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El derrocado presidente de Kirguistán asegura que sigue siendo el líder del país

  • Pide que se niegue la legitimidad al gobierno provisional
  • Bakíev ha recibido asilo político en Bilorrusia

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Kumanbek Bakiev
Kumanbek Bakiev

Tras los últimos acontecimientos en Kirguistán, parecía que el gobierno provisional contaba con plena autoridad en el país y que Kurmanbek Bakíev, derrocado el pasado 7 de abril, lo había asumido.

Pero no es así. Bakíev ha afirmado este miércoles en Minsk que él es el jefe de Estado del país centroasiático y ha pedido a la comunidad internacional que le niegue la legitimidad al gobierno provisional creado por quienes lo depusieron.

"Como presidente de Kirguistán y garante de la Constitución no puedo estar al margen de la responsabilidad por la catástrofe que vive mi pueblo y estoy dispuesto a asumir mis responsabilidades" ha declarado Bakíev, según la agencia rusa Interfax.

Bakíev no renunciará

El depuesto presidente kirguís, que el pasado martes recibió asilo político en Bielorrusia, ha comparecido ante la prensa en la sede del secretariado de la postsoviética Comunidad de Estados Independientes, el CEI.

"No hay fuerza que pueda detenerme. Sólo la muerte puede hacerlo", ha sentenciado Bakíev, quien ha reiterado su llamamiento a la comunidad internacional para que no reconzca "la banda que ha usurpado el poder".

También se ha dirigido a los ciudadanos kirguises para asegurarles que hará todo lo que esté en su mano para "devolver a Kirguizistán al campo constitucional".

"No permitiré que unos bandidos determinen la suerte del pueblo", ha concluido.

Todas estas declaraciones contradicen las últimas informaciones según las cuales Bakíev había firmado su carta de dimisión y abría una puerta a colaborar con la oposición, actualmente en el gobierno de Kirguistán.