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Italia, un país hipotecado, sin pagadores ni avalistas

  • La economía del país está lastrada por el fraude y la mafia
  • La población está envejecida y muchos jóvenes están en paro
  • La vieja clase dirigente es cara y apenas cuenta con mujeres

Por
Las elecciones italianas

Italia vota para solucionar su enésima crisis política, pero los problemas no parecen tan pasajeros como los gobiernos (de media, uno por año desde la Segunda Guerra Mundial) y la población confía muy poco que la obsoleta clase dirigente tenga la solución.

Las estadísticas dibujan un panorama nada halagüeño para la economía transalpina: registra la deuda más alta de la Unión Europea (más del 100% del Producto Interior Bruto) y los intereses lastran la capacidad inversora del Estado.

Pero aún tiene vías de agua mayores: el fraude y la economía sumergida. La evasión de impuestos es un deporte nacional. Lo ejemplifica un pequeño empresario del Lazio (centro): ¿No es que hayan subido mucho los impuestos, eso no, pero es que con Berlusconi, directamente, yo no los pagaba¿, se quejaba recientemente en las páginas de La Clave.

Y por encima están las diferentes mafias que operan en toda Italia, cuyos negocios al margen de la ley mueven más de 90.000 millones de euros (7% del P.I.B.) según un informe de Confesercenti, la patronal de las pymes italianas.

Jóvenes y mujeres excluidos

En este contexto, los jóvenes sufren una alarmante precariedad. Según los últimos datos oficiales, es el país de los Veintisiete con más paro entre los menores de 25 años (21,8% frente al 14,6% de media. Así no extraña que el 36,5% de los mayores de 30 años sigan viviendo en casa y que la natalidad está por los suelos.

Italia es además un paradigma de la discriminación de las mujeres: ocupa un nada honroso 67º lugar en la clasificación mundial de paridad en los Parlamentos nacionales, por detrás de Sudán.

Poca confianza

En este aspecto, Italia mira a España con envidia, pero también cuando compara la edad de sus líderes políticos. El jefe del Gobierno saliente, Romano Prodi, tiene 68 años; el favorito a la sucesión, Silvio Berlusconi, 71; y el presidente de la República, Giorgio Napolitano, 82. 

Con la población más envejecida de Europa (el 19,9% tiene más de 65 años), la expresión gerontocracia está justificada. Pero lo peor es el elevado coste de la clase dirigente italiana ¿más cara que la alemana, la española y la británica juntas, según ha denunciado el reputado patrono Luca Cordero di Montezemolo¿y la irracionalidad de la Administración.

Dos periodistas del Corriere della Sera han llenado un libro (La Casta) con los privilegios de los que gozan los casi 180.000 cargos electos. Por poner dos ejemplos: el Estado mantiene 150.000 coches oficiales y las diputadas disponen de 150 euros mensuales para gastos de peluquería.

Italia es hoy un país hipotecado, lleno de pensionistas y gobernado por pensionistas con poco crédito: un reciente sondeo del Instituto Eurispes revela que los italianos confían menos en los políticos que en cualquier otra institución. Concretamente, en los partidos solo cree el 14%. ¿Cuál será la participación en estas elecciones?