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Los últimos testigos de la masacre de El Fasher, en Sudán: "He visto muchos cuerpos degollados"

  • RTVE.es habla con Zainab y Marwan, que huyeron de la ciudad de El Fasher y llegaron a Tawila
  • Sudán se ha convertido en el escenario de la peor crisis humanitaria del mundo
Retrato de una mujer sudanesa deplazada interna por la guerra
Retrato de una mujer sudanesa deplazada interna a causa de la guerra Foto cedida por Ahmed Mohamed Abdalla Ibrahim (Marwan)

Zainab* ha sobrevivido a la masacre de El Fasher, capital de Darfur del Norte, en Sudán. El infierno, de sangre y fuego, más activo en la faz de la tierra. "Lo que mis ojos han visto no puedo describirlo con palabras", explica en una entrevista con RTVE.es. "He visto cuerpos degollados, muchos cadáveres dentro y en el trayecto saliendo de mi ciudad", dice. No es fácil mantener una conversación telefónica, su voz se entrecorta y las malas comunicaciones tampoco ayudan a mantener un diálogo fluido. Unas 260.000 personas, según cifró el pasado agosto la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), vivían en la capital que se rindió a los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) en su pugna con las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS).

Zainab es madre de cuatro hijos y cuando las FAR se hicieron con el control de la ciudad presenció todo tipo de violencia. "Había sangre y cuerpos muertos en todos partes. Delante de mis ojos vi asesinar a gente acusándonos a todos de ser soldados del Ejército oficial", relata. Ella decidió huir y abandonar su casa en el barrio de Al Daraya para dejar atrás las espantosas escenas de una cacería que, según datos preliminares de Naciones Unidas, se ha cobrado la vida de al menos 2.000 personas durante la conquista por parte de las FAR, tras 18 meses de asedio.

Informes de la ONU denuncian que casi 500 pacientes y sus acompañantes fueron asesinados en el Hospital Materno Saudí, uno de los tantos centros médicos que han sido blanco de los combates. "Caminamos mucho y nos secuestraron. Temía por mis hijos y me pidieron dinero para liberarnos. Les di todo lo que tenía y conseguimos llegar a Tawila", recuerda sobre su periplo. Hace unas horas ha recibido noticias de sus hermanas que se han quedado atrapadas por las FAR. "Nos piden un rescate, dinero para liberarlas", asegura con la voz exhausta.

El Fasher se ha convertido en un escenario inequívoco de una tercera guerra abierta que atiza a Sudán desde el 15 de abril de 2023, los enfrentamientos entre los militares que gobiernan la nación desde el golpe de Estado de 2021, lideradas por el general Abdelfatah al Burhan, y el general Mohamed Hamdan Dagalo, que encabeza el grupo paramilitar FAR. El país africano, desde su independencia en 1956, ha vivido dos largas guerras civiles. En la tierra de las reinas nubias la violencia se ha cronificado en las últimas décadas debido a conflictos internos interétnicos y por el paso de regímenes dictatoriales liderados por Yaafar al Numeiry y después por Omar al Bashir. En estos momentos los sudaneses viven un oscuro capítulo de su historia marcado por ataques armados, matanzas generalizadas contra civiles, violaciones contra mujeres y niñas, hambre, y escasez de bienes de primera necesidad.

"Masacres horribles"

"Se está violando a mujeres y niñas, se está mutilando y asesinando a personas, con total impunidad. (...) No podemos oír los gritos, pero, mientras estamos aquí sentados hoy, el horror continúa", denunció hace una semana el máximo responsable de ayuda humanitaria de la ONU, Tom Fletcher, en una reunión informativa con los embajadores del Consejo de Seguridad. Mientras, Zainab improvisa una tienda debajo de un árbol delgado y pobre para cobijar a sus hijos. Tienen hambre, sed y mucho miedo. "No me siento segura, tengo miedo por mis hermanas que siguen allí y no tengo dinero para rescatarlas", dice, la guerra les persigue.

