Enlaces accesibilidad

'Australopithecus sediba', nuestro nuevo pariente

Por

Vivieron hace dos millones de años y eran muy parecidos a nosotros, los homo sapiens, pero no lo eran. Un día dos de ellos (una mujer y un niño) tenían sed, se les había acabado el agua y partieron en busca de alguna fuente fresca. Rastrearon en una cueva con tan mala fortuna que cayeron en un túnel vertical, lo suficientemente profundo como para no poder salir y morir.

Lo que fue muy mala suerte para ellos es buena fortuna para nosotros. El agujero, tan profundo también sirvió para que sus restos no fueran alcanzados y devorados por otros animales. En un momento dado la cueva se inundó y los sedimentos cubrieron los huesos. Gracias a ello se han conservado porque se petrificaron y convirtieron en fósiles.

En agosto de 2008 un equipo de paleontólogos los encontró y han resultado ser muy especiales. Pertenecen a un tipo de homínido desconocido por la ciencia. La nueva especie ha sido bautizada como 'Australopithecus sediba'. Sediba porque en el idioma de los habitantes de la zona quiere decir 'fuente' o 'manantial'.

La cueva que se convirtió en una tumba es de piedra caliza y está cerca de Johannesburgo, en Sudáfrica. La UNESCO le puso ya en 1999 el nombre de 'Cuna de la Humanidad' porque se han hallado allí restos de otros homínidos muy importantes. En esta ocasión se han hallado esqueletos no completos, articulados y muy bien conservados. Son de un varón de entre 8 y 13 años y una hembra de entre 20 y 30.

El hijo de un paleontólogo sudafricano encontró el primer fósil

El análisis de los huesos lo ha dirigido el reconocido paleontólogo sudafricano Lee Berger. Cuyo hijo, por cierto, de 9 años fue el que localizó el primer fósil cuando estaban dando un paseo por las cuevas.

A grandes rasgos el 'Australopithecus sediba' es una mezcla entre australopitecus y hombre moderno. Es decir, es una combinación de características de simio y de humano.

Sus brazos eran más largos que los de los humanos, eran como los de los orangutanes por ejemplo. Y eran más bajitos: medían más o menos un metro veinte. Su rostro sin embargo era más parecido al nuestro que al de los Australopitecos. Pero su cerebro era más pequeño, aunque a la vez más grande que el de los australopitecus.

En definitiva, es un diseño intermedio, es una pieza más dentro del gran puzzle que es la evolución desde el mono hasta el homo sapiens.