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Rubalcaba, el corredor de fondo con el viento en contra que quiere llegar a La Moncloa

  • El veterano socialista afronta la campaña con las encuestas a favor de Rajoy
  • Ha sido hombre fuerte en los gobiernos socialistas de González y Zapatero
  • En 1996 fue ministro de Educación y en las dos últimas legislaturas, de Interior

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No se va a dejar ganar y así lo ha dicho varias veces durante la precampaña. Sabe que su tarea es hercúlea y que corre contra el viento y contra las encuestas que hablan de clara victoria del PP y su líder, Mariano Rajoy.

Alfredo Pérez Rubalcaba, candidato socialista a las elecciones generales, encara el sprint final con ganas, pero asediado por una crisis económica que literalmente se ha comido al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, del que él ha sido figura clave.

El PSOE ha planteado a Rubalcaba como la única esperanza para evitar que Mariano Rajoy llegue a la Moncloa o, por lo menos, para que no lo haga con mayoría absoluta.

Mejor valorado por los ciudadanos que Rajoy en los sondeos del CIS, los socialistas han preferido la veteranía de este político de 60 años a la renovación que hubiese supuesto Carme Chacón, que abandonó la carrera electoral, a pesar de sus intenciones de ser candidata.

Él se muestra seguro al respecto: “Si hubiera habido primarias (con Chacón), las habría ganado yo”. La ministra de Defensa, en el anuncio de su renuncia, dijo que dejaba el camino libre a Rubalcaba porque el debate en torno a las primarias en el PSOE ponía en riesgo "la autoridad del presidente, la imagen y la unidad del partido y la estabilidad del Gobierno". Su entorno incluso habló de presiones.

Figura clave del PSOE durante 40 años

Todo el PSOE apoyó a Rubalcaba como el candidato “más fuerte y más temido por el PP”. Lleva cerca de 40 años en las filas socialistas.

Aunque terminó en política, sus aspiraciones eran otras bien distintas. Rubalcaba, nacido en Solares (Cantabria) es doctor en Química, formación que comparte con su mujer, Pilar Goya, directora del Instituto de Química Médica e investigadora del CSIC.

Ingresó en el partido en 1974 y ha sido diputado socialista durante las últimas cinco legislaturas.

Con Felipe González ocupó su primer cargo público como director general de Enseñanza Universitaria en 1985. Pasó rápidamente a ocupar la Secretaría General de Educación y en 1992 se convirtió en ministro del ramo.

Como máximo responsable de Educación, promovió algunas leyes educativas como la Ley de Reforma Universitaria (LRU), la Ley Orgánica de Ordenación del Sistema Educativo (LOSE) y la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE)

En 1996 sumó al Ministerio de Educación el cargo de ministro de la Presidencia y el de portavoz del Gobierno.

Con la llegada de Aznar al Gobierno, el PSOE le designó portavoz en el Congreso de los Diputados y se convirtió en cabeza visible de la oposición.

En 2000, en pleno proceso de transformación socialista con la elección como líder nacional de un entonces desconocido José Luis Rodríguez Zapatero, Rubalcaba apostó todas sus fichas a favor de José Bono, que compitió en primarias con Zapatero para hacerse con el control del PSOE.

Pero, a pesar de no estar en el grupo que aupó al presidente del Gobierno a lo más alto del partido, Rubalcaba, lejos del destierro, se convirtió en pieza clave para Zapatero.

Entró en el Comité Federal del partido y en el Comité Electoral y se convirtió en uno de los artífices de la victoria socialista en las elecciones de 2004.

Hombre fuerte con Zapatero

Zapatero le nombró en la primera legislatura portavoz en el Congreso de los Diputados y después ministro de Interior, en 2006. Tuvo que gestionar el alto el fuego de ETA decretado el 22 de marzo de ese mismo año y que saltó por los aires con la bomba de la T4 del aeropuerto de Barajas.

Sobre su espalda pesaba una sobrada experiencia en materia antiterrorista. Fue el interlocutor del PSOE con el Gobierno de Aznar durante la tregua declarada por la banda en 1998 y encabezó la delegación socialista que acordó en el 2000 con el PP el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo.