La organización Emergency Lawyers ha publicado en un comunicado que las Fuerzas de Apoyo Rápido cometieron lo que describe como "masacres horribles". Las imágenes e informes del Laboratorio de Investigación Humanitaria de la Universidad de Yale muestran rastros de fosas comunes en zonas civiles como hospitales y mezquitas. Estas imágenes del reguero de víctimas en Darfur del Norte han sido analizadas por VerificaRTVE. "Los civiles escaparon de los combates aterrorizados, atravesando puestos de control armados y haciendo frente a extorsión, arrestos arbitrarios, detención, saqueos, acoso y graves violaciones de derechos humanos en su intento por alcanzar un lugar seguro", ha denunciado la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). La Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) ha señalado, tras leer los informes sobre los actos cometidos en El Fasher, que estos podrían tratarse de crímenes de guerra y lesa humanidad; y la ONG estadounidense Avaaz ya habla de "actos de genocidio".

A Ahmed Mohamed Abdalla Ibrahim, conocido como Marwan, el conflicto le ha empujado a ser fotoperiodista y documentar este capítulo sangriento de la historia de su país. Tiene 30 años, se crió en El Fasher, se licenció en derecho y estuvo ejerciendo como abogado hasta que estalló la guerra. "Desde 2013 la fotografía para mí era una afición, solo me interesaba captar la belleza de mi tierra en mis ratos de libres, pero desde abril de 2023 tuve claro que mi objetivo podría servir para evidenciar y dejar constancia de lo que está pasando", cuenta al otro lado del teléfono. Estos días, algunas de sus fotos están en la exposición "Darfur, el cosmos interrumpido" en la Galería Sura, un espacio de fotografía dentro de la librería Balquís de Madrid.

Marwan atiende a RTVE.es desde Tawila, a unos 60 kilómetros de la capital de Darfur del Norte. "No me habría ido nunca, pero la vida de todos corre peligro", dice como quien intenta justificar su decisión de ponerse a salvo. "Me detuvieron varias veces, me torturaron y encarcelaron, pero conseguí que me liberaran y llegar aquí con los refugiados", añade. Al ser de periodista y camarógrafo le han acusado una y otra vez de ser espía. "He sido testigo de los severos castigos en prisión por informar", agrega.

Retrato del fotoperiodista Ahmed Mohamed Abdalla Ibrahim, conocido como Marwan.

Retrato del fotoperiodista Ahmed Mohamed Abdalla Ibrahim, conocido como Marwan. Foto cedida por Marwan

Comida: hojas de plantas, pienso y piel de animales

Reporteros Sin Fronteras, la Red Sudanesa de Periodistas o la Red Sudanesa de Medios y Periodistas pro Derechos Humanos denuncian que desde el inicio del conflicto interno los periodistas de los medios han sido atacados y saqueados, y que los ataques y agresiones contra periodistas han aumentado considerablemente, lo que ha llevado a muchos de ellos a huir a los países vecinos. Además, es una zona de difícil acceso para la prensa internacional, lo que contribuye en que sea un conflicto olvidado y silenciado. Marwan asegura que la vida en Sudán se ha vuelto "traumática". Tawila ya acoge a cientos de miles de desplazados por los ataques. "Aquí me he encontrado con gente aterrada, herida y hambrienta", describe. No hay electricidad, ni agua potable, ni alimentos.

Dentro de Sudán, más de 24 millones de personas —más del 40 % de la población— se encuentran en situación de inseguridad alimentaria, según datos de Naciones Unidas. Se trata de movimientos de población agotadores, explica Marwan, son trayectos largos, la mayoría de gente los hace andando y exhausta. "Es un viaje eterno de sufrimiento y hacía un exilio incierto", dice. La OIM estima que más de 71.000 personas, en su mayoría mujeres y niños. Esta cifra se suma a los 650.000 desplazados que se encontraban en Tawila desde principios de este año, lo que agrava aún más la situación humanitaria en la región, que se ha convertido en el último refugio seguro para la población de Darfur del Norte. La violencia y el hambre merman la esperanza de una población aterrada. "Llevamos mucho tiempo comiendo hojas de árboles y plantas, pienso y piel de animales. No hay nada para comer", denuncia el fotoperiodista. Marwan confiesa que está muy cansado y cayó en una depresión de la que le está costando salir. "No quería hacer más fotos y ni hablar con nadie. Está siendo muy duro para los periodistas sudaneses", dice. "No podía hacer más fotos a cadáveres, vi una película de terror en directo. Es muy difícil para mí describir todo lo que mis ojos y mi cámara han visto", concluye.

