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Las elecciones de EE.UU. cuestan una fortuna que pagan cada vez más los particulares

 

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El gran show electoral estadounidense, dos años de campaña por los 4.000 kilómetros de costa a costa, tiene un precio bastante alto: 5.300 millones de dólares (4.150 millones de euros), más que la producción total de muchos países de Árfica, según un informe de Centro para Políticas Responsables (CRP).

La organización independiente precisa que la elección presidencial por sí sola (el 4 de noviembre también habrá elecciones legislativas) costará 2.400 millones de dólares. En todo caso, es la campaña más cara de la historia y supone un gran salto respecto a las anteriores elecciones.

Según este organismo, el presupuesto final de estas elecciones 2008 será un 27% mayor que hace cuatro años. Aunque en cuanto a los ingresos, el crecimiento es desigual: la campaña de Obama ha recaudado un 52% más que la de Kerry en el 2004, mientras que McCain se ha quedado al nivel de Bush (sólo aumenta un 2% el presupuesto).

El debate político

En efecto, Barack Obama está batiendo mes a mes récords de recaudación y suma ya tres millones de donantes. La inmensa mayoría aporta pequeñas cantidades (y muchos a través de internet).

El aumento del número de donantes es el aspecto que más destaca el CRP. "Es alentador ver que participan estadounidenses que nunca lo hacían frente al dominio tradicional de los grupos de interés (...) Su única recompensa es una victoria el día de las elecciones y eso es más saludable para nuestra democracia", ha comentado la directora del centro, Sheila Krumholz.

Según esta fuente, la gran mayoría de donaciones de particulares, como es costumbre, procede del sector de los negocios (72%), mientras que los intelectuales y otras profesiones sólo aportan el 28% restante.

El propio CPR justifica la importancia de publicar estos datos: "Muchas veces pensamos que el político está para representar a la ciudadanía, pero cuando se conocen las grandes cantidades que reciben del sector privado y de otras fuentes, no se puede dejar de pensar que los políticos les deben algo", decía en el año 2000 el investigador Héctor Rivera a la BBC.

Por esa época, John McCain --que en los 80 recibió miles de dólares a cambio de favores-- ya promulgaba en el Senado una nueva ley de financiación de partidos para que se limitara exclusivamente a la subvención pública. Obama ha renunciado a ella en esta campaña para, a cambio, no tener un límite presupuestario (más allá de las donaciones recibidas).

Una fortuna (aunque todo es relativo)

En Europa, no hay cifras tan claras, pero las que se conocen se quedan a gran distancia de las americanas. Por ejemplo, el coste de las elecciones presidenciales y legislativas que Francia celebró hace año y medio se estima en cerca de 250 millones de euros, unas 15 veces menos que la próxima cita en Estados Unidos (que multiplica por seis veces la población del país europeo).

En España no hay datos globales, pero para las elecciones del 9-M el PSOE anunció un presupuesto de 12 millones de euros. Casi una centésima parte de la campaña de Obama.

Pese a todo, la suma de 5.300 millones de dólares languidece en comparación con los 8.700 millones que los estadounidenses gastaron en comida y parafernalia para la final de la Super Bowl de fútbol americano, según el CPR.

El instituto concluye que, en política, no es posible llegar a Washington sin ser rico o conocer a alguien con dinero, pero "también es importante que los candidatos y los ciudadanos recuerden que tampoco se puede ganar sin tener los votos".