fin a la crisis.

El presidente de Yemen, Abdalá Saleh, firma su cese de poder

Saleh deja así a sus espaldas un tira y afloja con su pueblo, que el pasado mes de enero se echó a las calles para pedir su renuncia, al que ha prometido en diversas ocasiones que firmaría el acuerdo sin llegar a hacerlo realmente.

Ascenso progresivo

El punto de inflexión a su mandato ha sido, sin duda, el ataque a su palacio presidencial el pasado mes de junio. Debido a la gravedad de las heridas sufridas, se vio obligado a recibir tratamiento médico en Arabia Saudí. A partir de ese momento y tras su regreso -en el que apareció casi irreconocible- Saleh ha ido esquivando, sin éxito, su destino: abandonar el poder.

La carrera política de Saleh tiene sus orígenes en el ámbito militar, donde ingresa en el año 1958. Una vez en el Ejército, alcanza el grado de teniente coronel y aprovecha, ostentando dicho cargo, el asesinato del anterior presidente, Ahmed Husayn al-Ghashmi, en el año 1982 para dar el salto a la política.

Aquel año ingresa en el partido en el poder: el Congreso General del Pueblo con el que, tras ser elegido secretario general en el año 1973, será elegido presidente de Yemen del Norte.

Es a partir de ese momento cuando inicia su progarma de unificación con el sur, que se materializará en mayo de 1990 y a él le otorgará el cargo de jefe de Estado de la República de Yemen. Esto le da luz verde a considerarse el líder que debe conducir al país en su nuevo camino: la democracia.

Tres años después Saleh es testigo directo de las primeras elecciones legislativas libres que reafirman su mandato. Ya en 1994, el país entra en una cruenta guerra civil tras la tentativa soberanista del antiguo sur, que Saleh no duda en reprimir en menos de dos meses eso sí, cobrándose la vida de cerca de 8.000 personas.

Errores de su mandato

Sin embargo su mandato se mantuvo intacto y en el año 1999 se convierte en el primer presidente de Yemen elegido en sufragio universal, en unas elecciones en las que se hace con el 96% de los votos. Pero la parte negativa de estos comicios fue que el Parlamento, dominado por el Gobierno, impidió presentarse a otros 28 candidatos, lo que desató las denuncias de fraude electora.

Saleh hace caso omiso y en el año 2001 logra sacar adelante un referéndum por el cual el mandato presidencial pasa a ser de siete años, por lo que las siguientes elecciones presidenciales fueron en 2006, en las que vuelve a ganar bajo nuevas acusaciones de fraude.

En enero de 2011 el Parlamento aprueba unos cambios provisionales que permiten que Saleh opte a un tercer mandato, algo que estaba prohibido por la Constitución.

Ese fue el desencadenante del final que Saleh no se esperaba. La presión de la calle le obligó a declarar ante el Parlamento el 2 de febrero que paralizaba la reforma legal que le habilitaría como candidato en 2013, y, además, negó que tuviera aspiraciones de que su hijo Ahmed le sucediera.

Pero a su pueblo no le bastó, como de momento tampoco les vale su renuncia: ahora quieren que no haya inmunidad.