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Ciclismo | Muere Bahamontes

Adiós a El Fede, el líder sin rival en el Tour del anecdotario

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Muerte de Bahamontes, anécdotas: en el Seat 124 que recibió tras ganar el Tour de 1959.
Federico Martín Bahamontes, en el Seat 124 que recibió tras ganar el Tour de 1959.

Federico Martín Bahamontes fue, además del mejor escalador de la historia del ciclismo, uno de esos personajes de los que utilizaba la tercera persona para hablar de sus andanzas. No hay conversación grabada en el Archivo de RTVE en la que no se le pregunte o saque él mismo a colación alguna anécdota que empiece con la frase “Pues El Fede…”.

Tal vez la más famosa de sus aventuras ciclistas fue aquella que sucedió en el Tour de Francia de 1954, en la que tras coronar en solitario y por delante de la fuga y del pelotón gobernado por Bobet, dejó boquiaberta a la prensa francesa al parar a comer un helado de dos bolas antes de afrontar el descenso. La razón iba más allá de una simple excentricidad.

Es una anécdota que ha contado mucha gente en muchas ocasiones. Aquí recogemos la versión de un narrador muy especial, Perico Delgado: "Se trataba de la 17ª jornada, entre Lyon y Grenoble, en las estribaciones de La Romeyre se había filtrado en la escapada junto a dos franceses (Jean Mallejac y Jean Le Guilly) y un suizo, Fritz Schaer. En los primeros kilómetros de la subida, el coche de la selección suiza llega hacia su ciclista para decirle que no releve y en ese momento saltan unas piedras que van a parar a la rueda de Bahamontes rompiéndole varios radios. Destensó el freno de esa rueda para poder seguir hasta la cima y realizó dos hachazos para marcharse en solitario. Coronó tranquilamente con un par de minutos de ventaja. Como bajar con la rueda maltrecha y sin frenos era una locura espero al coche de apoyo en la cima. Mientras se acercó a un vendedor de helados que había en la cima y con dos dedos le señaló: 'deux boules' se comió plácidamente un cucurucho con dos bolas de helado de vainilla".

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Bahamontes llegó a cosechar los triunfos que acumuló gracias en gran medida a su habilidad como escalador sobre la bicicleta, pero también debido a un carácter ganador como pocos se han conocido. Para la historia de la Vuelta a España quedaría para siempre su enfrentamiento con su compañero, Jesús Loroño, que le llevaría a enfrentarse con el seleccionador español Luis Puig hasta el punto que este llegara a atravesar su coche de carrera en la carretera para impedir el paso del ‘Águila de Toledo’.

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Cambio de equipo crucial

En 1959 ficha con el equipo de Fausto Coppi, llamado Tricofilina – Coppi. Este cambio fue crucial para su carrera ya que en ese mismo año año acabaría venciendo el tour de Francia. Fue Coppi el que le hizo cambiar de mentalidad, dejar de pensar en ganar etapas y la clasificación de la montaña y convencerle para no dejarse llevar en las etapas llanas para pelear por el amarillo en la montaña. Antes de su entendimiento, El Fede confesó siempre que tuvo que agarrar al campionisimo italiano del cuello porque “nos alquiló al KAS y al Cóndor para correr la Vuelta a España y la Vuelta a Suiza y encima nos timaba con el sueldo”.

El genio que siempre acompañó al Fede fue volcánico, que se lo digan al espectador de la Vuelta de 1960 en la que tras insultarle vio como el corredor se bajaba de la bici con la bomba de aire en mano para ajustar cuentas. Este incidente se unió al enfrentamiento que había tenido la noche antes con el director de la carrera a cuenta del fuera de control y acabaría provocando precisamente que El Fede llegara a meta a más de una hora del vencedor y tuviera que abandonar la Vuelta.

Una mezcla de genio, competitividad, egocentrismo y sentido del humor. Así era El Fede que este verano nos ha dicho adiós. Nos quedamos con sus chistes siempre picantes y con su forma de despedirse del Tour de Francia.

Pie a tierra engañando al pelotón

Citamos de nuevo a Perico para recordar otra anécdota: "Era la edición de 1965 y El Fede no era capaz de encontrar el golpe de pedal. En la novena etapa, entre Dax y Bagnères de Bigorre (montañosa de 226,5km.), al ‘Águila de Toledo’ se le atragantan el Aubisque y el Tourmalet. Llega el penúltimo a más de 40 minutos de Julio Jiménez, vencedor ese día. Al día siguiente, nada más dar la salida se escapa en solitario. Todo el mundo esperaba una revancha a la heroica, pero tras coronar en cabeza y en solitario el Portet d’Aspet, se esconde entre la maleza dejando pasar al pelotón. Poco después se reintegraba a la cola de ese pelotón y acabaría echando pie a tierra. Durante muchos kilómetros en el pelotón reinaba la idea que El Fede iba por delante en fuga.Acabaría abandonando ese día y nunca más regresaría a la carrera que más lustre le ha dado porque aquel acabaría siendo su último año como corredor profesional".

Luego vendría su etapa como director y seguro que sus anécdotas desde el volante darían para otro anecdotario como el de su andadura sobre el manillar. Lo mismo depararían sus anécdotas con "sus queridas" más allá de ‘La Fermina’. Genio y figura.