Paco

• "Nos ha dejado el último de los grandes de la música flamenca", T. Sánchez
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Unánime el sentimiento triste de la pérdida, unánime el reconocimiento de la grandeza. Nos ha dejado el último de los grandes de la música flamenca, de la música española, de la música. El mejor guitarrista español de la historia además es una figura internacional, un icono de lo nuestro, una marca que ha paseado por los coliseos más importantes del mundo durante cincuenta años. Mucho tiempo, mucho talento y entrega.

Paco de Lucía era un superdotado curioso, un perfeccionista  virtuoso, un incansable rastreador de caminos en busca  de su propio lenguaje, un lenguaje inexistente, un dorado que finalmente tuvo que inventar para que el flamenco se escribiese, desde entonces, con frases  y no con palabras. No sería el flamenco como lo entendemos hoy sin él.

Técnicamente perfecto, veloz, rabioso y  con el poso de los siglos en sus adentros, supo  imaginar y aprender, no sin sacrificio ni desalientos, que la creatividad tiene esas paradojas igual que las tiene  la guitarra amiga, la guitarra enemiga, el  amor y  el odio, la necesidad al final.

En Paco lo  local es una vez más lo universal,  cada vez que se subía a un escenario, pedía un foco y se aislaba, para ser más él. Daban igual las coordenadas geográficas; tocaba como si estuviese en su pueblo,  así lo contaba el de Algeciras.

Una leyenda en vida, más reconocido posiblemente fuera que en casa, su pérdida puede alentarnos a descubrir lo más  trascendente: su obra, un legado de dimensiones gigantes  cedido a los herederos de la cultura flamenca, de la cultura musical, de la cultura.