Enlaces accesibilidad

Los enigmas de El Bosco toman el Museo del Prado

Por
El Museo del Prado acoge la mayor exposición sobre El Bosco

“Creador de demonios” o “pintor de cosas fantásticas y estrambóticas”. Son algunas de las definiciones que encumbran la obra de Jherominus van Aken, más conocido para el mundo como El Bosco (1450-1516). El célebre pintor holandés tomó su sobrenombre de su ciudad natal, Den Bosch (Bolduque en español).

Las visiones originalísimas y perturbadoras de El Bosco han cautivado a través del tiempo, desembocando en intrincadas interpretaciones sobre el significado de sus escenas oníricas pobladas de criaturas de pesadilla. Su influencia en los surrealistas, y en especial en Dalí, es indiscutible. [Mira con la lupa los detalles de las misteriosas obras de El Bosco].

'Mesa de los siete pecados capitales' (1490-1510). El Bosco. Patrimonio Nacional. Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial; depositada en el Museo del Prado

Este año se conmemora el V Centenario de su muerte, y el Museo Nacional del Prado, que atesora la colección más importante de su arte, se sitúa a la altura con la magna muestra El Bosco. La exposición del Centenario.

La exhibición abre sus puertas al público del 31 de mayo al 11 de septiembre de 2016, y será inaugurada por los reyes de España y la princesa Beatriz de Holanda este lunes 30 de mayo.

Una muestra "irrepetible"

“Irrepetible”. “Un hito”. Desde la pinacoteca no escatiman hipérboles para calificar la que está llamada a ser una de las muestras imprescindibles de 2016. La expectación es máxima por el magnetismo que sigue ejerciendo el autor flamenco. Su nombre es sinónimo de enigmas cinco siglos después de su muerte.

Con esta iniciativa, El Prado ha abordado un reto mayúsculo. Ha conseguido reunir “el mejor Bosco posible” a través de préstamos excepcionales, en la mayor exposición internacional nunca antes vista del genio, como reiteran sin cesar.

Desde el museo subrayan que es una oportunidad única para disfrutar juntas de las tres joyas de la corona de sus creaciones: el Tríptico de San Antonio Abad, “tesoro nacional”, llegado desde el Museo de Arte Antiga de Lisboa y prestado por convenio entre los gobiernos español y luso, La adoración de los magos, expresamente restaurada para la ocasión, y El jardín de las delicias, su pintura más singular, aclamada, y una de las obras emblema de la pinacoteca española.

'El Bosco. La exposición del Centenario'

'El Bosco. La exposición del Centenario'

anterior siguiente
9 Fotos 1 / 9 ver a toda pantalla
  • 'El carro de heno' (1515). El Bosco. Madrid, Museo Nacional del Prado

  • 'Mesa de los siete pecados capitales' (1490-1510). El Bosco. Patrimonio Nacional. Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial; depositada en el Museo del Prado

Es como reunir La rendición de Breda, Las hilanderas y Las meninas en una muestra de Velázquez, apunta como ejemplo sobre el músculo que exhibe la institución cultural, Pilar Silva, comisaria de la exposición y jefa del departamento de Pintura Española (1100-1500) y Pintura flamenca y Escuelas del Norte del Museo de El Prado.

Silva, en una entrevista con RTVE.es, califica de “increíble” el Tríptico de San Antonio Abad, y explica que la obra de mayor calidad y mejor conservada de El Bosco es La adoración de los magos, que define con fervor como “la perfección de la perfección”,-y añade- que permite reconstruir el peculiar estilo icónico del autor.

A estas pinturas cumbre se suman obras como La coronación de espinas (Los improperios), venida de la National Gallery de Londres, o Cristo con la cruz a cuestas llegada desde El Escorial vía Patrimonio Nacional.

También se unen piezas procedentes de instituciones como el Albertina y el Kunsthistorisches Museum de Viena, el Museum of Fine Arts de Boston, The Metropolitan Museum of Art de Nueva York, la National Gallery de Washington, el Musée du Louvre de París o el Polo Museale del Veneto de Venecia, entre otros.

El Bosco y sus imitadores

El Prado ha dividido la muestra en cinco secciones temáticas contextualizadas, a la que se añade otro apartado dedicado a ocho dibujos de El Bosco que raramente se prestan o exhiben.

El montaje está orientado a que el público pueda rodear los trípticos para observarlos con detenimiento. Un aliciente. La obra del holandés está creada para ser admirada de cerca y jugar a descubrir nuevos detalles, en palabras de la comisaria Silva.

