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Bachar al Asad insiste en que no dejará el cargo y rechaza cualquier intervención extranjera

  • Entrevista al diario argentino Clarín
  • "Ni los EE.UU. ni ningún otro país tienen permiso para intervenir"
  • Un coche bomba causa al menos tres muertos en Damasco

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Asad insiste en que no tiene intención de dimitir

El presidente sirio, Bachar al Asad, ha subrayado en una entrevista que no dejará el cargo y que Estados Unidos no tiene derecho a interferir en la política del país.

Los comentarios de Asad al periódico argentino Clarín, que ha colgado imágenes de la entrevista en su web, se producen cuando Rusia y EE.UU. intentan acercar posturas para celebrar una conferencia internacional sobre la guerra civil en Siria.

"Cualquier decisión que tenga que ver con la reforma en Siria o cualquier acción política es una decisión local siria", ha declarado Asad. "Ni los EE.UU. ni ningún otro estado tiene permiso para intervenir.  El asunto se soluciona en Siria".

"Por eso es por lo que esa posiblidad [dejar el cargo] está determinadda por el propio pueblo sirio; vas a las elecciones, y si eres candidato, tienes dos posibilidades: o ganas, o pierdes", dijo Asad, insinuando que podría volver a presentarse.

"Estas son las posibilidades. No vas a una conferencia a decidir sobre un asunto que no ha sido determinado por el pueblo", ha añadido.

Asad ha vuelto a llamar "terroristas" a los grupos armados que luchan contra su gobierno, y ha asegurado que provienen de distintas nacionalidades, no solo sirios.

Atentado en Damasco

Mientras tanto, la guerra continúa. El sábado al menos tres personas murieron y cinco resultaron heridas en una explosión en un barrio al norte de Damasco, según la televisión siria. El vehículo ha estallado en un aparcamiento cerca de la autopista de Rouknedin, y cerca de un colegio.

Por su parte, el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), organización opositora con sede en Londres, eleva el número de víctimas mortales a cinco.

Las revueltas populares iniciadas en Siria en marzo de 2011 han derivado en una guerra civil y sectaria que ha causado más de 70.000 muertos, según la ONU.