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Eurovegas, la última apuesta del triunfador de la crisis financiera

  • El magnate estadounidense Sheldon Adelson está detrás del proyecto
  • Al  borde de la ruina en 2007, ha ganado 25.000 millones en plena crisis
  • Es el sostén económico del candidato a las primarias republicanas Gingrich
  • Defiende la causa de la derecha israelí

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Sheldon Adelson planea instalar Eurovegas en España
El multimillonario Sheldon Adelson en una imagen de 2010.

Es el multimillonario que más se ha enriquecido durante los cuatro años de Administración Obama pero lo critica por implantar una “economía socialista”.

Reconoce que está mal que una persona por tener dinero condicione la agenda de un candidato pero es el mayor –y casi único- sostén económico del ultraconservador Newt Gingrich,  acérrimo defensor de sus ideas pro israelíes.

Y, por último pero no menos importante: considera que el presente económico ya está en China –donde se ha enriquecido gracias a sus casinos en Macao- pero quiere erigir un proyecto faraónico llamado Eurovegas en Madrid o Barcelona.

Las contradicciones acechan a Sheldon Adelson, el magnate judío del gigante de los casinos Las Vegas Sand, pero a sus 78 años tiene bastante clara una cosa: Dinero es poder.

El poder del dinero

La portada de la revista Forbes del mes de marzo lo resume con dos palabras, ‘Power Player’ (Controlador de poder) y estos días se pueden ver sus efectos prácticos en España, donde los dirigentes de Madrid y Cataluña pugnan por lograr la sede de Eurovegas pese a las dudas que plantea Adelson y su proyecto en las propias comunidades.

El debate que el magnate estadounidense plantea a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y al de la Generalitat, Artur Mas, es el siguiente: ¿está usted dispuesto a sacrificar derechos laborales y dar un aval público y exenciones fiscales a cambio de un proyecto de 17.000 millones de euros que generará miles de empleos y atraerá turismo de juego y congresos?

En el actual contexto de crisis económica y alto desempleo, ambas regiones parecen tener la respuesta clara, tal y como el propio Adelson adelanta al final de su larga entrevista en Forbes.

“Creemos que tenemos el paquete necesario de acuerdos con el Gobierno para asegurarnos el éxito, solo estamos cerrando los últimos componentes”, señala el magnate,  al que parece que no le preocupa la mala situación económica actual de la eurozona para invertir.

“Nos llevará cuatro o cinco años pero para entonces todo estará resuelto. Hay decenas de miles de millones que ganar”, adelanta.

Los críticos del proyecto de Adelson en los bancos de la oposición en Madrid y en Barcelona usan un lema para despreciar Eurovegas: Más Silicon Valley; menos Las Vegas.

Sin embargo, el hombre que más dinero ha ganado en Estados Unidos en los últimos tres años no ha sido el joven Zuckenberg pese a la inmensa publicidad cosechada por su historia de éxito, Facebook, sino el anciano hombre de negocios ultraconservador y sionista, que no duda en aparcar sus ideas para hacerse en rico en China.

Una historia de éxito

La historia de éxito de Adelson y sus pretensiones de convertirse en una especie de Warren Buffet del conservadurismo muestran una historia paralela de la crisis económica.

En 2007 el negocio de Adelson se encontraba estancado. Los ingresos de Las Vegas, procedentes sobre todo de su enorme hotel de 4.000 habitaciones, The Venetian, no daban para cubrir la enorme deuda contraída para financiar sus megalómanos proyectos en el extranjero.

La confianza de los inversores se desplomó y las acciones cayeron primero un 50%, luego un 80% y finalmente casi un 99% en pleno colapso financiero por la caída de Lehman Brothers.

Entonces, el número 2 de Adelson, Bill Weidner, le rogó que refinanciase sus proyectos y que abandonase los riesgos, pero el magnate le hizo caso omiso y, tras mantener un pulso en el consejo de administración, siguió adelante con el ritmo inversor.

Eso sí, para ello el multimillonario tuvo que poner 1.000 millones de dólares de su propio bolsillo como aval pedido por sus accionistas, un dinero que logró reunir poniendo en riesgo la herencia de sus hijos.