La experta explica que El Bosco. La exposición del Centenario aglutina alrededor del 75% de la obra atribuida al creador, entre pinturas y dibujos.

A pesar de que el pintor firmó sus piezas con cierta regularidad, existen muchas rúbricas apócrifas de admiradores que imitaban su caligrafía. Este hecho ha dificultado que se puedan datar y documentar sus tablas con exactitud. Algunos especialistas achacan con veracidad a la mano del pintor tan solo una veintena de pinturas y una decena de dibujos.

'Visiones del Más Allá: Infierno'. 1486. Venecia, Segretariato Regionale per il Veneto. Gallerie dell'Accademia.

A modo de ejemplo, del Tríptico de San Antonio Abad se hicieron más de treinta copias en el Renacimiento; ya en vida se le atribuyeron más escenas infernales de las que era imposible que hubiera podido abordar.

“Lo que más se copiaba eran sus temas de diablos, pero El Bosco es más que los demonios. No solo hay un Bosco. Hay muchos”, aclara Pilar Silva.

La muestra del Prado cogerá el testigo, y espera revalidar el éxito, de la celebrada en el Noordbrabants Museum de Bolduque, de Hertogenbosch, ciudad natal del artista, que desde que se inauguró el 13 de febrero hasta su clausura el 8 de mayo recibió 421.700 visitantes.

Entre la fantasía y la realidad

Una de las genialidades de El Bosco fue su capacidad de invención, en la técnica, que renovó totalmente, y en la iconografía, en una búsqueda constante de la originalidad. El resultado: un universo propio adelantado a su tiempo, en el que también pesaba la tradición.

"Sabía que poseía grandes dotes para la pintura, pero también que le habrían considerado [...] un pintor que figuraría detrás de Durero, Miguel Ángel, Rafael y otros, y por ello emprendió un camino nuevo, de manera que los demás fuesen tras él y no él tras ninguno..". Así describía la ambición del autor, en 1605, el sacerdote José de Sigüenza, uno de los primeros defensores de sus invenciones.

En esta atmósfera, abundan inquietantes imágenes fantasmagóricas y seres deformes que permiten identificar su estilo con solo atisbar un fragmento de sus creaciones. Sus lienzos muestran a menudo alegorías de los pecados capitales con un fondo moral.

Detalle de 'Las tentaciones de San Antonio' (c.1502). El Bosco. Museu Nacional de Arte Antiga, Lisboa Museu Nacional de Arte Antiga, Lissabon/Photo Luísa Oliveira, Arquivo de Documentação Fotográfica ¿ DGPC/TASCHEN

“Él no es surrealista. Siempre toma los elementos de la realidad y va hacia la fantasía. Es un paisajista excepcional. Incluso en algunos de sus demonios, aquí se deja llevar más por su imaginación, pero los va construyendo con objetos de la vida cotidiana como un jarro, un embudo (…) Esa mezcla de realidad y ficción, nos lleva a meternos en ese mundo”, analiza la experta de El Prado sobre las claves de su atracción.

Su atrevimiento provocó que Jeronimus Bosch gozara de fama en vida aunque sus primeras obras salieron a la luz cuando tenía 30 años. El pintor trabajó para los círculos más altos de la nobleza, gozó de una holgada posición económica, y su trayectoria vital está relativamente bien documentada, en relación a otros autores de la época.

Ya en el siglo XX, algunas voces han querido entender sus intrincados mundos visuales desde el esoterismo; otros desde el psicoanálisis y la psicología, según apunta el profesor de Historia del Arte de Sttutgart Nils Büttner en el prólogo de El Bosco. Visiones y pesadillas (Alianza Editorial, 208 páginas, 18€), publicado con motivo del quinto centenario de la muerte del pintor.

Desde El Prado, la comisaria de la muestra apunta a que las interpretaciones siempre se han hecho desde un punto de vista concreto, y por lo tanto, condicionado.

El jardín de las delicias nos sigue planteando problemas pero muchas veces somos nosotros los que hemos perdido la clave para interpretarlo, y cada uno se enfrenta a él con su propia fantasía y cada uno ve una cosa distinta”, responde.

"Drolerías": las tablas del infierno

El Bosco fue el creador de las “drolerías”, representaciones figurativas de seres grotescos que escenificaban los pecados y la lucha del bien contra el mal. En este afán de innovación fue el primero en sacar de las fachadas de las iglesias estos conceptos.

Mención aparte merece su obra maestra, y más misteriosa: El jardín de las delicias, cuya contemplación durante horas permite sacar a la luz nuevos detalles sobre el conjunto.

