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Los captores ponen condiciones para liberar a los rehenes en el sur de Filipinas

  • El secuestro "se debe a la puesta en libertad del cabecilla de un clan rival"
  • Han puesto en libertad a 18 personas de las 75 secuestradas

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El grupo de secuestradores que mantiene como rehenes a 55 personas, la mayoría niños, en el sur de Filipinas, ha condicionado su puesta en libertad a la detención del cabecilla de un clan rival, informaron fuentes policiales.

También, los secuestradores, que se encuentran atrincherados en un monte cercano a la ciudad de Prosperidad, en la isla de Mindanao, exigieron la retirada de la tropas de la Policía y el Ejército que les rodean, así como la presencia de periodistas en la negociación.

El supuesto jefe de los secuestradores ha sido identificado por las autoridades como Ondo Perez, un ex miembro de un grupo paramilitar gubernamental que mantiene una "vendetta" con otro influyente cabecilla de la región llamado Jun Tubay, residente en Prosperidad.

Las autoridades acusan al grupo de Perez de haber asesinado a miembros de la familia de Tubay el pasado febrero.

Los secuestradores liberan 17 niños y un adulto

Al menos 17 niños y un adulto han sido puestos en libertad, y otros dos escaparon, poco después del secuestro de las 75 personas.

La mayoría de los rehenes son estudiantes de la escuela Maitum, en la provincia de Agusan del Sur, en Mindanao.

El secuestro se produjo cuando el grupo de pistoleros escapaba de los cuerpos de seguridad, con los que había mantenido un tiroteo en el área de la Purísima, y entró en la zona de Maitum y se refugió en la escuela, de la que salió con numerosos rehenes.

Durante la fuga también capturaron a dos guardas forestales de una compañía maderera.

Este secuestro acontece dos semanas después de que 57 personas fueran asesinadas por orden de uno de los clanes más influyentes de la provincia de Maguindanao, al igual que Agusan del Sur, también situada en la isla de Mindanao.

También ocurre un día después de que los cuerpos de seguridad descubrieran que Abu Sayyaf, una organización vinculada a la red de Al Qaeda, había decapitado a uno de los tres trabajadores que secuestró en noviembre en el sur de Filipinas.