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La crisis tunecina "saca los colores" a la diplomacia francesa

  • La oposición califica de "vergüenza de la diplomacia" la posturadel Gobierno
  • Sarkozy sale al paso y asegura que apoyará unas elecciones justas

Ver también: Francia y Túnez

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La crisis tunecina ha puesto en el punto de mira a Francia. El motivo es el mismo que en su día puso a España en primera plana ante los enfrentamientos generados en El Aaiún: Marruecos y Túnez han sido colonias española y francesa respectivamente.

De ellas se espera que, ante su histórico vínculo, se de una respuesta enérgica. Por ello, tal y como han denunciado desde dentro y fuera de Francia, son muchos los que han calificado de "insuficiente" la respuesta francesa ante lo que está ocurriendo en Túnez.

Conscientes de las críticas, el Ejecutivo francés ha optado por elevar su tono y, en cierto modo, desdentenderse del ya ex presidente tunecino. Prueba de ello son las palabras expresadas este mismo lunes por el portavoz del Gobierno francés, François Baroin, quien ha anunciado este lunes a la prensa que Francia está "a disposición de las autoridades constitucionales tunecinas" para examinar los bienes en territorio galo de Ben Alí o de sus allegados.

Es más, el Ejecutivo francés ha condenado también la acción de las "bandas de criminales" que operan en Túnez, y ha anunciado el "bloqueo administrativo" de "movimientos financieros sospechosos" relacionados con ese país.

La alianza con Túnez

En ese sentido, el periódico Le Monde ha publicado que el Elíseo sospecha que la esposa de Ben Alí ha sacado del Banco Central de túnez una tonelada y media de oro, antes de abandonar el país.

Pese al cambio de postra francesa, los primeros días fueron decisivos y para la oposición francesa y no francesa, la actitud no fue la adecuada. En el centro de los reproches se sitúa la ministra francesa de Exteriores, Michèlle Alliot-Marie, quien en la Asamblea Nacional propuso el pasado martes ofrecer a Túnez cooperación francesa en materia de seguridad para gestionar las manifestaciones.

Ante esta ayuda, el ex primer ministro socialista Pierre Moscovici llegó a decir que siente "vergüenza de la diplomacia francesa" y de la presidencia de Nicolas Sarkozy en relación a la gestión de la crisis de Túnez.

Todo ello ha generado que un Sarkozy que parecía verse en la obligación de hacerlo se haya desentendido de Ben Alí y le haya negado asilo bajo el argumento de que generaría malestar entre la nutrida comunidad tunecina instalada en Francia.

Pero esta respuesta, insuficiente y tardía para muchos, de París a las protestas y la represión en su antiguo protectorado del norte de África no ha provocado que cesaran las críticas.

Lo que está en juego

Con todo, lo cierto es que, diplomáticamente, Francia estaba en una posición difícil. Por un lado tiene que evitar una tormenta de ira que ha seguido a la posible llegada de Ben Ali, a París y el malestar que ello supondría. Por otro, tiene que tener cuidado para no ofender a los otros líderes del norte de África con los que Francia tiene ya de por sí una relación complicada.

"Los principios constantes de nuestra política exterior son la no injerencia, el apoyo a la democracia y la libertad y la aplicación de la regla de derecho", aseguraba una fuente del Ministerio de Asuntos Exteriores citado por la BBC.

"En el caso de un antiguo protectorado estamos aún más obligados a mostrar un cierto grado de reserva. No queremos avivar las llamas, pero, por el contrario, también queremos ayudar a un pueblo amigo todo lo que podamos", ha asegurado.

Las autoridades francesas son conscientes de que cuentan con unos 22.000 ciudadanos franceses en Túnez y cerca de 700.000 tunecinos viven en Francia, por lo que el Palacio del Elíseo opta por ser particularmente cuidadoso con lo que dice y hace. De hecho, cerca de 5.000 tunecinos protagonizaron una marcha en París el pasado sábado pidiendo una respuest más contundente del gobierno.

En un intento de calmar cualquier tipo de temor, el ministro de Finanzas, Christine Lagarde, ha asegurado que todos los activos de los bancos franceses vinculados a Túnez están bajo vigilancia.

Es más, TRACFIN, una organización financiera que sigue los movimientos sospechosos de capital, ha hecho público que estaba "especialmente atento" a cualquier solicitud de transferencias desde cuentas vinculadas a la familia del presidente depuesto.

Ahora, Sarkozy asegura que Francia está dispuesta a luchar por unas elecciones libres y justas.

"Francia está dispuesta a satisfacer cualquier petición de ayuda para garantizar que el proceso democrático se lleva a cabo de una manera indiscutible", ha asegurado el presidente.

Sin embargo, muchos se mantienen aún escépticos y aprovechan para alertar sobre los elevados estilos de vida que muchos franceses funcionarios, embajadores y empresarios - muchos de ellos con propiedades de vacaciones en Túnez y Marruecos - han disfrutado, por invitación de los gobernantes del Norte de África.