“[El Bosco] Se mueve en un mundo relativamente ambiguo. Representa una moral por inversión: En El jardín de las delicias los hombres se dejan llevar por el goce de los sentidos y por el deseo de adquisición de los bienes terrenales (…) Lo que había que hacer como moral no era hacer el bien si no evitar el mal y no dejarse llevar por los pecados capitales”, relata Pilar Silva sobre las creencias del pintor que pertenecía a la cofradía de la Ilustre Hermandad de Nuestra Señora.

Los pecados que él más reprobaba eran la ira, la gula en el comer y en el beber, y luego la lujuria, el dejarse llevar por los deseos carnales, apunta la historiadora, que señala que El Bosco moraliza con pesimismo sobre lo efímero de los placeres físicos.

El tríptico de El jardín de las delicias se basa en la Biblia y representa la creación del mundo hasta el tercer día en sus dos paneles exteriores; la continuidad de la creación hasta la introducción de Adán y Eva en el paraíso en el panel interior izquierdo; la humanidad antes del diluvio universal en el panel central; y, por último, el infierno en el panel interior derecho.

Interpretado por expertos como la moraleja de que la belleza de la mujer ofusca los sentidos de los hombres y despierta sus instintos.

El Bosco llena el tríptico de símbolos que advierten del pecado, lechuzas -motivo recurrente en su discurso-, serpientes y hasta rocas que no son tales, sino rostros (Salvador Dalí descubriría este perfil en la tabla interior izquierda y lo convertiría en eje central de El gran masturbador, 1929).

No solo hay un Bosco. Hay muchos

El mundo que ideó El Bosco es un canto a la imaginación desenfrenada. Fue uno de los primeros artistas en concebir sus pinturas desde un punto de vista estrictamente artístico sin coartarse.

Sus cuadros fueron muy apreciados por los coleccionistas, el rey español Felipe II fue uno de sus principales seguidores y llenó el monasterio de El Escorial de sus cuadros, que continúan siendo rastreados sin descanso en la actualidad por los expertos.

'Cristo con la cruz a cuestas / Camino del Calvario' (1498). Patrimonio Nacional. Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial .

España es uno de los países en los que de mayor popularidad gozó el artista en los 80 o 90 años posteriores a su muerte.

Y, aunque su fama decayó, se recuperó en el siglo XX cuando el psicoanálisis y el Surrealismo analizaron su intrigante obra, de forma que no quedó constreñida a los círculos de especialistas.

El Bosco es uno de los autores más populares del arte universal y sus creaciones han sido usadas desde por una marca de coches alemana, hasta por Walt Disney.

Es la huella eterna, y rabiosamente actual, de uno de los maestros más enigmáticos de la historia del arte.

El Prado reafirma la autoría de sus 'boscos'

El Museo del Prado ha reafirmado la autoría de sus obras de El Bosco La mesa de los pecados capitales, La extracción de la piedra de la locura y Las tentaciones de San Antonio, que el Proyecto de Investigación y Conservación holandés desatribuyó y cuyas conclusiones respetan pero "en modo alguno" las comparten, según el director adjunto de la pinacoteca, Miguel Falomir. La comisaria de la exposición ha subrayado que "nadie que no fuera El Bosco hubiera sido capaz de hacer una composición, una creación, como La mesa de los pecados capitales. "Cuando hay argumentos, se escucha, y en este caso hemos estudiado sus consideraciones y no nos convencen", ha afirmado Falomir quien ha recordado que para atribuir o desatribuir una autoría hay que plantear tres tipos de argumentos. El primero de ellos de índole científica y en él se contempla la dendrocronología, que determina los años de que datan las maderas sobre las que están pintadas las obras. En los casos de estas pinturas, el tiempo en que fueron cortadas las maderas coinciden con los que El Bosco (1453-1516) estaba activo. Otros estudios científicos hacen referencia a los análisis de los pigmentos. "Los estudios revelan que ninguno de los materiales utilizados en ellos es ajeno a la obra del Bosco. Estos estudios no te dicen quién ha pintado la obra pero sí quién no lo ha hecho". El tercero de los argumentos es el de índole documental, "y no existe ningún documento directo que afecte a estas obras. La referencia documental más próxima es sobre La mesa de los pecados capitales que han usado para desatribuir esta pintura el Proyecto de Investigación y conservación holandés y que procede de Felipe de Guevara". Según Falomir la interpretación de este texto es el que les ha llevado a tomar esta decisión, pero "ellos lo han interpretado de una manera -ha incidido- y nosotros lo hacemos de otra. Felipe de Guevara era un gran coleccionista pero no infalible".