En el segundo mandato, le dio medio timón para convertirlo en su mano derecha. Rubalcaba ocupó los cargos de vicepresidente primero, portavoz del Gobierno y ministro de Interior.

Como hombre fuerte del Gobierno y cuando las quinielas le situaban como posible sucesor de Zapatero, dijo en varias ocasiones que estaba más cerca del final de su carrera que en posiciones de salida.

"El partido me lo ha pedido y no puedo negarme". Con estas palabras anunció que se presentaría a las primarias en el PSOE para suceder al presidente.

Aunque ha defendido las políticas económicas de Zapatero, ha marcado cierta distancia con algunas decisiones y las formas y tiempos de las mismas.

Así, ha reconocido que la modificación de la Constitución para establecer un techo de déficit se debería haber hecho de otra manera y también ha dicho que reformas económicas como la del sector financiero se podrían haber acometido antes. También ha puesto en solfa el excesivo ahorro del Gobierno que puede convertirse, a su juicio, en freno para el crecimiento.

Desde que es candidato también ha lanzado claros guiños al Movimiento 15M haciendo propuestas que previamente han planteado los 'indignados' como la reforma del sistema electoral o una tasa para los bancos que se invierta en empleo juvenil.

Luces y sombras en 30 años como responsable político

En su larga trayectoria política se apunta el tanto de haber sido el ministro de Interior de la legislatura en la que ETA ha anunciado el cese de la violencia, aunque el comunicado se produjo tras su relevo por Antonio Camacho.

También ha conseguido como titular de Interior haber reducido los muertos en carretera en nuestro país. Ha sido, en todos los sondeos del CIS, uno de los ministros mejor valorados.

Pero en su curriculum también hay sombras que pesan. En los últimos años del felipismo tuvo que hacer frente a escándalos mayúsculos como el GAL, el caso Roldán, los fondos reservados o Filesa y como portavoz del Gobierno, entonces, tuvo que dar muchas explicaciones.

El candidato ha tenido que hacer frente en los últimos tiempos y casi a diario al acoso del PP a cuenta del caso Faisán que investiga la Audiencia Nacional por el chivatazo que en 2006, durante la tregua, alertó a ETA de una operación contra su red de extorsión.

El Rubalcaba más personal

Celoso de su vida privada y sin hijos, Alfredo Pérez Rubalcaba disfruta con la novela negra, jugando al mus, escuchando a Joan Manuel Serrat o fumando un puro de vez en cuando pero, sobre todo, viendo al equipo de sus sueños, el Real Madrid, y los goles de su ídolo deportivo, Zinedine Zidane.

Fue campeón universitario nacional de los 100 metros lisos (10,9 segundos) en los años 70 pero una lesión le alejó del atletismo.

Pasa sus vacaciones en el norte de España, principalmente en Asturias y Cantabria, su tierra natal.

Pero Rubalcaba no solo tiene pasiones, también las levanta. En 2010 la revista Vanity Fair le colocó en cuarto lugar en una lista de personalidades con poder que desprenden un halo de erótica. Estaba por detrás del empresario Francois Henri Pinault, Nicolas Sarkozy y Barack Obama.

Tiene un patrimonio declarado de una vivienda y cerca de un millón de euros, en su gran parte procedente de una herencia.

La biografía de sus primeros años puede despistar ya que su entorno fue más conservador que de izquierdas. Su padre era un piloto de Iberia que voló con el bando nacional y Rubalcaba, de niño, fue monaguillo. Acudía para ayudar en misa al convento de las Carmelitas de las Descalzas en El Escorial.

Duerme poco y ha tenido algún susto con la salud. Hace tiempo, una cardiopatía, y este mismo año, una infección que obligó a su ingreso hospitalario.

Uno de sus peores momentos personales se produjo hace unos años con la muerte de sus padres y de los tres hermanos de su esposa.

Rubalcaba comenzó como velocista pero se ha convertido finalmente en un corredor de fondo. Tiene ahora el testigo que le ha dado Zapatero y todo el PSOE y corre en una carrera con el viento en contra. Quiere llegar el primero a la meta y se niega a una derrota digna.