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Condenados a 38 años de cárcel unos padres que dejaron morir de hambre a su hijo

  • Además, se les culpa de otro delito de tentativa de homicidio sobre su otra hija
  • A la madre se le ha aplicado una atenuante por padecer un "retraso mental leve"
  • Los niños, de 2 y 3 años, no alcanzaban los ocho kilos de peso al hospitalizarlos
  • La progenitora alegó que no tenía recursos para comprar alimentos

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La Sección Segunda de la Audiencia de Pontevedra ha condenado a 38 años de cárcel a la pareja que dejó morir de hambre y de sed a su hijo de dos años en la localidad de Ponteareas.

El tribunal considera que los progenitores eran conscientes de la gravedad de la situación y acusa a la madre de pasividad y al padre de indiferencia por lo que les podía ocurrir a sus hijos.

La sentencia condena a 13 años de prisión por un delito de homicidio a Antonio C.G., padre del niño fallecido, y a otros ocho años por otro delito de homicidio en grado de tentativa, dado que su hija estuvo también a punto de fallecer de inanición. En cuanto a la madre de los pequeños, Felisa B.B., procedente de Navarra, tendrá que responder con 11 y 6 años de cárcel por ambos delitos.

Sobre la procesada se ha aplicado una atenuante a causa de la alteración psíquica que sufre, ya que "padece un retraso mental leve" que, sin embargo, no le impedía comprender la ilicitud del hecho, lo que impide que se le aplique la eximente completa, porque era consciente totalmente de lo que estaba ocurriendo.

Además, el tribunal impuso a ambos la prohibición de aproximarse a la hija sobreviviente con la retirada de la patria potestad hasta que esta cumpla 18 años. También tienen que indemnizarla con 18.000 euros por el fallecimiento de su hermano y con 50.000 euros por los daños físicos y las secuelas y daños morales sufridos.

Los niños no llegaban a los ocho kilos

La sentencia da por probados los hechos que tuvieron lugar en septiembre de 2006, cuando el menor de los hijos de la pareja ingresó deshidratado en estado muy grave en el hospital por la falta de alimentación. Tenía dos años y pesaba poco más de ocho kilos. Su hermana mayor, de tres, también presentaba síntomas de sufrir las mismas carencias básicas, con un peso que no llegaba a los ocho kilos.

El tribunal dice que ambos procesados dejaron de proporcionar alimento a sus hijos dos o tres meses antes de esos hechos "y no solicitaron ningún tipo de ayuda para tal fin". Considera que ambos "consintieron en que se iniciase un progresivo y evidente estado de desnutrición, pese a lo cual (los hermanos) no fueron trasladados a un centro médico".

El tribunal considera probado que el pequeño murió por un cuadro de desnutrición crónico de meses de evolución, según se destaca del informe de la autopsia, y agrega que los padres pudieron "evitar tan desgraciados resultados" si hubieran proporcionado alimentos a sus dos hijos, "ya que la menor, que sobrevivió, llegó a casa de la hermana de la procesada usando, con tres años, todavía chupete y pañales, sin capacidad de hablar y presentando reacciones extrañas y agresivas".

Considera el tribunal que es "absolutamente indiferente" que la madre se defendiera en el juicio asegurando que carecía de recursos para adquirir alimentos porque "pudo pedirlos a terceros, ya que hablaba con frecuencia con su familia en Navarra".