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Brasil saca músculo como potencia regional y advierte a los golpistas de Honduras

  • El ministro de Exteriores exige que cense el acoso a su embajada
  • La decisión de acoger a Zelaya supone asumir el papel de líder regional
  • Supone reivindicar un nuevo poder entre Venezuela y Estados Unidos
  • Lula podría pedir una reunión del Consejo de Seguridad en su discurso de mañana

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Lula, con Zelaya en un encuentro en Brasilia el pasado mes de agosto.
Lula, con Zelaya en un encuentro en Brasilia el pasado mes de agosto.

"Brasil garantiza que Manuel Zelaya estará en la embajada, cumpliendo el derecho internacional, y no esperamos que los líderes golpistas toquen la embajada brasileña", ha declarado el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva.

"No toleraremos ninguna acción contra la embajada brasileña", ha añadido su ministro de Exteriores, Celso Amorim, que ha abierto la puerta a pedir una reunión extraordinaria sobre Honduras al Consejo de Seguridad de la ONU tras cortar la luz, el agua y el teléfono en la embajada el gobierno de Micheletti.

Con estas palabras desafiantes, los gobernantes brasileños ponen en evidencia dos cosas: que la apuesta de su país por acoger al presidente depuesto se ha dado asumiendo todas sus consecuencias y que Brasil se ve a sí misma como un nuevo actor regional capaz de intervenir en los asuntos internos de países dentro de su área de influencia.

"Honduras es el símbolo de lo que puede ocurrir en el futuro en la región", señala Susanne Gratius, experta en América Latina de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE).

Para Gratius, con este paso Brasil ha empezado a asumir su responsabilidad política en la zona, en un complicado equilibrio entre el bloque liderado por la Venezuela de Hugo Chávez y Estados Unidos.

Equilibrio

"Ahora Estados Unidos se centra en los principales problemas que le interesan en la región, como el narcotráfico, y deja a Brasil que asuma su parte de responsabilidad", considera Gratius, que defiende que, para tomar una decisión de esta envergadura el gobierno de Lula tuvo que consultar a Estados Unidos.

Este equilibrio se refleja en la buena relación que existe entre la Administración Obama y el gobierno de Lula -de hecho uno de los asesores de Obama está colaborando con el partido de Lula de cara a la campaña de las presidenciales de 201- y por otro, en la fluida relación que Brasil mantiene con Venezuela y sus aliados en el foro de UNASUR.

Por eso, en ese foro Lula mostró su disgusto ante la iniciativa de Estados Unidos de usar las bases de Colombia, un país con el que Brasil tiene frontera.

En cuanto a las iniciativas internacionales, la intervención de Brasil fue esencial para resolver el conflicto entre el presidente boliviano, Evo Morales, y las regiones díscolas bolivianas, donde están buena parte de las reservas que explotaba la brasileña Petrobras. También participa en una arriesgada misión en Haití.

Discurso ante la ONU

Este miércoles, Lula -que tiene una aprobación de su país que supera el 80%- abrirá las intervenciones de líderes mundiales en la Asamblea General de la ONU, antes que Barack Obama.

En ella, es probable que reclame una salida negociada para Honduras, pero esta vez su voz sonará como el de un líder que se ha implicado en la defensa de la democracia con todas sus consecuencias.

"A partir de ahora, Brasil está metida en medio de este asunto", advierte Gratius. El gobierno de Micheletti ya le ha pedido que se lleva a Zelaya o que lo entregue para que sea juzgado.