"Es una guerra contra la población civil", sentencia Esperanza Santos, portavoz de Médicos Sin Fronteras (MSF), que ha estado de Coordinadora de Emergencias en Sudán varias veces desde que empezó la guerra, tanto en el este como en Darfur. Las organizaciones humanitarias como MSF denuncian que ninguno de los dos bandos respeta a los civiles. Una violencia que no es nueva, pero que se ha incrementado en las últimas semanas. "Es algo que se veía venir", alega Santos. Una tragedia previsible, "sabíamos que con la caída de El Fasher íbamos a encontrar lo que nos estamos encontrando. Las FAR entraron el pasado 26 de octubre y todavía a día de hoy no sabemos dónde está la población civil que ha quedado atrapada", añade la portavoz de MSF. Hay equipos de la organización sanitaria en Tawila, allí atienden a heridos, "a mujeres que ha sufrido violencia sexual y a personas traumatizadas que han sido testigo de violencia, testigos de masacres". Entre las personas que atienden hay quienes tienen heridas antiguas y sobre todo infectadas.

Familias que huyeron de El Fasher y han llegado a los campos de desplazados en en Tawila.

Familias que huyeron de El Fasher y han llegado a los campos de desplazados en en Tawila. Foto cedida por Marwan

En este contexto, están incrementando su capacidad para el apoyo psicológico. "Las FAR han disparado directamente a la población, a todo lo que se moviera. La gente ha estado escondida durante días, hasta conseguir escapar. Otros estaban de camino y les han detenido hasta pagar por su libertad. Nos consta que ha habido violaciones masivas. Hubo mujeres que se suicidaron tirándose al río y colgándose piedras para no tener que seguir siendo castigadas", detalla Santos.

12 millones de refugiados

Lo que más preocupa en estos momentos a las organizaciones internacionales son las personas que han quedado atrapadas dentro la ciudad y no han podido esquivar los combates. "La falta de corredores seguros y las restricciones de movimiento que están imponiendo los grupos armados empeora la realidad de los civiles", asegura Paula Barrachina, portavoz y responsable de comunicación de ACNUR. "Estamos hablando también de una generación perdida que está sufriendo muchísimo", matiza. La información de lo que ocurre dentro del municipio asediado es muy limitada, por lo que el acceso humanitario también. "Entrar es muy difícil por la violencia tan y tan aguda y también por la caída de las comunicaciones. Aun así, estamos intentando monitorear y documentar lo que está pasando a través de los socios y redes comunitarias que ya habíamos establecido dentro de El Fasher", explica Barrachina.

Desde la reactivación del conflicto en Sudán en abril de 2023, casi 14 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, casi 12 millones permanecen a día de hoy desplazadas, solo cuatro millones han logrado huir a países vecinos como son la República Centroafricana, Chad, Egipto, Etiopía, Libia, Sudán del Sur y Uganda, según datos de ACNUR. Sin embargo, de la población que permanece en el país, 30 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente y entre ellas 15 millones son niños y niñas. "Los 17 millones de niños y niñas en edad escolar en Sudán, a día de hoy 14 millones no van a la escuela, no tienen acceso a educación", explica Barrachina.

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU celebra este viernes una sesión especial para analizar la situación en la ciudad sudanesa de El Fasher, donde se han denunciado graves atrocidades tras su ocupación por parte de los paramilitares. Es una situación que lleva muchos años "enquistada" y por eso desde ACNUR recuerdan la necesidad de una solución política al conflicto, "no puede darse una respuesta militar", dice su portavoz. "Es muy importante que haya un alto al fuego inmediato para que se pueda atender a las personas civiles, que para que pueda llegar la ayuda humanitaria y para que se pueda realizar una mediación y llegar a una solución política, que es la única forma de poner fin a este conflicto", concluye.

*Nombre ficticio para proteger su identidad.