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Matriarcados del siglo XXI: historias de mujeres luchadoras que vertebran familias

  • RTVE.es cuenta la historia de tres familias donde ellas son las protagonistas
  • Mujeres de hasta cuatro generaciones con vivencias y retos distintos
  • Trabajar mucho para envejecer bien, el secreto para llegar a los 101 años
  • El sacrificio de madres y abuelas para que sus hijas y nietas estudien

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Cuatro generaciones de mujeres de una misma familia

Mujeres fuertes, valientes, protagonistas, decididas, luchadoras...da igual la edad y el tiempo que les haya tocado vivir. Les une la fuerza por sacar adelante su trabajo, su familia y su vida. RTVE.es cuenta la historia de tres familias con varias generaciones de mujeres, hasta cuatro. Familias matriarcales donde lo femenino cobra un gran protagonismo y en las que cada generación se ha tenido que enfrentar a diferentes vivencias, dificultades y retos.

101 años de historia

Elisa Hernanz nunca pensó llegar a conocer a sus bisnietos. Ahora, a sus 101 años -camino de cumplir los 102 en noviembre-, su mayor ilusión es pasar tiempo con los cinco que tiene. La mayor, de 10 años. El más pequeño, de apenas ocho meses. Vertebra una familia en la que las mujeres, de hasta cuatro generaciones distintas, tienen un peso determinante.

Nacida en 1910 en el pueblo de Lozoya (Madrid), Elisa ha vivido los infortunios de un siglo aciago: una guerra que le arrebató todo y que le hizo comenzar de nuevo. La construcción de un pantano la 'empujó' a Madrid junto a su marido en busca de trabajo y éste se hizo un hueco en el Hotel Palace.

Viuda desde hace 45 años, su secreto para sobrepasar el siglo es "trabajar, trabajar y trabajar". Su hija, Gloria Samos, es digna depositaria de esta educación y una de tantas mujeres que añora la libertad de generaciones posteriores. "Mi padre no quería que yo trabajara, pero sí que estudiara. Cuando murió, empecé a trabajar como secretaria, pero lo deje cuando me casé. Eso sí, el dinero que ganaba trabajando era dinero para casa", explica Gloria, ahora abuela de dos pequeños. 

"Mi primer trabajo fue a los 19 y me lo fundí enseguida". Es el testimonio de Sara Cano, hija de Gloria, nieta de Elisa. Cree en el matrimonio, como sus antecesoras, pero a diferencia de estas no sabe si se casara. Su prima y ella son las primeras licenciadas mujeres de la familia. Lo consiguió una generación después que su tio, el primer ingeniero de la familia. Las mujeres van poco a poco igualando terreno. 

Isabel tiene 10 años y las cosas bastante claras: le gusta el fútbol, de mayor será profesora de primaria, admira la rapidez con la que su madre hace las cosas y no soporta limpiar las migas de la mesa con la bayeta mojada. Si juega con Elisa a las adivinanzas, le cuesta entender aquellas que versan sobre el campo, cencerros o vacas. Esa vida que su bisabuela tuvo en su infancia le suena a 'cosas' de otro siglo.  

"Daba a luz un miércoles y el sábado estaba trabajando"

Aurora Muñoz García fue tan solo tres meses a la escuela y no sabe ni leer ni escribir, pero a sus 75 años está satisfecha de lo que ha cosechado en la vida: seis hijos, ocho nietos y un restaurante, el Qüenco, que le ha dado muchas satisfacciones y un premio como mejor empresaria en Madrid, ciudad de adopción de Aurora.

Con seis años, esta andaluza empezó a trabajar vendiendo zapatos. Desde muy joven tuvo un espíritu emprendedor, el que inculcó a sus hijas, que han seguido su estela en el sector hostelero. Sus cuatro hijas han continuado con el negocio familiar, dos de ellas con restaurante propio en Madrid.

Es una familia de "mujeres fuertes, mujeres que mandan", como ellas mismas dicen. "Yo daba a luz un miércoles y el sábado estaba ya trabajando en el restaurante", recuerda Aurora, que enviudó con 52 años. Sin la ayuda de algunos familiares no hubiese podido sacar adelante una familia muy numerosa y un restaurante en el que ha trabajado hasta jornadas de 15 horas.

Aurora no se siente una heroína a pesar de que su vida ha sido "trabajar y trabajar". "Hay muchas mujeres como yo, la mayoría", dice, modesta. Solo le pesa no haber tenido una formación y no haber viajado y "conocido mundo". También lamenta no haber estado más tiempo con sus hijos: "Me perdí muchas funciones en el colegio".

La fuerza la han heredado sus hijas Aurora, Mercedes, Pepa y Nines. Solo la pequeña de las hermanas pudo estudiar una carrera pero finalmente se decantó por la hostelería. Todas ellas creen que lo han tenido más fácil que su madre, su mayor ejemplo en la vida. No conciben la vida sin trabajar y creen que, por norma general, las mujeres, sea cual sea su profesión, lo tienen más complicado que los hombres para subir. Y en la hostelería también.

Las seis nietas que componen la tercera generación de esta familia matriarcal ya empujan con fuerza. La mayor, Loreto, de 18 años, estudiará Nutrición y Dietética. Las más pequeñas imitan a sus madres en el restaurante haciendo pedidos imaginarios por teléfono y atendiendo a sus clientes pero éstas prefieren que estudien primero y luego decidan a qué dedicarse. 

"Cada vez más mujeres gestionarán sus propias empresas"

Belén García-Duarte tiene 36 años. La suya también es una familia con poder femenino. Sus hijas, gemelas de 4 años, marcan una cuarta generación de mujeres a las que les ha tocado vivir un tiempo diferente.

Belen estudió Periodismo y sus dos hermanas: Derecho y Farmacia. Su madre y su abuela, de 71 y 92 años, se dedicaron a cuidar de su familia. Aurora, madre de Belén, lo tiene claro: "Las amas de casa trabajamos tanto o más que las mujeres que salen de casa", dice convencida.

Aurora no cree que haya existido mucha diferencia entre ella y su madre.  "Yo tuve la suerte de tener lavadora, ella no", asegura. El salto generacional en esta familia se produjo con Belén y sus hermanas, cuya problemática es bien distinta. Una generación de mujeres que tuvo la suerte de estudiar, a diferencia de su madre y su abuela. Tienen claro que el esfuerzo de unas supuso el avance de las que nacieron después.

Las tres hermanas trabajan y tratan de conciliar, como pueden, su vida laboral y familiar. Belén trabaja en Madrid y recorre cada día 130 kilómetros para llegar a su trabajo en un gran grupo de comunicación. Duerme dos días fuera de casa. Es su marido el que se encarga de llevar a las gemelas al colegio. "Es complicado cuadrarlo todo, es una cuestión de equilibrio", dice Belén, que se considera con "suerte" por la ayuda que le presta su pareja.

Aboga por un aumento del tiempo en la baja por maternidad y lamenta la aún escasa presencia de mujeres en cúpulas directivas y Consejos de Administración. "Creo que el cambio de mentalidad no se trasladará de las empresas a la sociedad sino al contrario. Las mujeres somos emprendedoras y con nuestra iniciativa cada vez habrá más empresas gestionadas por mujeres", asegura.

El futuro que quiere para sus gemelas, la cuarta generación de mujeres en esta familia, es claro: "Que estudien y conozcan cuanto más mejor". Cree que ella fue educada en la "cultura de la seguridad" y para sus pequeñas prefiere la "cultura de la libertad".