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La extraordinaria sensibilidad de los bigotes de las focas

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Ciencia al Cubo

El nacimiento de perritos fluorescentes, la muerte de una chimpancé calva, qué son las neuronas espejo, el origen de los ojos azules o por qué nos salen canas. De la mano de América Valenzuela, en 'Ciencia al Cubo' pueden escuchar las historias más variopintas sobre temas científicos de actualidad. Emisión en Radio 5: Lunes a viernes 10:07; Sábados 09:22 / 17:52 / 21:06; Domingos 09:22 / 17:55

Las focas despiertan simpatía por sus grandes ojos de mirada tierna, su cara regordeta y por lo torponas que son en tierra, aunque en el agua son extremadamente ágiles. Al fin y al cabo es el medio en el que están la mayor parte de su tiempo y en el que tienen que conseguir alimento.

Un equipo de científicos alemanes ha estado estudiando a fondo una de sus herramientas básicas para orientarse en el agua, los bigotes, y han descubierto que son mucho más sensibles de lo que se creía.

El estudio lo han realizado científicos del Centro de Ciencias Marinas de la Universidad de Rostock en Alemania y ha publicado la investigación Revista de Biología Experimental (la Journal of Experimental Biology). Han investigado concretamente la sensibilidad de los bigotes de la foca común o foca de puerto. Y a una muy particular: la foca Henry.

Henry tiene 13 años y vive en el centro marino alemán. Con ella han hecho un experimento. Con la cabeza bajo en agua, debía comunicar a los entrenadores si notaba el paso de un objeto, que era un pez ficticio diseñado por ellos. Consistía en una aleta de goma sujeta por un palo. 

Henry debía señalar si notaba con sus bigotes las variaciones hidrodinámicas producidas por el paso del falso pez. Y lo indicaba con un movimiento de cabeza. Hacia la derecha si el pez se dirigía hacia la derecha o hacia la izquierda si se dirigía hacia la izquierda. Cada vez que lo hacía bien se le recompensaba con un pescado bien sabroso.

Para que Henry solo pudiera usar sus bigotes, los científicos le pusieron una máscara y cascos insonorizadores en los oídos. Dicen que se lo pasaba muy bien haciendo el experimento, que para ella, era como un juego.

Bueno, pues el resultado del experimento fue espectacular. Acertó en el 90% de los casos cuando metía la cabeza en el agua cinco segundos después del paso del cebo. Cuando la dejaban meterse a los 35 segundos después del paso del falso pez acertó en el 70% de los casos. Eso sí, a los 40 segundos no acertaba ni una, perdía el rastro completamente. 

CIENCIA AL CUBO

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