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Descifrando a Nadal: ¿habrá sido éste su último Roland Garros?

  • El manacorí pierde en primera ronda ante Alexander Zverev y no descarta "al cien por cien" un posible regreso en 2025
  • Reconoció tener "buenas sensaciones" a falta de dos meses de que comience el torneo de tenis en los Juegos Olímpicos

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Rafa Nadal, tras su derrota ante Alexander Zverev
Rafa Nadal, tras su derrota ante Alexander Zverev EFE

2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019, 2020 y 2022. Catorce Roland Garros para el niño de Manacor que comenzó jugando el torneo francés sin mangas en la camiseta y sumó la décimocuarta ‘copa de los mosqueteros’ convertido en título propio del deporte de la raqueta. Este lunes volvía a la Philippe-Chatrier, después de su ausencia en 2023 por una de las muchas lesiones que le han apartado, a lo largo de su carrera, de tantos y tantos torneos.

En ese ya lejano 2023, un 18 de mayo, Rafa Nadal anunció que la lesión que se produjo en el Abierto de Australia no había evolucionado de la manera en la que a su equipo y a él mismo les “habría gustado”. Su academia, en Manacor, fue el marco elegido por el tenista para explicar su deseo, de nuevo, sin certezas, de una temporada, la de 2024, que “probablemente” fuera “la última” de su carrera deportiva.

La gira australiana de principio de año fue diferente, con una expectación en Brisbane propia de una tarde de domingo de 2008 en el ‘All England Lawn Tennis and Croquet Club’, con un suizo, ‘rey’ de su jardín, frente a frente. Era diferente. Había un austriaco delante, Dominic Thiem, miembro de una ‘next gen’ que nunca rompió el techo impuesto por Federer, Djokovic y el propio Nadal.

Desde hace dos años, Rafa Nadal se levanta con picaduras de serpientes o mordiscos de tigres, en función del día, tal y como ha explicado en la rueda de prensa posterior a la derrota con Alexander Zverev en la primera ronda de Roland Garros. Ese osado tercer tenista en vencer al ‘rey’ en su coto.

El ‘rey’ volvía a pisar el polvo de ladrillo francés con alta expectación. No sólo por quien le tiene como ídolo, Carlos Alcaraz. No sólo por quien ha compartido media vida en el circuito, Novak Djokovic. No sólo, tampoco, por quien da los mismos pasos de dominio tenístico entre las mujeres, Iga Świątek. También por esa afición gala que comenzó a conocer el nombre de Rafa Nadal en 2005 y, ahora, corea, durante sus calentamientos, cada edición ganada por el mallorquín como si las hubiese conseguido un compatriota.

Perspectivas de futuro

“No siento que haya estado muy lejos de darme opciones reales de hacer algo importante”, ha comentado Nadal en la rueda de prensa posterior a la derrota ante el alemán, donde también ha reconocido que aún tiene objetivos que le “motivan”. Una derrota, la cuarta en su periplo por las pistas parisinas, que ha llegado en “la primera semana” en la que sintió que su cuerpo “estaba preparado” para moverse “sin limitación”.

Esas mismas limitaciones que provocaron, el año pasado, que las participaciones en torneos fueran cayendo por goteo. Unas mismas limitaciones que generaban, durante todo el año, ansia por ver si su nombre aparecía en las listas de jugadores apuntados a cada torneo, en busca de, quién sabe, una posible despedida de esa pista en concreto.

Sí llegó en Madrid, en la Caja Mágica. Cinco lonas, una por cada entorchado, cubrieron el fondo de la pista ‘Manolo Santana’. Entonces se produjo, tras tres victorias y una derrota, por la certeza del propio Nadal de saberse en su última participación.

Aumentaba el número de partidos, previamente en Barcelona, y también en Roma, donde no dio el paso de confirmar sus últimas apariciones. La puerta continúa entreabierta. Un resquicio de luz entra, con la vista puesta en los Juegos Olímpicos –Wimbledon mediante- para los que confía “llegar en buena forma”. Nadie sabe, ni su propio cuerpo, ése que le apartó del circuito en 2023, cómo llegará. Tampoco se sabe cuándo se cerrará una puerta que depende de seguir “feliz en el día a día”.