Enlaces accesibilidad
Literatura

Almudena Grandes: "En el franquismo era habitual ingresar a las mujeres rebeldes en manicomios"

  • RTVE.es entrevista a la escritora por La madre de Frankenstein, la última novela de su serie sobre la posguerra
  • Una crónica a tres voces cuyo epicentro se sitúa en el Hospital Psiquiátrico de mujeres de Ciempozuelos

Por
Grandes presenta "La madre de Frankenstein"
Almudena Grandes presenta 'La madre de Frankenstein' de la serie "Episodios de una guerra interminable"

La historia de Aurora Rodríguez Carballeira (1879-1955) y su hija Hildegart es tan trágica como delirante tan fascinante como oscura. A grandes rasgos: Aurora era una mujer culta y autodidacta pero sus ideas mesiánicas para cimentar una sociedad avanzada marcaron su existencia.

Carballeira decidió concebir una criatura “genéticamente superior” que defendiera los principios socialistas y los derechos de las mujeres bajo una férrea disciplina durante la República.

Aurora seleccionó a “un colaborador fisiológico”- un sacerdote- del que nacería su hija Hildegart (su nombre significa jardín de sabiduría). La niña fue un prodigio de inteligencia como auspició su madre: a los ocho años hablaba varios idiomas a los trece ingresó en la Universidad a los 17 se convirtió en abogada.

La actividad de la joven era frenética: escribía, impartía conferencias se codeaba con la flor y nata de los intelectuales europeos. Y un paso más: sus teorías sobre la liberación sexual de la mujer le convirtieron en símbolo de la revolución.

Hasta que algo falló: Con 18 años Hildegart se enamoró y decidió independizarse del asfixiante control materno. Aurora no lo soportó y le descerrajó cuatro tiros mientras dormía en 1933. Acabó con su “obra maestra” porque ya no servía a sus propósitos.

La tragedia parece modelada tan a medida como argamasa de novelas y películas como Mi hija Hildegart que dirigió Fernán Gómez con guion de Azcona en 1977, que tampoco Almudena Grandes ha esquivado su influjo.

"El cuerpo era el gran enemigo y cada mujer era su guardiana"

La escritora madrileña llevaba a Aurora dentro desde “hace 30 años”. Intentó subirla a las tablas pero no lo consiguió por eso era casi obligatorio incorporar el personaje a su serie “Episodios de una guerra interminable” sobre la posguerra. Y lo ha plasmado en su última novela La madre de Frankenstein (Tusquets).

Grandes ubica la acción en el Hospital Psiquiátrico de mujeres de Ciempozuelos (Madrid) en 1954 y ficciona los últimos años de Aurora Rodríguez Carballeira tras rastrear su expediente clínico (durante años corrió el bulo de que Carballeira había escapado pero murió recluida en Ciempozuelos)

“Ella era una mujer que seguía siendo muy inteligente en el manicomio y continuaba sabiendo más de algunos temas que los médicos que la trataban. Y tocaba el piano sin parar (…) Lo que más me interesó de Aurora es que tenía todas las condiciones para convertirse en un prototipo de nueva española. Pero eso se viene abajo por el tema de la enfermedad mental (sufría paranoia) que le arruina y le convierte en una parricida y una mujer odiosa”, responde Grandes casi afónica a RTVE.es inmersa en la maratoniana promoción de la novela.

Hasta el Hospital de Ciempozuelos llegará desde su exilio en Suiza el psiquiatra Germán Velázquez, cuyo padre fue asesinado durante la Guerra Civil. Este personaje ficticio representa la “mirada externa” casi de “marciano” sobre la España de los años 50, “la década estancada”, donde el franquismo ejercía “una represión más íntima sobre la vida privada de las personas”, relata Grandes.

Un ambiente asfixiante donde “todo el mundo habla de sexo” pero bajo el secreto culpable “impulsado por el nacionalcatolicismo”. “En aquella época era muy difícil porque todo era pecado y todos los pecados eran delitos. El cuerpo era el gran enemigo y cada mujer era como la guardiana de su propio cuerpo. Eso es una forma de terror y la idea de que todo el mundo tenía una casilla y no podía salir de ella”.

Una novela a tres voces que se completa con la de María, una de las auxiliares de enfermería de Ciempozuelos. Un “microcosmos en el margen del margen” porque mujeres y enfermas eran las grandes olvidadas, y que la escritora utiliza como trasunto de una sociedad “muy trastornada” con episodios olvidados de extrema crueldad.

“En los años 40 y 50 del franquismo se extendió mucho la práctica de que maridos infieles internaran a sus esposas en manicomios para vivir con otra mujer. Una posibilidad que se extendió a las hijas rebeldes que eran ingresadas con el pretexto del desequilibrio”, apunta.

La madre de Frankenstein también aborda los tratamientos de la enfermedad mental y el “manipulado” desarrollo de la psiquiatría durante el franquismo, apuntalado en los doctores Juan José López Ibor y Antonio Vallejo Nájera que “eran enemigos irreconciliables pero socios armoniosos en el poder que no compartían con nadie”, señala la autora.

Y añade que Nájera creó la teoría del “gen rojo” que atribuía inferioridad mental a los marxistas “por lo que había que eliminarlos o arrebatarles a sus hijos”.

La novelista remarca que su próximo libro (de un total de seis) del proyecto narrativo “Episodios de una guerra interminable” será el último “sí o sí”. Una serie inspirada en Benito Pérez Galdós que le ha reportado reconocimientos como el Premio Nacional de Narrativa (2018) o el Crítica de Madrid.

Grandes admite que La madre de Frankenstein es quizás su novela “más fluida” y galdosiana con una conexión explícita con Fortunata y Jacinta a través del personaje de María, que representa a las “mujeres marcadas que se atrevían a salirse del carril”, por eso aquí la resistencia al franquismo “se basa más en la capacidad de decir no y no vivir la vida que te imponen”, concluye.