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Si alguna vez has tenido que tomar betabloqueantes, esto te interesa. Cada año, España registra, aproximadamente, 70.000 casos de infarto. Hasta ahora, más del 70% de los pacientes eran dados de alta con este tratamiento.

Durante años, los betabloqueantes han sido una receta estándar. Estos fármacos reducen la frecuencia cardiaca y, por tanto, disminuyen la tensión arterial.

Según el estudio clínico REBOOT, coordinado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y realizado en 109 hospitales de España e Italia, se ha demostrado que los betabloqueantes no son necesarios en la mayoría de pacientes que superan un infarto sin secuelas en el corazón.

FOTO: GETTY IMAGES

En el primer programa de ‘Todo por hacer’, en Radio 5, abordamos un tema que nos afecta a todos en esta época del año: la vuelta a la rutina. Un regreso que, para muchos jóvenes, implica un reajuste tanto físico como mental tras el verano. Este espacio está pensado para ellos, con un enfoque práctico y cercano.

Abrimos con una conversación con la psicóloga Paula Orell, quien nos guía por la necesaria “puesta en marcha de la mente”. A través de su mirada profesional, reflexionamos sobre cómo enfrentarnos al estrés postvacacional, las expectativas ante un nuevo curso y la importancia de establecer rutinas saludables sin caer en la autoexigencia desmedida.

A continuación, hablamos con Alberto Martín, sanitario y docente, sobre la “puesta en marcha del cuerpo”. Con él repasamos consejos útiles para retomar hábitos saludables, recuperar el ritmo de sueño, reorganizar tiempos y cuidar la alimentación tras las vacaciones.

El programa también dedica un momento a agradecer al creador del título ‘Todo por hacer’: el actor y humorista Andreu Buenafuente, cuyo ingenio da nombre a este espacio.

Este es solo el inicio de un programa que acompañará a los jóvenes en los retos del día a día, con temas actuales, enfoques diversos y voces expertas.

Un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares coordinado por la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, en el que han participado un centenar de hospitales de España e Italia, puede revolucionar el tratamiento contra los infartos que sigue, en nuestro país, al menos un millón de personas, y con las mujeres como principales perjudicadas. En el ensayo más amplio realizado nunca sobre este tema, se expone los tratamientos con betabloqueantes no ofrecen ningún beneficio, en muchos casos, y podrían elevar el riesgo de muerte o reinfarto en las mujeres que lo usan.

En el informativo 14 horas Fin de Semana hablamos con el cardiólogo, científico del CNIC e investigador principal del estudio, Borja Ibáñez. "Ha mejorado tantísimo el manejo del infarto agudo y miocardio que en estos últimos años ya existían serias dudas de si realmente en este contexto seguirían siendo útiles o si por el contrario no lo eran. Sin embargo hasta ahora no había ningún ensayo que lo hubiera atestado", comenta.

"Hemos demostrado que los pacientes que sobrevivieron a un infarto con una función cardíaca totalmente normal, los betabloqueantes no ofrecen ningún beneficio, y quizá en las mujeres pueden incluso aumentar el riesgo", afirma el entrevistado, que señala que las causas de esto último aún no están claras, pero podría tener que ver con la necesidad de las mujeres de mantener una frecuencia cardíaca más alta que la de los hombres. A pesar de estas conclusiones, advierte Ibáñez que los pacientes que los estén recibiendo este tratamiento no lo dejen sin hablar antes con un especialista.

Las conclusiones de esta investigación han sido publicadas simultáneamente en las revistas de mayor impacto médico, como The Lancet, The New England Journal of Medicine y en la página del CNIC, con lenguaje para el público general.

La mala calidad del aire favorece estados de inflamación, activa el estrés oxidativo y el deterioro de sistema cardiovascular. Una investigación pionera de la Sociedad Española de Cardiología y la Fundación Española del Corazón ha analizado por primera vez la relación entre las partículas contaminantes y la incidencia y mortalidad hospitalaria por infarto agudo de miocardio.

"Cuando percibimos la contaminación, la calidad del aire ya es muy mala. Nosotros vamos un poco por detrás. En el momento en que nos pican los ojos que olemos a humo, estamos con total seguridad, expuestos a una calidad de aire pésima", ha explicado la doctora Leire Goicolea de la Sociedad Española de Cardiología, en el Canal 24 H.

Goicolea ha dado las claves de por qué se produce esta relación y cómo protegerse de sus efectos.

Un total de 1.149 muertes se han registrado durante la ola de calor que empezó el 3 de agosto y culminó ayer, lunes 18. La inmensa mayoría de los fallecidos por calor —2.529 personas— tenían más de 65 años. Según la estimación del MoMo (Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria) para este periodo estival —que comprende del 15 de mayo al 30 de septiembre—, coincidiendo con el tiempo que el Ministerio de Sanidad mantiene activo el Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperatura sobre la Salud.

Por sexos, 1.579 eran mujeres frente a 1.056 hombres, según este sistema gestionado por el Centro Nacional de Epidemiología, que realiza sus cálculos no en base a muertes reales, sino que hace una proyección estadística a partir del cruce de datos de mortalidad y umbrales de temperaturas máximas a partir de las cuales el calor supone un riesgo para la salud y los compara con los del año pasado. En total son un 40 % más que en 2024. FOTO: EFE / SALAS

Los numerosos fuegos activos han provocado enormes nubes de humo que han vuelto el aire irrespirable. Por ejemplo, en el Bierzo, León, recomiendan a los vecinos sellar puertas y ventanas, no salir a la calle si no es absolutamente necesario y si lo hacen, que lo hagan con mascarilla.

Carlos Baeza, neumólogo y miembro de la Sociedad Española de Neumología y de Cirugía Torácica, explica en La tarde en 24 horas que el humo de los incendios se compone de cenizas y de compuestos tóxicos como "arsénico, mercurio y trazas de plomo". "Cuando respiramos este humo, lo primero que solemos notar es que se nos irrita la vía respiratoria", añade el neumólogo, y se presentan "síntomas como la tos, el picor de garganta, el picor de nariz o que nos lloran los ojos".

Existen síntomas más severos, como "la sensación de falta de aire o de presión en el pecho, lo que puede significar que nuestros pulmones se están cerrando". Ante esta situación, se recomienda alejarse rápidamente del humo, lavarse la cara, hidratarse y en casos más graves, buscar ayuda médica urgente.

Además, muchos gases llegan a la sangre para producir efectos en el cuerpo. "Estar expuestos a este humo también se ha relacionado con mayor riesgo de sufrir infartos, arritmias o ictus", afirma Baeza. El humo puede afectar a personas sanas, pero en especial a "los niños que tienen un sistema respiratorio más inmaduro, los ancianos porque su sistema inmune es más vulnerable, las embarazadas y las personas con problemas respiratorios crónicos como asma". A estos pacientes, el neumólogo aconseja "que se protejan muy bien de este humo y que tengan siempre a mano medicación de rescate".

Del mismo modo, Baeza recomienda hacer uso de mascarillas como las FP2, dado que "filtran las partículas más grandes". "Pueden protegernos parcialmente de este humo, pero tampoco deben producirnos una sensación de falsa seguridad", reconoce.

FOTO: EFE/ Ana F. Barredo