“Papá, creemos en ti, creemos en la compañía y creemos que es lo correcto”, recuerda Adelson que le dijo su hija Sivan.

Y tuvo razón: la apuesta del  capital personal de un magnate del juego que pasaba de los 70 le ha dado 25.000 millones de dólares , convirtiéndole de nuevo en uno de los hombres más ricos de Estados Unidos y disparando el valor de las acciones de su empresa un 3.700% respecto al suelo de la crisis financiera.

La respuesta a sus plegarias estaba en China, en concreto en la excolonia portuguesa de Macao, que ha hecho que Las Vegas Sands pase a convertirse en un imperio internacional, que ha invertido 12.000 millones de dólares en la mayor potencia emergente, por encima de algunos de los gurús de Silicon Valley que fabrican sus productos allí.

El resultado ha sido la salvación de Adelson y su empresa, que ahora recibe el 45% de su beneficio bruto de explotación de su complejo de Macao.

Defensa de Israel

Pero la historia de este magnate se habría quedado en las páginas económicas de los periódicos si no hubiese decidido poner su dinero al servicio de dos poderosas fuerzas del conservadurismo mundial: el Partido Republicano estadounidense y el Likud israelí.

Amigo personal del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, Adelson es el dueño del periódico Israel Hayom, firme partidario del Likud y financia el grupo One Jerusalem que se opone a la partición de la ciudad para que se convierta en la capital del futuro estado palestino, según detalla en The Guardian Arun Kundnani.

Es más, considera que la solución de dos estados sería el principio del fin de Israel e incluso algunas informaciones periodísticas señalan que ha financiado a Clarion Fund, el responsable de un vídeo que denuncia una conspiración musulmana para imponer la sharía en Estados Unidos.

Apoyo a Gingrich

Adelson sería uno más de los multimillonarios que apoyan la causa proisraelí en Estados Unidos si el Tribunal Supremo no hubiese decidido dar vía libre a la financiación de campañas electorales sin límite de dinero, lo que ha hecho que su agenda ideológica personal tenga un efecto directo en alguien que puede llegar a ser presidente de Estados Unidos.

La persona elegida por Adelson y su mujer, la doctora israelí Miriam Adelson,  es el expresidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, que acaba de recibir otros diez millones de dólares del magnate a través de su ‘Supercomitè’ Restore our Future.

Los llamados ‘Supercomités’ se han convertido en los protagonistas de la campaña en las primarias republicanas y prometen seguir siéndolo en las presidenciales, ya que el presidente Obama ha cambiado su propia línea política y ha hecho un llamamiento a través de su equipo de campaña para recaudar más dinero a través de estos organismos.

Hasta la decisión del Supremo, la aportación de individuos y empresas a financiar una campaña estaba sometida a un límite económico y tampoco podían usar esos fondos con motivos políticos.

Ahora, los supercomités cuentan con todo el dinero que quieran siempre y cuando no se coordinen las campañas de los candidatos, aunque esta condición es meramente formal: al tener libertad para recaudar, los políticos han colocado a sus antiguos asesores al frente de estos organismos teóricamente independientes para que manden mensajes negativos contra sus contrincantes.

Adelson no se ha escondido y ha sido uno de los pocos multimillonarios que ha dicho claramente que ha financiado un supercomité, el de Gingrich.

Más aún, ha prometido que lo seguirá haciendo con hasta cien millones de dólares y ha abierto la puerta a seguir manteniendo el apoyo económico a cualquier candidato republicanoexcepto al ultraliberal Ron Paul.

“Lo que me aterroriza es la continuación del estilo de economía socialista que hemos estado experimentando durante casi cuatro años. Eso me aterroriza porque la redistribución de la riqueza es el camino a más socialismo y más control de la vida de la gente”, justifica en la entrevista en Forbes su empeño económico por evitar la relección de Obama.

En un momento en el que los supercomités centran la hipocresía de la política estadounidense –todos los candidatos deploran su existencia pero se valen de ellos como principal arma de campaña- la postura de Adelson le han granjeado muchas críticas.

Su respuesta ha sido contradictoria, como no podía ser de otra manera: “Estoy en contra de que los ricos traten de influir o influyan en las elecciones…pero mientras sea posible, voy a hacerlo”.