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El gas sarín y otros agentes nerviosos: así son las armas químicas más letales

  • El antídoto solo es eficaz si se administra en la primera hora
  • Las víctimas pueden sufrir graves secuelas toda la vida

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Máscara antigás
Máscara antigás

Las armas químicas han dejado un amplio rastro de destrucción en los seis años de guerra en Siria. La última masacre se ha producido en Jan Sheijun, en el norte del país, con más de 70 muertos y 300 heridos. Según la Organización Mundial de la Salud y la ONG Médicos Sin Fronteras las víctimas tienen síntomas compatibles con la exposición a un agente nervioso, presumiblemente gas sarín.

¿Qué es el sarín y qué le convierte en un arma de destrucción masiva?

El sarín es una de las sustancias denominadas agentes nerviosos. Forma parte de una lista macabra que incluye nombres de gases similares como tabún, somán o VX, de menor a mayor toxicidad. Se caracterizan por atacar al sistema de transmisiones neuronales, bloqueando la comunicación del cerebro con los músculos y las glándulas del cuerpo.

El sarín es un líquido transparente, incoloro e insípido, que se transforma instantáneamente en vapor. Un solo miligramo puede ser suficiente para matar a una persona. La intoxicación se produce mediante inhalación o a través de la piel, aunque en este último caso es más lenta.

El contacto con el sarín acarrea síntomas como dolor intenso en los ojos, visión borrosa, sangrado, dificultad para respirar, convulsiones vómitos o diarrea. En los casos más intensos, estos efectos terminan produciendo la muerte por asfixia de una forma violenta y agónica.

Las personas que sobreviven a un ataque químico pueden sufrir graves secuelas de por vida y en los días siguientes es posible que el número de fallecidos aumente.

La Convención de Ginebra de 1925 prohíbe expresamente usar armas químicas o biológicas

¿Es difícil de conseguir?

Los agentes nerviosos como el sarín están clasificados como armas de destrucción masiva por las Naciones Unidas. Su producción y almacenamiento están prohibidos por la Convención sobre Armas Químicas de 1993. Sin embargo, son muy fáciles y baratos de fabricar, lo que ha favorecido su uso en conflictos armados y actos terroristas.

Se cree que Siria empezó a producir gas sarín en 1980. Un informe de los departamentos de Defensa y de Estado de EE.UU. indica que el país asiático reconvirtió plantas de pesticidas en fábricas de este agente nervioso a finales de la década de 1980.

¿Existe algún antídoto?

Contra el sarín y otros gases nerviosos existen antídotos como atropina u oxima, que deben ser aplicados inmediatamente.

"El daño se hace muy rápido", explica Ray Zilinskas, biólogo químico y experto en armas químicas del Insistuto de Estudios Internacionales Monterey, de Estados Unidos. "A largo plazo, el mayor riesgo deriva de la dificultad para respirar" tras el ataque, que puede provocar incluso daño cerebral, añade Alastair Hay, profesor de toxicología y armas químicas en la universidad británica de Leeds.

Los gases nerviosos son los agentes químicos conocidos más potentes y letales, junto al cianuro. "Su efecto letal es rápido y son muy peligrosos por cualquier vía”, dice Sharon Ruetter, del Centro de Química Biológica Edgewood, del Ejército de EE.UU., en Maryland.

En un artículo, este experto dice que teóricamente es posible liberar estos agentes en concentraciones tan elevadas que una sola inhalación puede provocar la muerte.