El Fasher, la ciudad de Sudán asediada durante 500 días: "Ningún sudanés o sudanesa tiene asegurada su vida"
- La mayor ciudad de Darfur del Norte vive sitiada y bombardeada desde hace año y medio sin ayuda humanitaria
- Los que intentan escapar a Chad se convierten en objetivos de los francotiradores
Si te dicen que Sudán es hoy la mayor tragedia humana que vive el mundo en 2025 es posible que no te lo creas porque a pocos parece importarle que la mitad de sus cincuenta millones de habitantes no sepan si hoy van a comer o si tendrán que dejar sus casas como ya lo han hecho doce millones para sobrevivir.
Cerca de ocho millones se han buscado la vida en otras localidades y otros cuatro millones han cruzado las fronteras como refugiados en los países fronterizos. A pesar de la destrucción de su país, se quedan lo más cerca posible porque no tienen nada para ir más lejos desde que el 15 de abril de 2023, los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés) intentaran tomar el poder del Ejército que controlaba el gobierno tras expulsar con un golpe a los civiles que intentaban realizar una transición democrática tras la caída de la dictadura de Omar al-Bashir en 2019. Entonces los sudaneses soñaban con un país democrático pero hoy solo pueden aspirar a ver una vez más la salida del sol.
Todo el país “es un campo de batalla y ningún sudanés o sudanesa tiene asegurada su vida”, cuenta desde allí a RTVE el coordinador humanitario adjunto de las Naciones Unidas (ONU), Antoine Gérard, que lamenta la poca atención que presta el mundo a este sangriento conflicto que se ha cobrado miles de vidas. Este veterano funcionario internacional nos dice que el país entero está destruido pero que lo peor se encuentra en la ciudad de El Fasher, otrora mayor ciudad del oeste del país y capital de la región de Darfur del Norte, donde las RSF han cometido las mayores atrocidades y donde incluso han lanzado una limpieza étnica como la que les encargó a principios de siglo el ex dictador y que fue considerada como un genocidio en toda regla. En su afán por controlar este núcleo urbano, los paramilitares mantienen un sitio que dura ya más de 500 días.
Ocho meses sin agua, pan ni medicinas
“A pesar de los llamamientos que hemos hecho, no hemos recibido ni la posibilidad de enviar convoyes con suministros humanitarios para entrar ni tampoco ninguna garantía de protección para aquellos que quisieran salir de El Fasher”, asegura Gérard que confirma que el último envío de ayuda humanitaria llegó en el mes de enero. Esto quiere decir que desde hace 8 meses, no ha entrado nada de nada: ni una miga, botella de agua o medicamento en este lugar en el que -se cree- aún malviven 260.000 personas, la mitad menores de edad según UNICEF.
Desde la Red Sudanesa de Médicos, su portavoz Mohamed Faisal Hassan nos describe un auténtico desastre humanitario con bombardeos constantes sobre hospitales y escuelas: “Están luchando y muriendo en silencio miles de personas, miles de pequeños bebés y niños que mueren por enfermedades muy simples que se solventarían sencillamente. Se podrían salvar las vidas de miles de estos niños pequeños. Es aún más desgarrador para nosotros como médicos cuando ves a alguien morir de deshidratación porque todo lo que necesitan es solo agua limpia”.
Intentar salir de El Fasher es una misión suicida
Este médico sudanés, que forma parte de una de las asociaciones civiles clave en el cambio de régimen en 2019, nos explica que los paramilitares no tienen piedad ni con hospitales ni escuelas y que el sistema de salud en El Fasher “no existe”. “La semana pasada, lanzaron un proyectil sobre el mayor centro de salud y fallecieron varios compañeros y pacientes”, explica desde fuera de una ciudad con la que es casi imposible comunicarse. Ante la crítica situación que viven decenas de miles de personas, escapar debería ser una opción pero los francotiradores están apostados a la salida para evitarlo. Intentar marcharse en una misión casi suicida y solo la semana pasada murieron 13 personas.
A pesar del peligro, decenas de miles de personas han conseguido recorrer los 70 kilómetros que separan El Fasher de Tawila, donde sí hay organizaciones humanitarias como Médicos sin Fronteras (MSF). Su coordinador en la ciudad, Sylvain Penicaud, explica desde allí a RTVE que la situación es catastrófica porque son más de 500.000 las personas que se refugian en este campo tras huir de El Fasher o del campo de desplazados internos de Zamzam, que tuvo que ser clausurado también por los asaltos sin cuartel de los paramilitares. Son tantos que “no hay comida para todos”, asegura: “Se ven obligadas a consumir residuos de las fábricas de aceite de cacahuete que normalmente eran los restos que se utilizan para alimentar a los animales. Ahora, desgraciadamente, la gente tiene tanta hambre y los precios de los alimentos son tan altos, que se ven obligados a comer eso para no morir de inanición”.
Tawila además se ha convertido en casi el último lugar donde buscar atención médica. “Llegan cada día cincuenta pacientes nuevos, muchos con heridas de bala, otros al borde de la muerte, realmente estamos completamente sobrepasados con lo que ocurre aquí”, señala Penicaud al tiempo que advierte de que cada día es más difícil contar con suministros médicos en Tawila. Sin embargo, casi todos intentan llegar a Chad para estar a salvo de la guerra aunque también ya malviven al otro lado de la frontera un millón de sudaneses en un país que ni de lejos tiene recursos para darles una atención digna.
Es la realidad de un país y de una guerra que va a tener “consecuencias para toda una generación por la malnutrición que sufren casi todos los niños del país”, dice el responsable de MSF en Tawila. Eso para los que de momento aguantan porque según Mohamed Faisal “creemos que la cifra de 900.000 personas afectadas por la desnutrición se queda corta” porque dice: “hay muchos lugares como El Fasher donde nadie sabe lo que realmente está ocurriendo”.