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Brasil disfruta su futuro en la Campus 2010

  • Los brasileños convierten la brecha digital en un 'leit motiv' del evento
  • La política será protagonista con los tres candidatos para suceder a Lula

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Una periodista brasileña entrevista a un campusero  a la entrada del recinto.
Una periodista brasileña entrevista a un campusero a la entrada del recinto.

Internet libre de 10 gigabytes durante una semana para 6.000 personas puede que no sea lo más parecido a una fiesta, pero eso da igual en Brasil: la euforia por el progreso que se asocia a Internet es tal que la tercera edición de la Campus Party que ahora comienza se parece más a un evento deportivo o al propio carnaval que a un lugar donde descargarse películas y jugar a competiciones en línea sin parar.

"El futuro ya está aquí", relata Alejandro de la Sota, uno de los organizadores de este evento, parafraseando al antiguo chiste de que Brasil es el país del eterno futuro, que nunca llega. En la Campus Party se nota que, si no ha llegado ya, los brasileños ven el futuro muy cerca.

Es el ejemplo de David Neeleman, un brasileño-norteamericano que montó la compañía de low cost por Internet más importante de Brasil, Azul Linhas Aéreas. O el de Petrobras, el gigante brasileño de los hidrocarburos que muestra su fuerza con un potente stand donde ofrece conciertos en hamacas. O el del Banco do Brazil, que masajea a los rígidos campuseros mientras promociona sus últimas ofertas financiera.

"Han entendido Internet en todos los niveles y para ellos es una herramienta básica", señala De la Sota, que subraya la importancia de que este evento nacido en España esté gestionado aquí por y para brasileños.

Política campusera

Eso hace, por ejemplo, que haya 1.000 periodistas acreditados y que la televisión pública brasileña conecte veinte minutos con el evento cada día. Que no haya ninguna valla publicitaria en la lluviosa e inabarcable Sao Paulo que desconozca el término Campus Party. Y que, como quien no quiere la cosa, tres de los candidatos a suceder a Lula da Silva en las elecciones de octubre hayan anunciado su presencia.

Durante esta semana, el gobierno de Lula y el gobierno autonómico de su opositor paulista José Serra van a patrocinar una serie de debates públicos sobre el acceso a la banda ancha en Brasil, la propiedad intelectual y los derechos humanos en Internet.

En ellos, los políticos brasileños se expondrán a las preguntas de los campuseros, mientras el propio Serra y la elegida por Lula para sucederle, Dilma Rouseff tratarán de convencer a los presentes de que son la mejor opción para un Internet libre y accesible en Brasil.

A la cita también está invitado el 'gurú' de la campaña en Internet de Barack Obama, Scott Goodstein, que precisamente ha sido 'fichado' por Rouseff para reflotar su candidatura y de esa manera limar la ventaja que le lleva el conocido gobernador Serra.

Esto demuestra también que, lejos de pensar que los que acuden a esta cita son un público minoritario ajeno a la sociedad, los políticos aquí empiezan a darse cuenta de que los campuseros, poco a poco, se convierten en líderes de opinión.

"El año pasado la gente subió más contenidos de los que se descargó. Se ha pasado de pensar que vienen unos cuantos freakies a descargarse a que las empresas se den cuenta de que los campuseros son fuentes de innovación y negocio", señala De la Sota.

Bautismo digital

Si los políticos reunidos en el programa Campus Forum hablarán sobre todo del orden de Internet; buena parte de los programas que se pondrán en marcha en esta campus se centrarán en el progreso asociado a esta herramienta, la otra pata -paradójicamente- del lema que figura en la enseña de Brasil.

Aquí la inclusión digital de la Campus de Valencia se llama bautismo y está capitaneada por un obispo con recomendanción escrita de Benedicto XVI. Cosas de Brasil.

El obispo de la mayor diócesis del país ayudará a reducir la brecha digital de los más desfavorecidos en el programa de bautismo digital, que después del evento recorrerá el país en búsqueda de propagar la palabra de la Red.

Este programa, junto a otros presentes en la cita, muestran la otra cara de Brasil, esa que su ansias de futuro no ocultan y del que es buen ejemplo el protagonista de la anécdota del año pasado: un indio que se recorrió el país en busca de la Campus Party sin saber qué era ni para qué servía y que acabó convirtiéndose en el campusero más peculiar de la cita.

Entonces, como ahora, los más de 6.000 campuseros que ya han agotado el aforo tras pagar unos 150 reales -unos 60 euros- para toda la semana, disfrutarán de las áreas clásicas de la Campus, desde la innovación hasta la robótica, pasando por las novedades en música y entretenimiento.

Eso sí, con una curiosa novedad: este año se potencia el portátil frente a las grandes torres 'moddeadas' y, por eso, se han habilitado espacios chill out para que sigan creando futuro, pero sin estresarse.