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Las peticiones exageradas de comida son negativas para el desarrollo de las crías

  • Un estudio con polluelos afirma que las exigencias de comida son negativas
  • Cuanto mas exageradas son las exigencias, menos desarrollo inmunológico
  • Los resultados pueden extrapolarse a los bebés humanos

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Pedir comida exageradamente no compensa
Un estudio realizado con polluelos de alcaudón meridional sugiere que las peticiones exageradas de comida tienen un coste energético alto que merma el desarrollo de los pequeños

El refranero español asegura que "quién no llora, no mama", pero ahora un equipo de científicos españoles demuestra que no es bueno llorar tanto.

En un artículo publicado en la revista Journal of Evolutionary Biology, el equipo dirigido por Gregorio Moreno-Rueda, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, describe como las exigencias de comida de las crías pueden influir negativamente en su desarrollo.

Para llegar a esta conclusión se ha realizado un estudio con polluelos de alcaudón meridional, una especie de pájaro muy común en la Península Ibérica.

Según el artículo, las señales que usan los polluelos de estos pájaros para conseguir comida tienen un alto coste, con lo que la naturaleza se asegura que los pequeños pidan comida a los padres solo cuando es realmente necesario.

"Los polluelos emiten sonidos muy costosos de producir. De la misma manera estar erguidos también tiene un coste energético para ellos", asegura Moreno-Rueda en declaraciones a RTVE.es.

De este modo, los padres no están obligados a satisfacer demandas de comida que no puedan abarcar, con lo que las crías no pueden 'manipularles'.

Aplicable a los bebés humanos

El experimento se basó en los análisis efectuados a dos grupos de polluelos de 18 individuos cada uno. Al primero de ellos se le estimuló para que exigiesen más comida, durante 30 segundos por cada hora, mientras que el otro no fue estimulado.

"Estos estímulos consistían en silbidos o caricias en los labios que los pequeños tienen en el pico. Las crías asocian rápidamente estas acciones con la comida", explica el científico.

Los datos recogidos por el investigador demuestran que el grupo que solicitó el alimento durante menos tiempo tenía una tasa de crecimiento y una respuesta inmune más alta que el otro grupo.

Los resultados obtenidos mediante el análisis de polluelos de alcaudón meridional pueden extrapolarse a los bebés humanos, según los científicos.

"El llanto de los bebés también tiene un coste energético elevado. En principio estos resultados pueden ser comparables, pero es necesario realizar más estudios al respecto", concluye Moreno.