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Zapatero y Rajoy se ven las caras antes de la cumbre de Washington

  • Zapatero se reúne con Rajoy para preparar la cumbre
  • Rajoy pide vivir de acuerdo con nuestras posibilidades
  • Pone como modelo las medidas aplicadas por Aznar en 1996
  • Zapatero quiere aumentar los controles a las entidades
  • Defenderá como modelo nuestro sistema financiero.
  • La UE aboga por dar un papel central al FMI en la reforma

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Encuentro Zapatero y Rajoy para preparar la cumbre de Washington

Ya ha comenzado la reunión entre el presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, y el líder de la oposición, Mariano Rajoy, para preparar la cumbre de Washington. Emparedada entre la sesión de control en el Senado y la votación de los Presupuestos en el Congreso, ambos se encuentran reunidos en el despacho del presidente del Congreso, José Bono.

Dos horas en el mejor de los casos que cierran la ronda de contactos de Zapatero y en el que pondrán sobre la mesa dos puntos de vista muy diferentes ante la cumbre. El enfoque del presidente es similar al de la Unión Europea: mayor control sobre el sistema financiero, dar un papel central al Fondo Monetario Internacional para gestionar la reforma, y hacerla compatible con la lucha contra la pobreza y el cambio climático.

Zapatero acude con la agenda llena de sugerencias

Zapatero ha concretado más las líneas generales europeas tras consultar con las entidades financieras, expertos e interlocutores sociales. Los bancos quieren que se trate a todas la entidades con el mismo rasero, esto es, que los inversores cualificados se rijan por las mismas normas y den las mismas cuentas. Y sobre todo, que los paraísos fiscales no queden al margen del nuevo orden.

Tan importante como este punto es evitar las distorsiones que introducen los planes de rescate. Los bancos y cajas españoles quieren que los que se acojan a las ayudas paguen un peaje, de modo que las entidades solventes puedan hacer valer su prudencia en el mercado.

La gran baza de Zapatero en la cumbre del sábado es nuestro sistema financiero, un modelo que ha capeado mucho mejor el temporal. Ha sido gracias al sistema de provisiones anticíclicas, que obliga a las entidades a reservar dinero en las épocas de bonanza para enjugar la morosidad en las vacas flacas.

Las advertencias de Rajoy

La posición de Rajoy es más genérica. El aperitivo lo dio ayer en el XI Congreso Nacional de la Empresa Familiar. La oferta gira en torno al principio de no gastar por encima de nuestras posibilidades y pone como modelo las medidas que tomó el ex presidente Aznar cuando llegó al Gobierno en 1996: austeridad en el gasto público, internacionalización de la empresa española y diálogo social.

Rajoy hará tres advertencias a Zapatero. La primera es que la estabilidad financiera mundial no puede descansar sobre un déficit exterior excesivo. Un aviso que se lee más en clave interna que global, ya que nuestro país tiene un agujero exterior superior al 10% de nuestra riqueza, el mayor de las principales naciones industrializadas.

El segundo punto de Rajoy es impedir el excesivo apalancamiento, la relación entre deuda y recursos propios. El líder de la oposición quiere que la concesión de créditos se adecue a los fondos con que cuentan las entidades financieras. Por último, Rajoy se opone a que las empresas repartan dividendos de manera alocada.

Incógnitas tras la reunión

Zapatero en principio, no comparecerá ante la prensa después del encuentro. Pero sí se espera que lo haga Rajoy. Los dos juegan papeles muy distintos en esta apuesta. El presidente ha otorgado a la presencia de España en la cumbre rango de Estado. Es una cuestión de país.

Rajoy es consciente del envite, y más después de que el Gobierno haya conseguido asegurar que nuestro país estará presente. Pero tiene que compatibilizarlo con su papel de líder de la oposición. Una labor en la que la crisis económica constituye un formidable ariete para desgastar al Gobierno.

La línea entre las dos opciones es muy fina. Es fácil pasarse de largo en la frenada. Y es difícil conjugar la responsabilidad de Estado con la lucha parlamentaria legítima.